Hace 30 años al periodista deportivo Melanio Porto se le ocurrió hacer una convocatoria con los jóvenes de Cartagena, que deseaban convertirse en las promesas de la radio.
Freddy Jinete, con tan sólo 15 años de edad, decidió presentarse y, dentro de un grupo de más de 50 muchachos, fue seleccionado. Así empezó su recorrido por la radio con los dos deportes banderas de la ciudad: el béisbol y el boxeo.
Se formó escuchando a monstruos de la narración deportiva, como Napoleón Perea, Luis Alberto Payares y Teófilo De Ávila. Sin embargo, tenía claro que no quería convertirse en narrador, sino en comentarista y analista del béisbol.
Recuerda, con agrado, la primera vez que se sentó al lado de Melanio, su maestro, y la persona que lo formó los primeros años de su carrera. Era un viejo al que no se le podía echar cuento. Se las sabía todas y conocía a la perfección su oficio.
Llegó a la radio en una época en la que todas las emisoras principales como Todelar, RCN, Caracol, y otras independientes, como emisora Fuentes, transmitían el béisbol.
Aparte de esta disciplina, estaba también el fervor por el boxeo, que, aunque la frecuencia era menor, generaba mucho impacto en las personas que veían cómo sus deportistas locales dejaban el nombre del país por lo alto.
Jinete afirma que en el caso del béisbol, los jugadores iban a los campeonatos nacionales y la gente se identificaba porque se le exigía a Bolívar que, además de ser campeón, terminara invicto. La mayoría de las veces se ganaron los campeones de béisbol en categoría de mayores.
Recuerda que el lleno más impresionante que ha tenido el estadio 11 de Noviembre fue un 27 de febrero de 1965, cuando Colombia ganó el título mundial ante México. Sólo 5 años más tarde, en el escenario deportivo, se volvió a congregar tal magnitud de gente.
“Son impresionantes los recuerdos que tenemos del béisbol. Imagínate que había gente dentro del terreno de juego, personas sobre el techo del estadio, porque querían ver a Colombia ser campeón mundial”, explica Jinete.
Dice que en esa época ocurría un fenómeno interesante con la radio: era el medio que estaba sobre los demás, y creó tal magia que la gente en sus casas se imaginaba lo que estaba pasando en el estadio.
A Freddy aún le llama profundamente la atención que la gente armaba tertulias en sus casas alrededor de los temas deportivos. La define como una época muy romántica en la que los locutores se convirtieron en grandes relatores y descriptores de lo que sucedía con los deportes más sonados de Cartagena.
Se sorprende cómo las cosas han cambiado. Antes se grababa con la grabadora de carrete gigante; después, se utilizaban las consolas con las que se podía montar la música y los efectos especiales.
Cuando las transmisiones no eran en el 11 de Noviembre o en una capital de un Departamento, recuerda que había que tirar cable hasta donde estuviera un teléfono.
Los cables medían 200 metros y, si las empresas no lo tenían en el momento, debían comprarlo. Esa señal tenía que llegar al estadio y de ahí se debía mandar el sonido al estudio.
Muchas veces estaba transmitiendo, pero no sabía si lo estaban escuchando. Esto se debía a que a veces el retorno no llegaba; y, por ende, quedaba hablando solo.
Tuvo muchos modelos a seguir:
“La disciplina de Alberto Payares Villa, un hombre de radio que estaba pendiente de los consagrados y no consagrados. Los conocía a todos; la capacidad descriptiva de Napoleón Perea; y la experiencia de Melanio Porto, un hombre especial en Cartagena, el periodista sin periódico. Quizás la ciudad no lo valoró. Otra cosa hubiera sido si hubiese nacido en el interior del país”.
Lo que más resalta de ser periodista deportivo es que se tiene la capacidad de hacer el tránsito más fácil hacia otras disciplinas. Caso contrario ocurre cuando un periodista de noticias generales quiere meterse en deporte.
“Los periodistas deportivos tenemos la facilidad de ser la joya de la corona. No hay diferencia entre buscar una noticia general y buscar una deportiva, son los mismos parámetros y argumentos. Un ejemplo es Juan Gossaín, quien escribía crónicas deportivas, y posteriormente dio el salto a periodista noticioso”, dice.
