Aunque los hermanos mayores (Arhuacos) de la Sierra Nevada de Santa Marta, tienen una idea contraría a la cultura y el comportamiento de los hermanos menores (el común de la gente) esto no les impide desarrollar algunas prácticas e implementarlas en su comunidad, y mucho menos relacionarse sentimentalmente.
Edith Izquierdo o Aty Guney, como fue bautizada en su comunidad Arhuaca, es hija de un Mamo de la Sierra Nevada y llegó hace 20 años a Cartagena, tras conocer el amor de su vida, un hombre (hermano menor) que poco o nada sabía sobre aquella cultura.
Edith que se caracteriza por ser una mujer emprendedora y motivadora de buenas prácticas se quedó a vivir en Cartagena, pero no se olvidó de sus creencias y mucho menos de la responsabilidad que tenía como miembro de una comunidad indígena, a la que aún visita para hacer rituales y pagamentos tradicionales de su cultura.
En Cartagena crió a sus 9 hijos y motivó a sus familiares y amigos para que estudiaran y se profesionalizaran.
“Yo soñaba con que mis hijas estudiaran medicina y derecho, para que le sirvieran a la comunidad, así que las crié con ese pensamiento y hoy están en mi comunidad prestando esos servicios”.
Entre la vestimenta típica de los arhuacos, su dialecto, cultura y las costumbres del cartagenero ha sacado a su familia adelante.
Pero le ha hecho falta cumplir uno de sus propios sueños: estudiar Ingeniería de Alimentos.
Su preparación hasta ese momento, noveno grado, no le permitían matricularse en una Universidad y por su edad, pensó que era muy tarde para seguir estudiando así que prefirió motivar a su familia a que salieran adelante.
“Casi siempre pienso primero en los demás y luego en mí, hasta que un día una de mis hijas me animó para que terminara el bachillerato. Yo me sentía muy vieja para ello, pero mi hija me contó que había un convenio entre la Alcaldía, la Fundación Transformemos y la UNAD para que los adultos estudiáramos”.
Edith se animó, hace dos años entró a estudiar y hace pocas semanas se gradúo como bachiller. Antes había hecho algunos cursos con el Sena sobre manipulación de productos químicos, artesanías y cocina, pero su sueño de estudiar Ingeniería de Alimentos ahora lo puede hacer realidad.
“Cuando entré al colegio pensé que sería la más vieja, pero me encontré con personas de todas las edades, jóvenes y mayores que yo. Pronto me adapté y empecé a cogerle el ritmo al estudio de nuevo”.
Alternar su estudio y el de sus hijos más pequeños, no fue tan fácil para Edith que antes de hacer sus tareas debía ayudar a hacer las de ellos y prepararlos para el colegio.
“Después de mandarlos al colegio, hacer los quehaceres de la casa y acostarlos por la noche, empezaba a estudiar lo mío, hacía las tareas y repasaba las lecciones. Aunque sólo iba a clases los sábados de 7 a.m., a 1 p.m., en la semana debía hacer las tareas y reunirme con varios compañeros para los trabajos”.
Edith dice que fue una de las alumnas sobresalientes en clases, sobre todo en física, química, naturales, informática e inglés.
Hace poco se graduó y ahora está en su casa, tejiendo mochilas arhuacas para vender y con la fe, ahora si, de poder matricularse en Ingeniería de Alimentos.

