En un hecho que ha generado conmoción y múltiples interrogantes en Cúcuta, Norte de Santander, un hombre identificado como Richard Javier Franco Vergara, conocido entre sus familiares y allegados como Charry, perdió la vida en un ataque armado sin aparente motivo. La víctima, de 35 años, fue asesinada en la noche del domingo 14 de septiembre mientras compartía con un primo en el barrio Bellavista.
De acuerdo con el relato de los testigos, Richard había pasado parte de la tarde en un establecimiento comercial del barrio Aguascalientes, donde incluso se encontró con su padre. “Yo estuve con él como media hora, todo normal. Me fui y me enteré que al poco él también se fue del sitio”, contó el hombre, quien jamás imaginó que esas serían las últimas horas de vida de su hijo.
Al regresar a la vivienda en la que estaba hospedado con algunos familiares, asegura La Opinión, Franco Vergara se bañó, se cambió de ropa y sobre las 11:30 de la noche decidió invitar a su primo a tomar unas cervezas en la calle. “Salga y parchamos un rato, que no tengo sueño”, le dijo mientras compraba dos botellas para compartir. Ambos se sentaron en el andén de la casa, frente a frente: Richard sobre un muro pequeño y su primo sobre una piedra. Lea: A Tatiana Ochoa Argote le quitaron la vida mientras se comía un pastel
Pasados apenas unos minutos, el familiar notó la presencia de una motocicleta que circulaba a baja velocidad con dos sujetos a bordo. Aunque la escena le pareció sospechosa, no reaccionó.
Luego de unos 20 minutos y cuando apenas se habían servido la primera ronda de cerveza, la misma motocicleta regresó y se detuvo en el lugar. Los ocupantes descendieron y se dirigieron hacia ellos.
El primo, convencido de que se trataba de un intento de robo, corrió hacia la vivienda buscando refugio. Fue entonces cuando Richard pronunció sus últimas palabras: “¿por qué corre, primo?”. Sin percatarse del peligro que lo acechaba, recibió varios disparos por la espalda. Los atacantes huyeron inmediatamente después de cometer el crimen.
La noticia llegó a su padre a través de una llamada alrededor de la una de la mañana. Atónito, el hombre se negó a creerlo, pero la realidad era irrefutable: su hijo había muerto de manera violenta y sin una causa clara. “Él no era problemático, no se metía con nadie, ni para decir que se haya buscado un problema ese día, porque estuve con él y no pasó nada raro. Nadie sabe darme respuesta y tampoco creo que fuera un robo, porque ya ni plata tenía”, expresó con dolor.
Lo más desconcertante para la familia es que Richard había retornado hacía apenas dos semanas de San Cristóbal, Táchira, en Venezuela, donde trabajaba como vendedor de rifas. Su estilo de vida era itinerante: viajaba de ciudad en ciudad buscando sustento mediante ese oficio. Tras regresar a Colombia, sus recursos económicos ya se habían agotado y esperaba reintegrarse al trabajo en Venezuela, cita laboral que tenía prevista para esta misma semana. Sin embargo, la violencia truncó sus planes.
El homicidio no solo acabó con la vida de un hombre trabajador y conocido por su carácter tranquilo, sino que dejó un profundo vacío en su familia. Richard era padre de un niño de apenas 10 años, quien ahora deberá crecer sin la compañía de su progenitor. El hecho también ha conmovido a vecinos y amigos que se expresaron en redes sociales. “Buen descanso en la eternidad viejo Charry, quienes te conocimos sabemos que fuiste una gran persona, descansa en paz”, escribió uno de sus allegados en un mensaje de despedida.
Mientras avanzan las investigaciones, la incertidumbre sobre el móvil del crimen persiste. La comunidad exige a las autoridades esclarecer el hecho y dar con los responsables de un homicidio que, hasta ahora, parece no tener explicación. Lea también: Una menor de 15 años mató a su padrastro en Turbaco: la víctima era Rafael Puello