Sabe que Dios existe. Lo siente. Lo ve en la mirada inocente de sus tres hijos pequeños. Lo mira en los ojos de las mujeres luchadoras de Bolívar. Dice que la política y el poder son la misma cosa. Que la pobreza va en el alma y no en los bolsillos. El brownie con helado es su debilidad y su peor defecto es la impaciencia. Su única enemiga es la improvisación y no le gusta bailar.
Liliana Majana Pupo habla desde su trono, un sillón gris, y desde su paraíso, un apartamento lleno de blancos y azules. La esposa de Dumek Turbay Paz, gobernador electo de Bolívar, no se cree aquel cuento trillado que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. No señor. Prefiere caminar con él de la mano porque lo suyo -aclara- es la vocación de servicio.
“Nací el 18 de diciembre, no te voy a decir de qué año -ríe a carcajadas-. ¡Mentira! Nací en 1977 y me crié en Alto Bosque, ahí viví mi infancia, en una familia muy unida. Soy la mayor de tres hermanos”, cuenta Liliana.
Siente que nació para optimizar recursos y esa vocación la empujó a estudiar Ingeniería Industrial. “Escogí esa carrera porque tiene un amplio campo de acción y porque me gusta todo lo que tiene que ver con optimizar recursos...el tiempo, el dinero, las personas -explica Liliana-.Me gusta tanto trabajar con personas que me especialicé en gerencia de recursos humanos. Soy una convencida de que el recurso humano es el que le da la ventaja competitiva a las empresas y por eso hay que invertir en él”.
Población vulnerable, su prioridad
Lo de Dumek y Liliana fue amor a primera vista. Se encontraron en un evento social y él quedó flechado con los ojos negros y achinados de la cartagenera. “Fue en 2003. Me pareció un hombre simpatiquísimo, un hombre hermoso. No nos conocíamos, pero después de ese evento él comenzó a enviar chocolates, dulces árabes y la última vez me mandó un ramo de rosas divino, entonces mi mamá me dijo: ‘tienes que llamarlo a darle las gracias’. Lo llamé, comenzamos a salir y bueno, llevamos 11 años juntos...nuestro noviazgo duró un año y medio. Un día me sorprendió en una comida con un anillo, me pidió matrimonio y le dije: sííííí. Nos casamos el 30 de octubre de 2004”, dice.
¿Y quién manda en la casa? -pregunto- Liliana suelta una carcajada. “Bueno, si le preguntas a Dumek te va a decir que yo y así es. De pronto él por su trabajo ha estado un poco más ausente. Tenemos tres hijos: Salma -6 años-, el más travieso: Dumek Júnior -4- y Samuel -un año y 4 meses-. Dumek con los niños es más complaciente y a mí me toca ejercer autoridad, porque estoy todo el tiempo con ellos.
“Mi esposo y yo nos parecemos en muchas cosas, hasta físicamente -ríe- y nos diferenciamos en que soy extrovertida y él es más bien tímido”, cuenta.Y hablando de Dumek, se me ocurre preguntar ¿qué es política? “Es el arte de servir”, responde Liliana, sin titubeos.
-¿Y el poder? “Podemos decir que son iguales. El poder es también la posibilidad de transformar positivamente la vida de las personas que lo necesitan”.Planea usar el poder que le otorga el ser primera dama e invertir su solidaridad los próximos cuatro años en la población vulnerable: niños, mujeres, ancianos y discapacitados.
Nunca ha pasado por su cabeza dejar de apoyar a Dumek porque “hay un compromiso grande con Bolívar”. La campaña política se convirtió en un simple pretexto para recorrer siete pueblos del Departamento y cada rincón de Cartagena. Tuvo que ver la cara más fea del departamento para ponerse en los zapatos de quienes no tienen nada en los bolsillos, pero sí en el corazón.
“Recuerdo mucho un episodio que viví en Turbaco, en un sector que se llama El Talón. Jamás olvidaré que en una casuchita encontré a una familia muy pobre. Había unos cuatro niños pequeños y me partió el corazón la forma tan precaria en la que vivían. Comencé a llorar. Siempre intenté reponerme ante cualquier situación, pero ese día me fue imposible y no dejaba de llorar...a ellos les entregué parte de mi corazón.
“Tampoco olvidaré que en este proceso conocí a una mujer maravillosa y fuerte, sin duda, un ejemplo a seguir. Su esposo falleció en plena campaña, ella tuvo sus días de duelo y me dijo: ‘doctora, sé que a mi esposo le hubiera gustado que yo sea una mujer fuerte, y voy a seguir adelante por mis hijos”, dice Liliana con determinación.
Los días de Liliana comienzan a las 5:30 de la madrugada y terminan siempre a las 9 de la noche, con una lectura del Salmo 4: “En paz me acostaré y así también dormiré, porque sólo tú, Dios, me haces habitar seguro”, confiesa, aclarando, eso sí, que no es una santa y que tampoco pretende serlo.

