Más es más en la estética champetúa.
No importa si estás mondao, si vas para el picó tienes que estar montao y listo para ‘el espeluque’.
La moda en la cultura champetúa es uno de los elementos más representativos de la identidad popular cartagenera, que se sintetiza en expresiones de prestigio y estatus inspirada en otros movimientos de origen afrodescendiente.
Es un sincretismo de estilos y tendencias que se personalizan y le dan una etiqueta única de Made in Cartagena -Hecho en Cartagena-, en estilismos casuales con toques de erotismo y exclusividad.
Dicho de otra manera, la pinta debe ser cómoda para que permita el disfrute en el baile, pero lo suficientemente llamativa para no pasar desapercibido sin ser estrafalario.
La pintaEl look masculino se forma a partir de tres básicos de la ropa para hombres -camiseta, jeans o bermudas y tenis-, pero las siluetas y tonalidades le dan un efecto visual atractivo y vistoso. El contraste de colores encendidos se neutralizan con los jeans anchos o pegados, que dan libertad para moverse al ritmo del picó.
Pero lo más importante para sobresalir son los accesorios, unas zapatillas deportivas de marca pueden ser determinantes.
El investigador cultural, comunicador social y estudioso del movimiento champetúo, Nicolás Contreras Hernández, afirma que los tenis dan cierto estatus.
“La señal de estatus se da en el tipo de zapato. Los jóvenes pueden comer tierra si quieren, pero van a estar bien montaos y con los zapatos deportivos más caros”.En este punto también coincide Andrey Silgado, diseñador cartagenero del género urbano, conocido por su trabajo con Mister Black, Twister, Young F y J Balvin, quien explica que “la gente frontea” con un buen reloj y una cadena de oro.
Silgado, cuyo sello son las camisetas XL, asegura que lo que se busca es la exclusividad en la pinta, que se vea diferente al resto.
Otra tendencia es usar las camisetas y gorras con los nombres de los picós a los que asisten, que se comercializan durante los bailes.
Las mujeres tienden a ser más sensuales, los jeans los prefieren con apliques y pedrerías, a la cadera y ajustados, para resaltar las curvas. Algunas se inclinan por los shorts o las minifaldas, que combinan con blusas escotadas y sandalias bajas o tenis.
Fucsia, naranja, verde biche y los colores fluorescentes son los preferidos para resaltar, así como los cortes y peinados ingeniosos que no pasan desapercibidos.
Dreadlock o trenzas rastafaris, figuras delineadas en el cabello, el corte llamado el siete o mohawk -también conocido como el parcero-, y las gorras son algunas de las preferencias de los hombres. Según Alex Vásquez Iriarte, de la Barbería Los Brothers, los cortes más pedidos entre los hombres son los que usan los cantantes Young F o de Jeivy Dance.
“Cortes casuales como el 7 y las líneas están de moda, y también los rayitos”.
Las mujeres usan su cabello alisado o rizado y con accesorios.
La vieja guardia La moda en la champeta también ha evolucionado según las tendencias e influencias que estén en boga.
Nicolás Contreras destaca que a finales de los sesenta la champeta logra constituirse en la cultura urbana juvenil de los barrios populares, quienes adaptan influencias de otros movimientos afrodescendientes del Caribe.
“La estética de los setentas era una adaptación de la moda de las películas que promocionaban el soukous, el calipso, la música disco y los ritmos antillanos. El cine muestra a los otros negros del Caribe, vistos desde los ojos de Estados Unidos, y los picoteros empezaron a interpretar eso, con algunos elementos de la cultura cubana. El cuello repollo que venía de los rumberos del cine mexicano lo adaptaron los bacanes (que eran los dueños de la calle), pantalones bota campana, calzado con plataforma, camisa abierta hasta llegar al ombligo y pecho pelao sin camisilla. Además adoptaron la tela terlenka y la convirtieron en el centro de la moda, además de un peinado afro porque en la cultura montuna había una resistencia a alisarse el pelo”.
Los ochentas trajeron otros aires, la bota de los pantalones se reduce y el Hip Hop introducen cambios al género.
“En los ochenta el aliser gana un amplio espacio, la bota campana se pone tubo por las influencias de la música rap y la cultura Hip Hop de Nueva York, que era alimentada por los afroamericanos e inmigrantes de Jamaica, Trinidad y Tobago, y las Antillas.Esa gente usa bota de tubo, el anorak o capucha para frío de los esquimales -que aún se utiliza-, y el breakdance se vuelve fundamental en el baile”, explica Contreras.
Otro influjo significativo es el desplazamiento de Barranquilla, como productora de ropa, por las industrias de Medellín, que se constituyó como la ciudad textil por excelencia y epicentro de la moda colombiana.
“Por eso la champeta va tener la influencia de Medellín en la Costa Caribe. Ahora los pelaos usan camisas largas, pantalones rotos, que tiene un antecedente en finales de los 90 cuando los paisas empezaron a reinterpretar la moda. La diferencia es que acá el vestir es más atrevido e incluso pasa algo que no pasaba antes, las chicas se atreven a ir a los bailes con minifaldas y shorts, algo impensable en la champeta porque antes se usaba el jeans apretao y descaderado”, añade el investigador.
De ahí la pluralidad de estilismos que van desde los más conservadores con una influencia africana importante en los estampados y cortes, pero también estéticas más americanas en las que predominan el calzado exagerado y accesorios sugerentes.
Aun así el código visual que impera es la informalidad y el vacile, siguiendo sus propias reglas como dice Mister Black -uno de los máximos exponentes de la Champeta-, “uno tiene que ser original para marcar la diferencia, porque si no, vas a estar igual que los otros”.






