La comunidad del barrio La Fortaleza, en El Zulia, Norte de Santander, amaneció sumida en el silencio y en una mezcla de incredulidad y tristeza tras conocerse la muerte de Luz Marina Vega Silva, una de las mujeres más queridas y reconocidas del sector. Su fallecimiento no solo sorprendió por lo repentino, sino porque ocurrió en una semana que ella esperaba con entusiasmo, hablando de planes que nunca alcanzó a realizar.
El aviso circuló desde muy temprano del 24 de noviembre, cuando comenzaron a difundirse mensajes sobre un accidente de tránsito en la vía que conduce al municipio de El Zulia. En un comienzo, para muchos se trataba de otra noticia trágica entre tantas que suelen conocerse en ese corredor vial; sin embargo, para los habitantes de La Fortaleza el impacto llegó cuando los primeros datos coincidieron: nombre, edad y características de la víctima.
Fue entonces cuando Ángela, una residente del sector que la quería como a una hija, pronunció las palabras que estremecieron a quienes estaban a su alrededor: “Se me mató Luz”.
La Opinión dio a conocer que horas antes de que la confirmación llegara, la rutina de Ángela había transcurrido sin sobresaltos. Como cada mañana, preparó el desayuno destinado también para Luz y para los dos hijos de ella, pero al ver que la mujer no aparecía a la hora habitual, solo pensó que quizá se había retrasado. Incluso respondió con naturalidad cuando una vecina le preguntó por ‘Marinita’: “Por ahí vendrá”, contestó sin imaginar la magnitud de lo ocurrido.
Según las primeras informaciones, el accidente ocurrió hacia las cinco de la mañana, cuando Luz cruzó el puente Mariano Ospina Pérez, a la entrada de El Zulia.
Se presume que regresaba a su casa después de acompañar a una amiga hasta otra vivienda en la moto negra, placa EFB-10H, que había comprado recientemente. A pocos metros de haber descendido del puente se produjo el choque contra una volqueta. El golpe la lanzó contra el asfalto mientras la motocicleta quedó sobre el andén.
Vecinos del sector, al percatarse de la escena, cubrieron su cuerpo con una sábana roja y dieron aviso inmediato a las autoridades. Una patrulla de la Policía, junto con alféreces encargados de la movilidad, llegó al punto para realizar la inspección del lugar y el levantamiento del cadáver, procedimiento que permitió establecer formalmente su identidad.
La noticia se dispersó con rapidez entre los habitantes de La Fortaleza, donde Luz era conocida no solo por su liderazgo comunitario, sino también por su participación en el equipo de fútbol femenino Las Diosas, en el que solían llamarla Vega. Su muerte dejó un vacío profundo, especialmente entre sus dos hijos, de 13 y 7 años, quienes vivían con ella en la parte alta del sector. El padre de los menores los recogió esa misma mañana, mientras que familiares de Luz viajaron desde Chinácota para reunirse con ellos y comenzar a definir el futuro de los niños.
Quienes la conocieron coinciden en que era una mujer incansable, dedicada a sacar adelante a su familia y siempre dispuesta a trabajar en lo que fuera necesario. Ahora, las decisiones sobre el destino de sus hijos se debatirán entre permanecer con su papá en Los Patios o trasladarse a Chinácota, donde su abuela también los espera. Su historia, marcada por esfuerzo y resiliencia, quedó interrumpida de manera abrupta en una madrugada que nadie en La Fortaleza olvidará.