Álvaro Llerena Martínez, tamborero hijo de Petrona Martínez, acaba de editar su primer álbum musical en Madrid.
El tambor que toca Álvaro Llerena Martínez, lo hizo de la madera de un coco derribado por un rayo. El cocuyo del coco se vino entre los cocos grandes que trajo su padre a casa y “a mi papá le gustó ese coco nacío y lo sembró en el patio de Palenquito. Creció alto y rectecito hasta que lo alcanzó el rayo. Entonces mi papá me regaló la madera y me dijo que hiciera un tambor con la madera que había destrozado el rayo. Eso fue hace 16 años y lo hice en dos meses. Hay tamboreros que hacen su tambor de madera de balso en un día. A mí se me sangraban las manos haciendo ese tambor que suena distinto a los otros tambores”. Tal vez- le digo yo- porque tiene algo del rayo que le cayó a esa madera y el rayo del alma que él le imprime a los golpes de tambor.
“Muchos tamboreros del mundo han querido comprármelo pero yo no quiero fiesta con ese tambor. Ahora que regresé a Colombia, a ver a mi mamá, luego de su recaída de salud, le presté a mis sobrinos el tambor para que aprendieran a tocarlo”.
Ese tambor de coco es el que ha hechizado a los españoles desde que se fue hace siete años a vivir a Madrid, en uno de los conciertos de su madre Petrona Martínez. Fue un desconcierto para la Reina del Bullerengue que su tamborero quedara embrujado en tierras lejanas. Y ella regresara a Palenquito sin su hijo. Pero así es el destino.
Álvaro Llerena Martínez, quien nació en Palenquito, empezó a tocar tambor en las latas de corozo y en las latas de manteca en las que recogía arena del arroyito que cruza por el patio de la casa de Palenquito, donde nació el 18 de mayo de 1976. Él proviene de una familia de tamboreros y cantadoras de bullerengue como su madre.
“Mi mamá no quería que fuera tamborero porque algunos de la familia murieron con un trago malo que le dieron o porque le hacían brujería. A los cinco años pude tocar por primera vez un tambor, gracias a Ramón Pío Sánchez, el tío Ramón, tío lejano de mamá. Mi tío Teófilo Martínez, hermano de mamá, era un gran tamborero. Murió de manera muy rara siendo joven. Mi tía Estebana se puso a llorar cuando me vio tocar porque le recordó la manera de tocar de tío Teófilo, pero yo no alcancé a conocerlo.
Desde que estaba en el colegio de Malagana yo tocaba las latas como si fueran tambores. A mí me formaron Ramón Pío Sánchez, Ascanio Pimentel de Evitar (Bolívar), Paulino Salgado Batata.
Fui el tamborero de mi madre desde 1985 hasta 2006. Mi mamá es una criatura matriarcal, recia, con un temperamento dominante. Pero yo saqué el temperamento de Enrique Llerena, mi padre, un ser tranquilo, que jamás vi discutir con mi mamá. Aún no sé si en la familia de mi papá haya tamboreros, pero en la familia materna y paterna de mamá hay músicos”.
Precisamente acaba de salir en noviembre de 2012 mi primer álbum “Azúzalo”, con ese nombre de provocación festiva en la que confluyen la cumbia, el bullerengue, la puya, el fandango, entre otros, en el que canta su madre y su hermana Joselina Llerena Martínez. El álbum fue editado por el sello Tierra Candela y ya hay algunas canciones que han empezado a escucharse con éxito en España.
“La estrella de mi casa es mi mamá Petrona Martínez, y en España cuando supieron que yo era su hijo me han tratado como otra estrella. Vivo en Madrid un 23 de diciembre de hace 7 años..
Mi mamá está muy estable y reconfortada con las manifestaciones de afecto. Había que ver su cara cuando vio el retrato que le hizo el pintor Alfredo Torres. Fue lo más impactante del homenaje que le hicieron a mi mamá en el Teatro Adolfo Mejía: que un pintor viniera desde El Carito a traerle un enorme retrato que para mí como para toda mi familia, es una reliquia. No se imaginan cuanto sufrimos para llevarlo a casa, para que no le pasara nada. Está en Arjona bien cuidado. Ese regalo le ha devuelto una gran alegría a mi mamá, quien se animó para aparecer en una película llamada El faro, que se estrenará en el Festival de Cine de Cartagena.
Mi mamá quedó impresionada ante su propio retrato y dijo: “Esa era la sonrisa que yo tenía cuando conocí a Enrique. Voy a volver a tener esa sonrisa otra vez”.


