Por: Emilio Gutiérrez Yance
En el seno de la Policía Nacional, donde la vocación de servicio se manifiesta en cada acción, encontramos al comisario Dalimiro Sanjuan de Ávila. Desde sus humildes comienzos como auxiliar de policía, Dalimiro ha construido una trayectoria de compromiso inquebrantable a lo largo de más de tres décadas.
En el mercado de Bazurto, un niño de 10 años se extravió entre la multitud. El bullicio era abrumador, y el aire se mezclaba con el dulce aroma de las frutas maduras y el fuerte olor del pescado fresco.

En medio de ese caos, el pequeño Dalimiro sintió un miedo paralizante. Una mano firme se posó sobre su hombro: un policía lo tomó de la mano y lo guió hasta su hogar. Ese gesto sembró en él la semilla del servicio que, años después, lo llevaría a unirse a las filas de la Policía Nacional.
Actos de servicio ejemplares
Este suboficial irradia alegría y sencillez en cada interacción. Su espíritu dicharachero contagia a quienes lo rodean, creando un ambiente de camaradería y optimismo. A los 17 años, trabajando como auxiliar de policía en el aeropuerto Rafael Núñez, vivió una experiencia que lo marcaría para siempre: una madre desesperada, cuyo hijo debía ser operado de urgencia en Bogotá, llegó tarde al embarque. Dalimiro tomó al niño en brazos, corrió por la pista y logró detener el avión antes del despegue, ganándose el aplauso de los pasajeros.

Su carrera ha estado marcada por la cercanía al ciudadano y la promoción de la convivencia pacífica. En el Urabá antioqueño fortaleció la relación entre Policía y comunidad; en el Departamento Bolívar enfrentó desafíos en zonas de alto riesgo, demostrando valentía ante grupos armados ilegales. También, como coordinador de Bienestar Social, lideró proyectos para mejorar la calidad de vida de los policías y sus familias.
Resiliencia y legado
Hoy, como Mando Ejecutivo de Comando, asesora directamente al mando institucional, aportando experiencia y criterio para preservar la disciplina y el clima organizacional. Recuerda con especial intensidad un episodio de 1998, cuando, como miembro del grupo de operaciones especiales, sobrevivió a una emboscada en Córdoba Tetón que dejó su vehículo incendiado por explosivos.

El comisario Dalimiro Sanjuan de Ávila es un ejemplo de que la verdadera grandeza reside en servir a los demás con entrega y compromiso inquebrantable. Su legado seguirá inspirando a las nuevas generaciones de policías a construir un futuro más seguro y justo para todos.