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Revista dominical

Claudio Cataño, un galán de ideas profundas

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Tenía solo 15 años y ya había sido expulsado de seis colegios.

El barrio donde vivía, tampoco lo ayudaba. Claudio Cataño residía en La Candelaria, un popular sector de Bogotá con serios conflictos sociales, que también lo estaba afectando.

Es más, del último colegio que lo echaron fue por un problema de pandillas. Su padre, preocupado por la situación, decidió encararlo:

“Mi papá llegó ese día preocupado a la casa y me dijo qué iba a hacer con mi 'hijueputa' vida. Yo le dije que quería ser actor”, cuenta.

El padre lo sacó de la institución y lo metió a estudiar teatro en la escuela de Rubén Di Pietro. Fue justo ahí cuando descubrió su vocación: el arte.

Llegó a Cartagena para grabar la serie Tiro de gracia. Lo abordé en el Club Naval, justo antes de grabar una de las escenas, y me dijo que nos viéramos después de 6:00 de la tarde, en el Hotel Atlantic.

No sé por qué sentí que no cumpliría con la cita. Igual, me arriesgué y llegué. Lo llamaron a su habitación y me hicieron pasar. Cuando abrió la puerta, me recibió a pies descalzos, con un suéter-camisilla blanco y pantaloneta boxer. Aunque él no lo acepte, para mí estaba en pijama; o peor, en ropa interior.

Igual, es Claudio Cataño y está muy bueno. Mientras dialogamos, me di cuenta que no es el típico galán de televisión. Es de ideas muy profundas y no tiene pelos en la lengua para manifestar lo que le incomoda.

Habló de su película Moria, de su ex mujer, la cartagenera Cindy Erazo; de la primera vez que se paró en un escenario, de sus malos hábitos y cómo, después de varios intentos, por fin, logró dejar el alcohol. ¡Lleva dos años sobrio!

¿Recuerda la sensación de estar por primera vez sobre un escenario?- Esa sensación no se me olvida. Yo estaba haciendo una obra que se llama El balcón, del francés Jean Genet, y días antes había tenido una crisis en la escuela y le había dicho a mi papá que yo no servía para una mierda, y que no perdiera más el tiempo, que yo no tenía talento. Mi padre fue a hablar con mi profesor de teatro y éste le recomendó que esperara hasta mi presentación.Cuando terminó la función, mi maestro se levantó delante del público y dijo a todo pulmón: 'si esto no es tener talento a los 16 años, ¿entonces qué es?'. Me cayó un aplauso. Eso fue mejor que 10 orgasmos juntos (suelto una carcajada). No, te hablo en serio. Yo no sabía qué estaba sintiendo, pero ahora entiendo que era éxtasis.Mi papá me llevó a comer con mi novia. Me tomé una botella de vino, mi papá me felicitaba, mi chica también me felicitaba, yo me felicitaba. Me decía: 'Dios mío, no lo puedo creer, güevón'. Por primera vez sirvo para algo en la vida. Me acosté extasiado y me levanté igual. Nunca olvidaré los aplausos del público y el darme cuenta que había encontrado mi vocación.

¿Cuánto tiempo cree que le invierte a la actuación?Yo no hablaría propiamente de actuación, más bien diría que al arte le invierto tiempo completo. Soy una persona bastante inquieta: siempre estoy leyendo, pintando, viendo documentales y más ahora que se me dio por dirigir una película. Se llama Moria. Antes que llegaras, estaba en eso.¿Le ha pasado, quizá, que en la calle lo confundan con los personajes que interpreta?No sé si para bien o para mal, pero hay personajes que he hecho que parece que han tenido repercusiones importantes en las personas. El personaje de Manuel, en A mano limpia, me acompañó en muchos aspectos. Ahora esto que hice en Comando Élite, también. ¿Sabes? No solo es el personaje, sino el producto. Es muy difícil que la gente reconozca que hay un buen producto, que la serie que hiciste está del putas. La historia se confabula, pero no es por mérito de uno, es todo el equipo.

¿Qué cercanía tiene con Cartagena?Bueno, mi primera esposa es cartagenera y tengo un hijo con ella. Aquí saqué mi cédula y mi primera montada en avión solo.

