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Revista dominical

San Pablo: de sanatorio a campus universitario

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El Hospital Sanatorio San Pablo tuvo una vida fugaz pero intensa. Dentro de sus gruesas, sólidas y bien edificadas paredes se refugiaron enfermos, sin distingos de clases sociales, de tres de las más terribles plagas que han azotado a la humanidad.

El hospital se creó con la finalidad que fuese el principal centro antituberculoso del norte de Colombia. Se empezó a construir en agosto de 1951, siendo Presidente de la República el doctor Laureano Gómez y ministro de Obras Públicas el doctor Jorge Leyva, hermano del doctor José Pablo Leyva, quien además de ser el pionero en cirugía de tórax, era el jefe de la Campaña Colombiana Antituberculosa en esos momentos.

La construcción fue finalizada y entregada el 23 de agosto de 1952 y el doctor Jesús María Hernández Feria, director del dispensario antituberculoso de Cartagena, fue encargado para su organización y apertura. El 10 de febrero de 1953, sin que se hubiese entregado la dotación hospitalaria y sin presupuesto de funcionamiento, seis pacientes tuberculosos fueron trasladados desde el deprimente pabellón que irónica llamaban “Turbaquito”, en el Hospital Universitario Santa Clara.

En octubre de ese mismo año llegó a Cartagena el doctor Guillermo Valencia Abdala con solo 27 años de edad y recién graduado. Uno de los alumnos más aventajados del Doctor José Leyva, quien lo recomendó para la dirección del Hospital Sanatorio San Pablo. Valencia Abdala fue nombrado por el Ministerio de Salud de Colombia como el primer director en propiedad, con la misión de hacer crecer el hospital y convertirlo en un importante sanatorio antituberculoso y centro de cirugía de tórax.

Pocos meses después, con el apoyo del gobernador Raúl H. Barrios y el Síndico  Departamental Joaquín Franco Burgos, el hospital estaba dotado con los elementos básicos. A mediados de 1954 ya se estaba realizando cirugía de tórax y a punta de mística sus funcionarios fueron posicionando la institución en toda la región.

El 26 de enero de 1955 llegó al hospital la congregación de las hermanas vicentinas, quienes además de las labores de enfermería se encargarían de la curación del alma de los enfermos. Ellas cumplieron una labor ejemplarizante por muchos años, y entre las numerosas actividades crearon “el pastel de San Pablo”, que era servido todos los años, convirtiéndose en emblema de solidaridad para con los afectados de  tuberculosis.Los restantes años cincuenta y la década de los sesenta fueron de esplendor y crecimiento institucional. En ese tiempo la tuberculosis se curaba como si fuera una fractura, con reposo. Se  utilizaban la insuflación de aire en el abdomen y el tórax para colapsar el pulmón y calcificar las lesiones.

Todavía no existían los antibióticos, el temor de la población era inmenso ante los enfermos y la nutrición era estrategia importante. Una de las personas que aportó a ese crecimiento fue la señora Betty Martínez de Aparicio, quien por muchos años adelantó funciones de administración.Un equipo humano con acendrado amor por sus pacientes, atendía a una población que era devastada por una de las enfermedades más horrorosas y temidas, que causaba gran sufrimiento al enfermo y golpeaba a la familia y a la sociedad. El hospital sanatorio fue la tabla de salvación que muchos esperaban.

Además en su seno, se fueron preparando médicos, que como tisiólogos se regaron y laboraron en distintas partes del país, ya que desde mediados de los cincuenta hacía presencia la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena.

El hospital se caracterizaba por su limpieza, organización y mística, aspectos hoy perdidos en el sector público. Creció contando con equipos y nuevos medicamentos, incluidos los antituberculosos que cambiaron el panorama hospitalario de la enfermedad, aunque existiesen dificultades de presupuesto. “Fue una época memorable”.

Ya en 1974, el panorama de la tuberculosis había cambiado, los medicamentos reducían la contagiosidad comunitaria de la tuberculosis por lo tanto comenzaba a dejar de ser necesario el albergue aislado y prolongado de los enfermos.

