Este es el primer libro de cocina ancestral de Palenque escrito por los mismos palenqueros que gana un premio mundial en Beijing, entre 187 países. Acuérdese que además de eso, Palenque también tuvo un campeón mundial de boxeo, nuestro Antonio Cervantes Kid Pambelé, me dice Justo Valdez que ha venido al periódico con los integrantes de su grupo Son Palenque creado en 1979, ocho de los quince palenqueros que viajaron a Beijing.
Y se soba los ojos para decir que luego de veintitrés horas en avión llegaron a esas lejanías a compartir las treinta y ocho recetas que aparecen en el libro Kumina ri Palenge pa tó paraje (Cocina palenquera para el mundo), publicado por la Fundación Transformemos. Justo me cuenta que llevó un tambor pechiche que se utiliza en Palenque en el Lumbalú, solo en las ceremonias funerarias y se lo regaló a Irina Bokova, directora general de la Unesco en París.
Rodolfo Ardila, director de Transformemos entregó el libro de cocina a Irina Bokova junto con un sombrero vueltiao. El libro está traducido del palenquero al español y al inglés y francés. Como para que el arroz con bleo lo preparen también en Beijing y en cualquier lugar del mundo. Además de las recetas, contiene 18 canciones, 13 de Son Palenque y 5 del Sexteto Tabalá.
Justo Valdez aprendió a leer y escribir a sus 58 años gracias a la Fundación Transformemos al impulsar la alfabetización de más de medio millar de palenqueros mayores. Esta hazaña le mereció a Transformemos el Premio Unesco-Confucio, máximo galardón en educación a nivel mundial. Para sobrevivir en Cartagena, el músico Justo Valdez, autor del Himno a Palenque en homenaje a Benkos Biohó, fue durante 35 años, vendedor ambulante de gafas oscuras en las playas de Cartagena.
Ahora Justo es instructor musical de la Fundación Transformemos. Autor de 145 canciones de las cuales 85 han sido grabadas , dos álbumes han sido promovidos por Transformemos. Muchas de esas canciones forman parte del repertorio musical que ha estremecido públicos en Cartagena, París, Beijing, Marruecos, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Chile, entre otros.
Además de sorprenderse al conocer algunas de las franjas de la Gran Muralla China, Justo viene impactado por la comida de Beijing. Antes de contarnos nos dice que el recibimiento allá fue fenomenal. “Cuando empezamos a tocar y cantar ante el público de Beijing, el ambiente se volvió una fiesta”, dice emocionado.“El público empezó a contagiarse con nuestra música hasta subirse a la tarima a bailar con todos nosotros. Fueron dos días de viaje y seis días en Pekín. Nos recibieron como dioses, como si fuéramos en verdad los embajadores de Colombia en la China”, precisa Justo Valdez.
“No quise probar nada distinto a las patillas, los panes y algunos pasabocas de allá”, me dijo Gustavo Álvarez Monterrosa, quien integra Son Palenque.
La sorpresa fue cuando salimos a recorrer las calles de Beijing. El músico Cecilio Torres Cásseres, quien de sus 53 años de vida, 20 años los ha pasado como vendedor ambulante de gafas en las playas de Bocagrande, me muestra en su celular algunos de los manjares callejeros de Beijing. Unos pinchos de ciempiés, tarántulas, alacranes, escorpiones, caballos y estrellas de mar.
“Si yo los hubiera visto antes, no hubiera probado nada, pero fue al final que los vimos”, me dice Cecilio, quien no se repone de la emoción de subir en el telesférico para ver el paisaje de la la Gran Muralla China.
La delegación me entrega el libro de la cocina palenquera que ha sido premiado a nivel mundial y me digo si algo del sabor de Palenque habrá quedado flotando en la memoria de Beijing. Toda la delegación luce para ser fotografiado una medalla dorada en el pecho y confiesan que este viaje fue una representación cultural de Palenque y Colombia para el mundo.
“A veces la gente no logra entender que nosotros solo estamos llevando las recetas de la cocina palenquera ancestral al mundo entero, y con ella, los sabores de la música y la lengua materna”, me dice Justo Valdez. Todos ahora se abrazan como unos niños sorprendidos.