¿Qué opinión tiene de la ciudad?Me parece muy linda. Tiene una connotación romántica: uno camina por el Centro Histórico y es maravilloso, pero es que Cartagena no es solo el Centro. También lo digo porque mi ex mujer venía de un barrio popular. Entonces, conozco la desigualdad social que existe, y es absurda. Es una ciudad con un problema de hambre hijueputa, con racismo. Esto demuestra más que las otras ciudades la falta de idiosincrasia que tenemos como pueblo, ¿cierto? Si vamos hablar de verdad, hay crimen a la lata, pero porque hay hambre. Es una ciudad que en el fondo se está pudriendo en sus entrañas, pero sigue siendo un puteadero turístico. Es una ciudad hermosa, pero el corazón de una ciudad no se puede quedar en la fachada. Y aunque la gente es bella, es un lugar donde se ve un poco la decadencia humana en su mayor esplendor.

¿Qué es lo que menos disfruta de ser actor?Es una pregunta un poco complicada. En otra época te hubiera contestado que te escarben la vida privada, perder el derecho a mirar y ser mirado por todo el mundo. Pero hoy en día creo que eso no es tan grave como tener siempre que estar esperando ese personaje que quieres tener y que no llega. Esa inconformidad. Siempre creer que no me alcanza el talento, que me siento deficiente. Es un tema más conmigo mismo. Es más un tema personal que con el oficio.

¿Y la más encantadora?El oficio me parece un privilegio. Actuar y ser artista y poder entrar a vivir en un proceso creativo me parece un honor ante todo. Y me parece que quien lo ejerza y no dé gracias, es un reverendo imbécil.

¿Qué lo pone de mal humor?La mediocridad, la falta de pasión, la falta de cojones para todo (se enoja). Es que el problema no es tener miedo, sino permitir que eso gobierne lo que uno es. Todos los seres humanos somos cobardes, pero la diferencia radica en amarrarse los calzones y salir a hacer lo que uno tiene que hacer. Eso sonó como si fuera el más valiente.

¿Qué tipo de papel no estaría dispuesto a interpretar?A estas alturas de mi vida, creo que ya ninguno. El oficio del actor consta de hacer cien personajes que a lo mejor pueden ser mejores; y, uno, que puede ser increíble. Creo que en eso la radica el gozo de actuar. Es hacer lo que a uno lo pongan. Ese es el oficio de un actor, no de una celebridad. El actor es un instrumento de ejecución y, como instrumento, tiene que dejarse tocar por muchas manos y tiene que dar todo tipo de notas. Si no, que no se considere actor.¿Sabes? Al son que me pongan, bailo. A veces siento que me acerqué muchísimo e hice un buen trabajo, pero también estoy aprendiendo a dejar de darme tan duro, porque eso es ser artista.

¿Qué hace en su ratos de ocio?Boxeo, pinto y escucho jazz con un amigo músico que me ha introducido en eso, quien, por cierto, está haciendo la música de mi película. Dejé de beber hace dos años (lo dice con orgullo), y el tema es que me siento con mi amigo, como un par de abuelos, a fumar habanos, tomar agua tónica o soda con limón. Nos sentamos a hablar como un par de cuchos.

Finalmente, ¿a qué le teme Claudio Cataño?Le tengo miedo a muchas cosas. A la soledad, al fracaso. Me da terror pensar en la muerte de los seres que quiero. Me da miedo que al final del camino no haya un propósito y que uno haya luchado y luchado y al final diga ¿y esto fue todo? Por ahora, me gusta mentirme y pensar que sí hay un propósito para las cosas. 

No tiene pelos en la lengua para decir lo que le incomoda. Fotos: Kailline Giraldo/ El Universal/
No tiene pelos en la lengua para decir lo que le incomoda. Fotos: Kailline Giraldo/ El Universal/
Piensa que en Cartagena se ve la decadencia humana en su mayor esplendor.
Piensa que en Cartagena se ve la decadencia humana en su mayor esplendor.
Cree que el arte lo salvó.
Cree que el arte lo salvó.
Su ex viene de un sector vulnerable de Cartagena.
Su ex viene de un sector vulnerable de Cartagena.
No le da miedo reírse de sus desgracias.
No le da miedo reírse de sus desgracias.
Dialogamos en el hotel Atlantic.
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