El dibujante y pintor Rafael Dussán (Bogotá, 1957), expone en la actualidad su serie Naufragios y despojos en la Galería de Alonso Restrepo, realizada sobre maderas salvadas y pulidas por el mar. Una de esas obras alude la historia de Cartagena de Indias y particularmente la Independencia.
El artista bogotano que reside en Cartagena de Indias, interviene estas maderas y con una paciencia de monje tibetano traza líneas, colores y formas que revelan el espíritu en tensión de la ciudad en su ardua batalla por su libertad. Ese mar de los reencuentros y las infamias, ese mar de la adivinanza de un mundo nuevo es también el arribo de la conquista despiadada, el tráfico negrero y tres siglos de coloniaje español, que marcan la vida, la cultura y el espíritu de Cartagena de Indias. Doscientos doce años de Inquisición dejan una huella en la conciencia amurallada de Cartagena de Indias. Los artistas no son ajenos a esta reflexión que impacta en los procesos creativos. Las formas sutiles de Dussán nos llevan a universos encarnizados de esa impiedad de la conquista y a la resistencia espiritual de los nativos. A lo largo de su historia, la ciudad ha sido materia prima de pintores modernos y contemporáneos. Los trazos geométricos de algunos de sus baluartes, al igual que la captación del rico mestizaje de sus seres humanos mestizos incitaron a creadores diversos: Alejandro Obregón (1920-1992), Enrique Grau (1920-2004), Cecilia Porras (1920-1971), Darío Morales (1944-1988), Heriberto Cogollo (1945), Alfredo Guerrero (1938), para citar algunos de ellos, que asumieron desde diversas vertientes el paisaje físico y humano de la ciudad. Los objetos cobran una dimensión de nostalgia en Morales y Guerrero, como el lento desvanecer de la luz del atardecer en un cuarto de una casa antigua. Pero los cuerpos oscilantes, levitantes y en equilibrio de Cogollo nos remiten al universo africano de nuestras mujeres Caribes, dotadas de ritmo y fortaleza. Grau pintó en 1940 a su Mulata cartagenera. Y Obregón recreó en 1983 los amores de Pedro de Heredia y la india Catalina, en la celebración de los 450 años de Cartagena de Indias. Cogollo hizo una versión para un afiche del Festival de Música del Caribe, de la India Catalina. Y Darío Morales se detuvo a pintar el golpe de caderas de la mujer cartagenera.
Me asombra volver a ver el ícono de la Torre del Reloj en muchas de las pinturas de artistas cartageneros como Dalmiro Lora (1954), que logra la explosión de luz y color en técnica mixta, explorando texturas y sensaciones visuales sobre telas, en una suerte afortunada de collages forjados con delicadeza y devoción. Hace unos años el pintor Limberto Tarriba (Santa Cruz de Mompox, 1954), pintó esa misma Torre del Reloj desde una perspectiva surrealista, en la que un carretillero parece atrapar el espíritu de la ciudad en su carreta.
En un nuevo aniversario de la Independencia de Cartagena en 2012, hay muchos matices de la historia secreta y pública de Cartagena que el arte ha mirado tangencialmente: uno, es el horror del Sitio de Morillo en 1815 y el fusilamiento y descuartizamiento de los célebres mártires de Cartagena de Indias en 1816. Los hermanos Jaspe con alma renacentista quisieron atrapar toda la historia en imágenes fotográficas y artísticas.
El arte se parece muchas veces a esa tentativa huidiza y arriesgada de quien atrapa la luz de los naufragios.



