Cuando Ana Tulia Gómez, reconocida como “la reina del frito”, llegó a París sintió que estaba en otro mundo.
La arquitectura neoclásica de la ciudad, las calles, los monumentos y la gente, la deslumbraron, pero no lograron que se olvidara de Cartagena.
“Yo estaba feliz allá. Todo es hermoso, la gente era muy amable, había colombianos, mexicanos y muchos latinos y negros como yo, pero no cambio al Corralito de Piedra porque es lo más hermoso del mundo”, expresó con un gran suspiro y orgullo.
Una vez en el avión que de Bogotá partió a Francia, Bleis creía que estaba soñando, pero ni en París podía creer lo que sus ojos veían: Nunca se imaginó algo así. El desarrollo que ostenta la capital de Francia y la gente fue lo que más le llamó la atención.
“Todos son tan elegantes, trabajadores y estudiosos, pareciera que la gente no duerme, todos corren de un lado para el otro. Pareciera como si no hubiera tiempo que perder y eso me llamó la atención la gente parece que no es libre como acá”.
Hace un mes Ana Tulia, junto con Bleis Rosso, fueron elegidas para representar a Colombia con el libro “Cocina Criolla Cartagenera de Vedda Vedda”, en los Gourmand World Cookbook Awards, de París que cada año da un reconocimiento a los libros de cocina y de vino más importantes en el mundo.
El libro es el primero en Colombia redactado por personas de la tercera edad, quienes hace menos de un año aprendieron a leer y escribir a través de la Fundación Transformemos y la Alcaldía de Cartagena.
Las recetas de Ana Tulia y Bleis se encuentran en la publicación.
En el antiguo teatro de Molier (París) estaba el stand de Colombia junto a otros tantos de otros países.
En el stand, además de vender muchos libros, fueron el centro de atención de los visitantes a quienes atraía la decoración y el atuendo que lucían estas dos cartageneras.
Ana Tulia cuenta que recibieron muchas visitas de colombianos residentes en Europa y que todos querían que les hablara de Colombia mientras les preparaba empenada con huevo, carimañola, empanaditas y patacón. Algunos consiguieron queso costeño que venden allá para disfrurarlo con el patacón.
“Los extranjeros sentían curiosidad por los fritos y cuando los probaban querían más. Les encantaba”, cuenta Ana Tulia, a quien el viaje le sirvió para encontrarse con viejos amigos residentes en ese París. “Llegaron al stand y para mí fue una gran sorpresa porque hacía muchos años que no los veía”.
No les quedó mucho tiempo para visitar los monumentos pero no se quedaron con las ganas. Un día antes de regresar a Colombia salieron a conocer las iglesias, los parques, monumentos y sitios emblemáticos de la ciudad.
Visitaron la grandiosa Torre Eiffel y el Arco del Triunfo y algunas iglesias. También les dio tiempo para montar en tren y observar el comportamiento de la gente en la urbe.
Pero a pesar de la belleza de París, una de las ciudades más hermosas, románticas y turísticas del mundo, Ana Tulia y Bleis no lograron olvidarse de las murallas y el Castillo San Felipe”.
“Allá todo es hermoso, limpio y organizado. La gente es muy culta y amable. Fuimos a los canales de Televisión, a la radio y todos nos trataron y hablaron muy bien de nosotros y del país, pero llega el momento en que te hace falta Cartagena, te cansas de estar en una ciudad que no es la tuya y lo único que quieres es regresar a tu casa con tu familia”, dijo Ana Tulia.
Lo que no le gustó mucho fueron las 13 horas de viaje, desde Bogotá hasta Francia. “En el avión no sabían como atendernos, nos ofrecían de todo y estaban muy pendientes pero el susto de que el avión se fuera a caer no me dejaba dormir”.
A Bleis también le dio miedo, pero lo supo controlar. “Me pareció un viaje muy largo y me cansé mucho”.
La comida tampoco les fue muy atractiva. A Ana Tulia le hizo mucha falta el sancocho de costilla, el arroz y la carne, tanto así que el segundo día de estar allí, preguntó a un mesero si allá había arroz, con tan buena suerte que le llevaron una porción con carne.
El plato que más les gustó fue una pasta, penne al pesto.
El viaje les sirvió a estas dos mujeres para seguir soñando, para trazarse metas y querer seguir viajando por el mundo.
Bleis quiere seguir estudiando, terminar la primaria y el bachillerato y ser una chef reconocida. También quiere viajar por todo el mundo al lado de sus dos hijos y mostrar lo mejor de la gastronomía cartagenera.
“Este viaje me sirvió para ver más allá de mis narices, para sentir deseos de superarme más cada día y ver más allá de Cartagena hay cosas maravillosas por descubrir”.
De regreso a casa
Después de una semana mostrando lo bueno de Colombia, Ana Tulia y Bleis llegaron a Bogotá donde la esperaban para hacerle un homenaje y llevarla a los medios de comunicación, pero eran tantas las ganas de llegar a Cartagena que rechazaron todas las invitaciones y esa misma noche regresaron a la ciudad.
Cuando llegó al aeropuerto extrañó que sus hermanas no hayan ido a recibirla, preguntó a sus hijos y todos le dieron algunas excusas que no la convencieron mucho, por el contrario, pensó que algo malo había pasado.
“Cuando llegué a la casa encontré todo oscuro y al encender las luces un grupo de gaita, vecinos, amigos y familiares me sorprendieron.
Fue un momento muy emotivo, tanto que no me di cuenta ni de que mis hijos habían puesto la baldosa en la casa. Realmente me sentí más orgullosa de mi tierra y mi familia.
Hoy Ana Tulia tiene un grato recuerdo de la experiencia. Asegura que por nada del mundo cambiaría a su corralito de Piedra y su gente, sin embargo está dispuesta a seguir viajando y llevando un poquito de sabor, empanadas, pasteles y todas las comidas típicas a cualquier parte del mundo.
Una colombianada
Como buenas cartageneras Ana Tulia y Bleis no se quedaron con las ganas de hacer una “colombianada”: En una calle estaba el semáforo en rojo y como no había carros nos pasamos el semáforo en rojo. La gente nos miró y algunos hasta nos siguieron el mal ejemplo”, cuenta entre risas Bleis.




