El reciclador Gabriel Eduardo Castellano Castellano fue asesinado el viernes 3 de octubre en el barrio La Gloria de Dios, en el municipio de Cúcuta, tras recibir cuatro balazos en el rostro y uno en el tórax. El crimen, que ocurrió a plena luz del día, ha conmocionado a los vecinos del sector, quienes aseguran que la víctima era una persona tranquila y poco conflictiva.
‘Graviel’, como prefería que escribieran su nombre, según dijo La Opinión, vivía solo en una pequeña casa de madera desde hacía dos meses, después de haber terminado una relación sentimental. Había llegado tiempo atrás desde Venezuela junto a su familia, en busca de mejores oportunidades, y se ganaba la vida como reciclador, compartiendo su jornada con un vecino de confianza.
Según testigos, el hecho se registró hacia las dos de la tarde, cuando Castellano salió de su vivienda y caminó un par de cuadras hasta una tienda del barrio, donde también funciona una empresa de recaudos.
De acuerdo con la reconstrucción preliminar, dos sujetos jóvenes y delgados llegaron caminando por detrás del reciclador. Sin mediar palabra ni advertir su presencia, uno de ellos desenfundó un arma de fuego y le apuntó directamente.
El pistolero disparó cinco veces: una bala impactó en el pecho a su víctima, mientras que las demás la impactaron en el rostro. Los agresores se marcharon caminando, como si nada hubiera ocurrido.
El estruendo de los disparos rompió la calma del sector. Los vecinos, sorprendidos, apenas alcanzaron a resguardarse o mirar desde lejos. “Era un muchacho callado. Cuando pasaba saludaba, pero no más de ahí”, relató uno de los residentes del barrio, todavía consternado por el hecho. La comunidad aseguró que Gabriel no tenía enemigos ni conflictos conocidos, lo que aumenta la incertidumbre sobre los motivos del crimen.
Nadie logró identificar a los atacantes ni seguirles el rastro. Las autoridades fueron alertadas minutos después, pero la Policía llegó a la escena casi una hora más tarde, cuando ya el cuerpo del reciclador yacía sobre el suelo, cubierto por una sábana. Los uniformados acordonaron el área mientras la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) adelantaba las diligencias judiciales y la inspección técnica.
La familia de Gabriel Castellano lo reconoció
La noticia se difundió rápidamente por el asentamiento. Decenas de curiosos se acercaron para confirmar lo sucedido, entre ellos el hermano de la víctima, Ricardo Castellano, quien llegó acompañado de su pareja sentimental para reconocer el cuerpo. Ambos asumieron los trámites judiciales al día siguiente, mientras esperaban la llegada de su madre desde Venezuela.
Amigos y conocidos del fallecido organizaron una recolecta solidaria para apoyar a la familia en medio de la tragedia. Bajo el intenso sol, dos jóvenes recorrieron las polvorientas calles del barrio con alcancías y fotografías de Gabriel, buscando reunir dinero para los gastos funerarios.
Hasta el momento, las autoridades no han establecido los móviles del asesinato. Se conoció extraoficialmente que la víctima era consumidora de marihuana, aunque no se ha determinado si ese hecho podría tener alguna relación con el ataque. La investigación avanza sin una hipótesis clara, mientras la comunidad pide justicia por un crimen que arrebató la vida de un joven trabajador que, según sus vecinos, solo buscaba sobrevivir con dignidad.