El pasado 2 de enero, dos historias conmovieron a los cartageneros. La primera fue la de Audry Lara Saez, una niña de 10 años, que recibió un balazo en la espalda, en medio de un acto sicarial contra su vecino, en el barrio El Pozón. Lea: El drama que vive una niña de 10 años por una bala perdida en El Pozón
Ocurrió el 21 de noviembre del 2024, y batalló contra la muerte hasta mediados de diciembre, cuando los médicos le informaron a su madre que la niña había perdido la movilidad en un brazo y en sus dos piernas. Le dieron de alta, pero Audrey, su madre, nunca se dio por vencida.

Desde el primero de enero comenzó a buscar a los medios de comunicación locales y contó lo ocurrido, logrando que los cartageneros y las autoridades pusieron sus ojos en este caso. En estos momentos Audry ya se pone de pie, camina y el progreso motriz ha impresionado a todos los médicos tratantes.
El segundo caso ocurrió el primero de enero, en el barrio Nueva Venecia, cerca de Nelson Mandela y El Nazareno. Angeline Landines Blanco, de 23 años, y estudiante de enfermería murió a causa de un balazo que recibió en la terraza de una casa.

La joven charlaba con un hombre y aparecieron dos tipos en moto y le dispararon al acompañante de Angeline. Según familiares de la mujer, aquel sujeto usó de escudo o se cubrió con Angeline y ella perdió la vida. Se conoció que meses después ese acompañante fue asesinado en otro barrio. Lea: Matan a hombre que se salvó el día que asesinaron a Angeline Landines
Grettel Sofía, el caso más reciente de una bala perdida
Las historias de Audry y Angeline han vuelto a ser recordadas tras conocerse la dolorosa muerte de Grettel Sofía, una niña de 9 años, que recibió una bala perdida en la cabeza mientras estaba en la terraza de la casa de su abuela en el barrio Villa Fanny.

La niña fue impactada en la noche del domingo 12 de octubre y luchó por vivir hasta la tarde del viernes 17. En el caso de Angeline y Audry, se conoció que la bala salió del arma de un sicario, en medio de un atentado, pero en el de Grettel se desconoce de dónde proviene el proyectil.
Las autoridades ofrecieron hasta 40 millones de pesos de recompensa para quien de información que conlleve a la persona que accionó el arma, pero a la fecha no hay más avances. Lea: Murió Grettel Sofía, la niña de 9 años impactada por bala perdida en Villa Fanny
La guerra que llevan los grupos traficantes de drogas por el dominio del territorio cartagenero y las rentas criminales es, sin duda, lo que ha ocasionado el terrible aumento de muertes en ataques sicariales u homicidios selectivos en los barrios.
Los pistoleros por encargo, en muchas ocasiones, no solo asesinan a su objetivo, además hieren y afectan a personas que nada tienen que ver y que, simplemente, estaban en el lugar equivocado.
En el caso Grettel, que todavía se investiga, existe la hipótesis de que un ciudadano, en medio de un acto irresponsable, habría accionado un arma, es decir, disparó al aire. Ese tipo de hechos deja en evidencia la mala utilización de armas y el peligro que genera en una persona sin conocimientos o preparación.
En lo que va del año, además de Grettel y Angeline, otras personas han muerto víctimas de balas que no iban dirigidas ellas. Tal es el caso Samuel David Carrillo Pereira, de 17 años, un talentoso delantero y promesa del fútbol local que perdió la vida al recibir un balazo mientras compraba comida chatarra en una esquina de Ceballos.

El menor quedó en medio de un aparente atentado sicarial contra un hombre que salía de un establecimiento público. Ocurrió el 28 de septiembre, pero falleció el 12 de octubre. Un caso similar se dio en Manuela Vergara de Curi, donde Andrés Pérez Zambrano, de 16 años, recibió un balazo en la espalda tras hallarse en medio de un violento atraco contra otro sujeto.

El pasado primero de octubre, la alegre ama de casa Elsa Esther Orozco Salguedo, de 49 años, murió tras recibir un balazo en la sala de su casa del sector La Magdalena de Olaya Herrera. Lo que se supo es que ella estaba en la vivienda cuando entró un hombre al que sicarios seguían para matarlo. En el acto, el sicario disparó y le dio a ella por accidente. Lea: A Elsa Orozco la mataron en un atentado que no era contra ella, en Olaya Herrera
Otro caso que se recuerda es el del conductor Édgar Ramos Rivera, quien recibió un balazo mortal mientras iba en su Indriver haciendo una carrera. Los sicarios lo interceptaron y le dispararon a su pasajera, pero en la acción, él murió y ella quedó lesionada. Días después se conoció que esa mujer era una líder social del sur de Bolívar y fue asesinada.

La misma sensación de tristeza y repudio ocasionó el asesinato del biomédico Kevin Overni Betancur Otero, el pasado 22 de junio, en el sector La Puntilla de Olaya Herrera. El joven, quien vivía en Medellín, estaba en la ciudad, visitando a sus padres y salió un rato a saludar a sus amigos, fue entonces cuando aparecieron sicarios y dispararon al grupo donde él se encontraba.

Cabe mencionar que estos son solo algunos casos de balas perdidas en lo que va del año en Cartagena.
Policía invita a crear conciencia sobre el uso de armas de fuego
Una bala perdida es un proyectil que impacta un blanco no intencionado, causando daños o la muerte a una persona no objetivo. Si dispara al aire, la bala viajará hasta 1,6 km hacia lo alto (dependiendo del ángulo de disparo y de la potencia del arma). Una vez que alcanza su altura, la bala caerá en la misma velocidad.
El Código Penal colombiano, en su artículo 365, explica que la “fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, accesorios, partes o municiones de manera ilegal, incurrirá en una condena de 9 a 12 años de prisión”.
En el caso de contar con el permiso de portar el arma, pero que esta sea disparada sin necesidad o en defensa de un derecho propio o ajeno contra injusta agresión, las penas serán de 1 a 5 años de cárcel. La condena es mayor con el agravante de homicidio.