A raíz de recomendaciones nacionales, a que el hospital Universitario Santa Clara se caía a pedazos poniendo a todos en riesgo y el Hospital Universitario de Cartagena estaba en construcción, la ciudad de Cartagena vio con asombro como el hospital sanatorio antituberculoso era convertido momentáneamente en un hospital universitario general, dando cabida a los enfermos del Santa Clara con sus enfermedades generales o especializadas.

San Pablo albergó con cariño en su seno a docentes, estudiantes, internos y residentes de la Universidad de Cartagena, la ciencia como les llamaba la gente del común. El San Pablo sin dejar de cuidar a sus enfermos de tuberculosis, le cumplió con abnegación a una escuela de medicina y a la sociedad de Cartagena y sus alrededores, en esos momentos de emergencia.

Llegó el 30 de abril de 1976 y se comenzaron a ir los huéspedes al nuevo Hospital Universitario de Cartagena. Uno a uno se pasaron los servicios y el hospital San Pablo se quedó con sus tuberculosos, los afectados de otras enfermedades pulmonares y torácicas. Ya el concepto de sanatorio antituberculoso no era válido, por tanto un servicio de cirugía general y otros fueron abiertos inmediatamente.

El único servicio que se había quedado en el ruinoso edificio del Santa Clara, fue el de psiquiatría. Pocos meses después fue pasado al frente, al convento de San Diego, edificio también en ruinas. Para la época los enfermos mentales que ameritaban tratamientos prolongados, eran enviados por cuenta gubernamental a Sibaté en Cundinamarca. Al parecer por ser alta la mora con ese Departamento, allá tomaron la determinación de regresarlos.

Un avión bajó un buen número de pacientes mentales en el aeropuerto de Crespo. El Hospital Universitario de Cartagena, ya en funcionamiento, no había contemplado áreas para dicho servicio en sus instalaciones.

Los directivos de la salud de Bolívar determinaron a finales de 1976 albergar en un pabellón del Hospital Sanatorio San Pablo a los pacientes psiquiátricos, quienes en aras a la verdad quedaron confinados y reducidos dentro de una institución que no era funcional para el desarrollo de las labores docentes y asistenciales que se ameritaban para la integral y completa atención de los enfermos mentales. Pero fueron recibidos con aprecio.

La edificación se llenó de personas de todos los estratos sociales que atribuladas sufrían la pérdida de la salud mental, desbordando las condiciones locativas y la capacidad de atención. Un nuevo azote corría por la sólida edificación de Zaragocilla. San Pablo cumplía a satisfacción la labor de socorrer a otra pesadilla de la humanidad.

En el año de 1982 era director el doctor Jaime Pastrana Arango, hijo del expresidente Misael Pastrana y gestionó apoyándose en donaciones de sus amigos, la creación de una unidad para drogadictos y alcohólicos que gran falta hacía en la ciudad.