De todos los deportistas que ha conocido, su favorito sigue siento Abel Leal, recordado por su histórico jonrón cuando Bolívar estaba perdiendo en Santa Marta en 1972.
Cuenta que cuando Leal dio el cuadrangular, estaba narrando Édgar Perea y diciendo que preparen el ferry, porque todavía no existía el puente Pumarejo, y Atlántico iba a ser campeón. Con el cuadrangular se empataba el juego apenas, pero era como si Bolívar hubiese ganado.
Junto a Leal estaba Humberto Bayuelo, Luis Gaviria y otras figuras del béisbol que se destacaban por Bolívar y también por Colombia. De los más recientes siente profunda admiración por Edgar Rentería y Orlando Cabrera.
Otro deportista que le sorprende, por ser ejemplo de superación, es el ex boxeador Rodrigo “Rocky” Valdez.
Con él viajó muchos años después de haberse retirado a París (Francia). Cuenta que se sorprendió del cariño que le tiene al ex boxeador.
“Nos invitaron a una exhibición en París y la gente lo reconocía por su pelea con Monzón. Me sentí más colombiano que nunca. Todos estaban emocionados cuando lo presentaron como el ‘Rocky’ de Colombia”, expresa Jinete.
Apartando los comportamientos personales, asegura que no hay nadie más grande que "Kid Pambelé".
Sobre las nuevas generaciones de deportistas deportivos manifiesta que con muy contadas excepciones, no hay información e investigación en lo que se propone.
“Se requiere más estudio, no sólo en el área deportiva, sino en todas las disciplinas, ahora más que nunca los profesionales deberían ser más exigentes”.
“Las emisoras han cambiado los parámetros. Hay que volverse concesionario y pagar un espacio, antes se contrataba al locutor, ahora es lo contrario, él tiene que pagar para hablar, para transmitir y comentar un deporte. Son pocos los veteranos que todavía mantiene la llama encendida”, explica.
No está en contra de las nuevas generaciones, más bien opina que los jóvenes tienen otro modo de pensar. La tecnología los hace estar enterado de múltiples cosas, pero muchos no las profundizan.
“Los muchachos cuentan con todas las herramientas que les proporcionan un océano de conocimiento y no lo aprovechan”, expresa.
La radio perdió a la juventud
Considera que en los últimos años la radio perdió un público muy importante, como son los jóvenes. Hay otros medios de comunicación que han ganado ese mercado, uno de ellos es el internet, a través de las redes sociales.
Freddy dice que la poca radio que escuchan es la musical, donde hay poco concepto y más música.
“En la radio FM, con el respeto de quienes la manejan, son muchos los que se dedican a utilizar un lenguaje que no corresponde a un proceso de comunicación social, a ofender a los que llaman”, dice.
Para él, la radio es “la reina de todas”. Por eso, merece respeto. Tiene la inmediatez, mayor cobertura y una magia que la diferencia de otros medios.
Sitúa la mejor época de la radio a finales de los 60 y comienzos de los 80. Aunque en este periodo no contaba con los mismos recursos tecnológicos, sí tenía todo el recurso humano.
Recuerda que la noticia más difícil que narró fue cuando el ex campeón mundial Pambelé perdió en Cincinnati (Estados Unidos). La impotencia que sentía al tratar de explicarle a su público lo que para él era inexplicable todavía lo persigue.
Así mismo, cuando murió su colega Napoleón Perea, hacer una semblanza del legado que había dejado a la radio se le hizo casi imposible.
Freddy es un tipo agradable, gran conversador. Es muy serio y la responsabilidad le brota por los poros. Habla con propiedad de cada asunto que se le pregunta y tiene la habilidad de convencer con sus afirmaciones.
Hoy, a sus 55 años, sigue preparándose, no quiere que la tecnología le gane la batalla y lo saque de su propio terreno de juego.
“El respeto se gana y la gente lo va considerando a uno de a poquito. Aquí sigo preparándome, tratando de ajustarme a la verdad, siendo investigativo y sobre todo yendo más allá de la respuesta que dé el entrevistado”, concluye.

