Qué sabio. Él ha recogido una sentencia iluminadora para nuestro tiempo en cualquier rincón del planeta: “Las incontables pequeñas acciones de gente anónima”. La frase es del líder Howard Zinn y él ha incorporado en sus pensamientos sobre la humanidad contemporánea.
La sentencia resuena en su libro “Ocupar Wall Strett: Indignados en el epicentro del capitalismo mundial”, publicado por Ediciones Urano en su colección Tendencias, una de las novedades que se exhibe en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2013.
Son 140 páginas que integran discursos y entrevistas a este artífice y animador de movimientos de inspiración popular como Ocuppy y Ocupar Wall Street, y un homenaje a Howard Zinn. Uno de los grandes logros de estos movimientos en los Estados Unidos es la de hacer visible las enormes “desigualdades de la vida cotidiana en el orden del día nacional”. Y la incitación “a cambiarnos nosotros mismos, individual y colectivamente, en el lugar de trabajo y en la sociedad como un todo”. Esa forma de vida diferente no consiste “en maximizar lo que podemos comprar, sino en maximizar los valores que son importantes para la vida”. No esperar que los políticos y los gobiernos vayan a cambiar las cosas por sí mismos. Nadie lo va a hacer por nosotros, precisa Noam Chomsky, quien reclama un mundo igualitario, sin guerra, sin capitalismo, una sociedad decente. Y recoge las palabras de la poeta Jude Jordan: “Nosotros somos a quienes estábamos esperando”.
El libro está dedicado a 6.705 personas que fueron detenidas por apoyar el movimiento Ocupar Wall Street, desde aquel 24 de septiembre de 2011 durante la marcha en Nueva York, hasta la mujer que fue arrestada en Sacramento el 6 de marzo de 2012 por arrojar pétalos de flores en el Capitolio. Esa aguerrida mujer se llama Torey Van Oot. Ojalá el mundo multiplique esas flores.
Noam habla de la existencia precaria en la periferia de la sociedad: la vida de los ancianos y los pobres, las comunidades de no blancos, y aclara que ya ese deterioro no está en las periferias sino en una parte sustancial de la sociedad. Recuerda que a principios de 2012, el New York Times publicaba en la primera página la triste noticia de una pareja de ancianos de Dixfield, en Maine, que no tenían con qué pagar el recibo de calefacción que les había llegado por setecientos dólares, en aquel invierno implacable. La empresa suministradora del gasoil los amenazó con cortarles el servicio, a sabiendas que podía llevarlos a la muerte. El representante de la compañía dijo estar preocupado por esta situación, pero terminó cortándoles el servicio. ¿Encontrarán congeladas a esas personas?- fue la pregunta del empresario perverso. ¿Cómo hemos llegado a esta situación en los Estados Unidos?- se pregunta Noam Chomsky. La sociedad más rica del planeta se enfrenta a miserias parecidas a las Tercer Mundo.
“La injusticia económica es la parte frontal del problema. Lo que hay debajo es una crisis política de democracia representativa. Muchos políticos ya no ocultan el hecho de que ellos no deben dar cuentas al pueblo”.
Para Chomsky la concentración de riqueza genera concentración de poder político. Y la concentración de poder político “da paso a una legislación que incrementa y acelera el ciclo”, en un círculo vicioso que ha llevado a la amargura, la indignación y la frustración y a una sociedad atomizada.
Ante ese divorcio radical entre las políticas públicas y la opinión pública, Chomsky ve como alternativa el nacimiento de los movimientos como Ocuppy y Ocupar Wall Street.
Vigencia de Howard Zinn
Uno de los libros que han ayudado a cambiar la visión del mundo, lo escribió Howard Zinn: “La otra historia de los Estados Unidos”.
Zinn se dedicó a darle poder desinteresadamente a la gente anónima, haciendo posible los grandes momentos a partir de pequeñas acciones. Cuando fue obrero industrial, activista sindical y educador en el Spelman College de Atlanta, transmitió este legado: “las incontables pequeñas acciones de gente desconocida” que entran en el registro histórico. Esa gente organizada con ideas le hizo frente al racismo, a la brutalidad de la policía y al menoscabo de los derechos civiles. En aquellos años sesenta, Martin Luther King daba forma a ese movimiento del que fue líder. La tarea silenciosa de Zinn multiplicó el movimiento popular de Martin Luther King. Y Zinn fue expulsado del centro donde enseñaba. Luego de ser expulsado, se fue a Boston y pasó el resto de su vida enseñando en la Universidad de Boston, en donde fue admirado y amado por sus alumnos.
Noam Chomski evoca al gran activista e historiador norteamericano como un modelo inolvidable, un ser de “una integridad inspiradora”, con un entusiasmo indeclinable, una elocuencia impactante y un toque de humor ante la adversidad. Una criatura consagrada “a la no violencia y la absoluta decencia”.
Pero las cosas no han cambiado en los Estados Unidos. “El movimiento de los derechos civiles no ha llegado a rozar el sueño de Martin Luther King, pero provocó un gran cambio. Las cosas siguen estado mal, pero no como lo estaban en Alabama en 1960”.