El pintor cartagenero Alejandro Obregón, donó la suma de un millón de pesos que se utilizó en la construcción del pabellón dentro de las instalaciones de la edificación del San Pablo. El pabellón fue denominado “El cóndor”, en alusión a una de las pinturas del maestro y fue inaugurado el 8 de diciembre de 1983. El alcoholismo y la drogadicción eran condiciones que ya se miraban como enfermedades y no como accionares de delincuentes. Problemas graves, azotes sociales y familiares que también fueron abordados con respeto y profesionalismo desde el Hospital Sanatorio San Pablo.En agosto de 1984 se conformó la unidad de farmacodependencia, siendo nombrado como jefe el doctor Ricardo Haydar Ghisays. Hasta enero de 1987 se habían realizado 254 conferencias, invirtiendo más de 500 horas de trabajo, beneficiando a más de 10 mil personas y atendidos más de mil casos de farmacodependencia, de todos los niveles económicos. En 1987 se inauguró la segunda etapa de “El Cóndor”, con un auxilio del Ministerio de Salud y recursos que había gestionado el voluntariado de psiquiatría, las damas azules y la administración del doctor Roberto Eljaiek.Para febrero de 1988, al celebrar los 35 años de inaugurado se prestaban los siguientes servicios. Neumología, tuberculosis, cirugía de tórax, terapia respiratoria, psiquiatría, farmacodependencia, alcoholismo, terapia ocupacional, cardiología y odontología.Tres jinetes del apocalipsis: la tuberculosis, las enfermedades mentales y la farmacodependencia, habían pernoctaron en el Hospital Sanatorio San Pablo. Muchas personas afectadas por cada uno de esos terribles y desoladores azotes, que han afligido implacables a la humanidad, fueron atendidas y salieron adelante. Los tres jinetes fueron muchas veces vencidos por la disponibilidad de trabajo y apostolado médico de sus funcionarios.Ya en la década de los noventa, bajo el marco de nuevas normatividades desaparecería para siempre el nombre de Hospital Sanatorio y en 1995 se comenzaría a llamar Empresa Social del Estado Hospital San Pablo. Llegarían las huelgas, los disturbios, los cierres, las omisiones, la indolencia, las demandas, las tutelas y bajo la voracidad de las hienas que destruyeron todo sin misericordia, un cuarto jinete llegaría a sus aposentos.

Para esos momentos el gigante blanco de Zaragocilla, el hospital Universitario de Cartagena, moría víctima del estallido de sus propias entrañas y la Clínica Club de leones quedaba ciega por siempre dejando sin trabajo a sus empleados. Los pacientes buscaron sanación en el San Pablo, que se resistía a caer, que pese a sus instalaciones destruidas y a unos empleados heroicos que sobrevivieron a muchos meses sin salario, intentaban atender a la región, pero fue en vano. El jinete del paseo de la muerte se ubicó en la entrada, en los pabellones, en el quirófano donde dicen que una mujer contrajo el tétanos, y se adueñó de todo, llevando la institución al final. La E.S.E hospital San pablo fue cerrada para siempre en el 2007, luego de una agonía inhumana, dejando abandonados a los más pobres de la región.

El 27 de noviembre del 2009 el edificio sólido en su estructura, pero en ruinas y totalmente desvalijado, fue entregado por la Gobernación de Bolívar en parte de pago a la Universidad de Cartagena, quien decidió restaurarlo para crear una moderna sede universitaria, llena de salones, laboratorios, espacios amigables y sede de la Facultad de Ciencias Exactas y del programa de Lenguas Extranjeras. Fue inaugurado como campus universitario San Pablo el 5 de noviembre del 2013.Mientras en otras latitudes los hospitales grandes que han impactado en gran forma a su comunidad, son casi eternos, aquí son fugaces. Los mata el sistema de atención en salud. El Hospital Sanatorio San Pablo, que atendió tres de las más pavorosas pesadillas de la humanidad, solo existió 54 años, en ellos nutrió con conocimiento a muchas  cohortes de médicos y alivió la salud física y mental de muchos pacientes. A nombre de tus pacientes, tus servidores y de los que aprendieron el arte de la medicina en tus fronteras, adiós Hospital Sanatorio San Pablo, y gracias.

La historia del antiguo hospital San Pablo es parte de la historia de Cartagena CORTESÍA
La historia del antiguo hospital San Pablo es parte de la historia de Cartagena CORTESÍA
CORTESÍA
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El 27 de noviembre del 2009 el edificio sólido en su estructura, pero en ruinas y totalmente desvalijado, fue entregado por la Gobernación de Bolívar en parte de pago a la Universidad de Cartagena, quien decidió restaurarlo para crear una moderna sede universitaria. En la foto el gobernador de entonces, Jorge Mendoza y el rector, Germán Sierra Anaya. CORTESÍA
El 27 de noviembre del 2009 el edificio sólido en su estructura, pero en ruinas y totalmente desvalijado, fue entregado por la Gobernación de Bolívar en parte de pago a la Universidad de Cartagena, quien decidió restaurarlo para crear una moderna sede universitaria. En la foto el gobernador de entonces, Jorge Mendoza y el rector, Germán Sierra Anaya. CORTESÍA
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