La tarde en el barrio Ospina Pérez, en Cúcuta, Norte de Santander, avanzaba con su rutina habitual cuando una discusión interrumpió la calma de la calle 24, entre las avenidas 3 y 4. Los vecinos escucharon primero los gritos: una disputa cargada de rabia que se acercaba desde la distancia. Lo que ninguno imaginó es que aquella confrontación terminaría en un homicidio a plena luz del día.
Quienes estaban cerca aseguran que dos hombres caminaban enfrascados en un altercado por un asunto personal. La pelea se intensificó justo cuando pasaban frente a una tienda del sector, alrededor del mediodía del 24 de noviembre. Fue ahí donde la situación alcanzó un punto irreversible. De un momento a otro, uno de ellos sacó un arma blanca y atacó a su acompañante.
La puñalada, dirigida al lado derecho del pecho, fue suficiente para dejarlo sin posibilidades de sobrevivir.
La víctima, un hombre de unos 50 años, llevaba una camiseta roja que en segundos quedó empapada por la sangre. Vestía también una pantaloneta blanca y tenis negros. Al recibir la herida, trató de mantenerse en pie unos instantes, pero terminó sentándose en el andén, mientras la sangre comenzaba a brotarle también por la boca. Los testigos lo vieron inclinarse hacia adelante, respirar con dificultad y finalmente desplomarse. Sus últimos movimientos, describen, fueron un espasmo que le hizo escupir el líquido que se acumulaba en su boca.
La Opinión dio a conocer que mientras eso ocurría, el agresor se alejó del sitio. Nadie quiso —o no pudo— relatar con claridad hacia dónde corrió. Entre los residentes circularon versiones que lo señalan como alguien conocido en la zona, pero ninguno entregó detalles concretos.
Alertada por las llamadas de emergencia, una patrulla de la Policía llegó minutos después. Los uniformados verificaron que el hombre no tenía signos vitales y aseguraron el área en espera de la Brigada Interinstitucional de Homicidios. Más tarde, el CTI de la Fiscalía inició los actos urgentes en medio de un cerco rodeado de curiosos que trataron, sin éxito, de obtener alguna explicación.
A esa hora, tres interrogantes dominaban la investigación. El primero, la identidad del fallecido: no portaba documentos y ningún habitante dijo reconocerlo. El segundo, el motivo del ataque, del cual no existe hoy una versión clara. Y el tercero, la identificación del agresor, cuya pista se vuelve más difusa ante el silencio de los testigos.
La Policía continúa revisando las pocas cámaras de seguridad en los alrededores que podrían haber captado el desplazamiento de los hombres antes del ataque. Paralelamente, las autoridades esperan que familiares o conocidos se acerquen a Medicina Legal para avanzar en el proceso de identificación.
De momento, el caso permanece envuelto en incertidumbre, con un homicida prófugo, un móvil desconocido y un hombre sin nombre cuya muerte dejó más preguntas que respuestas en este sector de Ospina Pérez, en Cúcuta.
