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Así está Audry, la niña de 10 años víctima de una bala perdida en El Pozón

Dramática historia que conmovió a toda Cartagena. Hablamos con la menor y su madre, dos ejemplos de amor, fe y resiliencia.

Así está Audry, la niña de 10 años víctima de una bala perdida en El Pozón

Foto de Audry Lara autorizada por su familia.

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A Audry le brillan los ojos. Son destellos de esperanza, amor, valentía e ilusión. Su mirada va acompañada de una enorme sonrisa y palabras de agradecimiento, una combinación que hoy toma un gran valor. El 21 de noviembre de 2024 ella y todos los suyos creyeron que todo estaba perdido.

Ese día, Audry Lara Sáez, de 10 años, fue víctima de una bala perdida mientras jugaba con sus primos en la terraza de su casa, en el barrio El Pozón. Sicarios en moto llegaron al sector para asesinar a un joven y dispararon sin importarles que cerca estaba Audry y cinco pequeños más jugando. El proyectil entró por un brazo de la niña, perforó su pulmón y se alojó en los discos T4 y T5 de su columna vertebral. Lea: El drama que vive una niña de 10 años por una bala perdida en El Pozón

Niña afectada por una bala perdida en El Pozón.
Niña afectada por una bala perdida en El Pozón.

La menor llegó consciente al hospital y ella misma fue quien dio sus datos en el ingreso, pero minutos después sufrió un paro cardiorespiratorio y quedó en coma por 15 días. “Los médicos me dijeron que tenía que estar preparada para cualquier cosa porque mi hija estuvo 15 minutos sin oxígeno en su cerebro y eso le iba a dejar graves secuelas, como por ejemplo, no hablar, caminar, moverse u otra discapacidad”, relató Audrey Sáez, su madre.

Con ese diagnóstico, además de la noticia de que la bala no iba a poder ser extraída, la madre de Audry sintió que el mundo se le caía encima e hizo lo que cualquier creyente haría; orar y pedirle a Dios un milagro, porque hasta los médicos le recomendaron eso.

Foto autorizada por la madre de la menor.
Foto autorizada por la madre de la menor.

A finales de diciembre (2024), Audry volvió a abrir los ojos, a decir mamá y a manifestar dolencias. Ya no era la misma, los días en la cama de UCI habían cobrado factura, pero todos sabían que era un milagro que siguiera respirando. Lo difícil llegó días después, cuando les informaron que la niña, que días atrás le pidió a su madre que le comprara unos patines para Navidad, estaba siendo condenada a una silla de ruedas. Lea: “Quiero que vuelva a caminar”: habla madre de niña baleada en El Pozón

“Nos dijeron que los discos de la columna que la niña tenía afectados eran muy importantes y que era poco probable que pudiera volver a caminar, que sería un trabajo de muchos años y mucho dinero, o simplemente un milagro. El brazo que resultó herido también quedó inmóvil y sin fuerza, no lo podría usar más”, recordó la madre.

Audrys Lara Saez y su mamá, Audrey Saez González. // Foto: Luis Eduardo Herrán - El Universal.
Audrys Lara Saez y su mamá, Audrey Saez González. // Foto: Luis Eduardo Herrán - El Universal.

Audry escuchaba cada reporte médico y, aunque no entendía qué decían, sabía que algo grave pasaba y lo confirmó aquel instante en el hospital que quiso ir sola al baño y no sintió sus piernas. Ese día, sus expresivos ojos perdieron aquel brillo.

La niña estuvo en la Casa del Niño hasta el 31 de diciembre, cuando le dieron hospitalización domiciliaria. Su madre, quien ha sido también padre para ella, con los pocos pesos que le quedaban, tomó un taxi y la llevó a la misma casa donde recibió el balazo. No había otra opción.

Audry Milena Lara Saez, de 10 años, víctima de bala perdida.
Audry Milena Lara Saez, de 10 años, víctima de bala perdida.

Mientras veía la calle destapada, su casa agrietada, la ahora incómoda cama de Audry y la cartera vacía, esta madre se sumergió en un hueco de frustración, pero solo por un instante, porque recordó que su hija solo la tenía a ella en el mundo. Lea: “Perdono al sicario y ojalá cambie”: madre de niña baleada en El Pozón

Una madre que lucha incansablemente por su hija Audry, en El Pozón

“Por atender a mi hija dejé de trabajar, estaba pasando la situación más difícil. No podía quedarme con los brazos cruzados, así que el 1 de enero, mientras todos celebraban, yo estaba buscando ayuda a través de los medios de comunicación. Gracias a una nota en El Universal, el caso se hizo viral y las ayudas comenzaron a llegar, yo no lo podía creer, para mí fue un ejército de ángeles el que Dios nos mandó”, recordó.

Audrys Lara Sáez conoció a los jugadores del Real Cartagena. // PANTALLAZO
Audrys Lara Sáez conoció a los jugadores del Real Cartagena. // PANTALLAZO

Y sí, en medio de la turbulencia, el dolor y la resignación, llegaron manos solidarias. Desde el señor de la tienda que regaló pañales y alimentos, hasta la mujer que donó una silla de ruedas. Toda Cartagena se conmovió con el caso.

“El alcalde Dumek Turbay nos ha apoyado desde el primero día con toda la gestión hecha desde el Dadis, la Casa del Niño y doctores particulares, además de las terapias físicas y ocupacionales y todo el acompañamiento que a diario nos hace. La gran noticia es que nada ha sido en vano y que la última palabra la da Dios: Audry ya se pone de pie”, dice entre lágrimas la madre de la niña que cursa quinto grado de manera virtual.

Audry Lara Saez, foto autorizada por su familia.
Audry Lara Saez, foto autorizada por su familia.

A la niña ahora los ojos le brillan de emoción porque ella muchas veces intentó bajarse de su cama hospitalaria y caminar. Con la inocencia de su edad, pensó que los adultos exageraban, pero no era así y la venció la impotencia.

“Me dijo un día que no quería estar así, que prefería morir, que por qué le pasó eso. El trastorno de estrés postraumático era muy fuerte, cualquier ruido la asustaba, no hablaba mucho, no quería que la vieran, no tenía ganas de nada”, recordó Audrey.

Pero como hijo de tigre sale pintado, Audry también salió de aquel hueco y puso todo su corazón y esfuerzo en su recuperación. Hace apenas unos días comenzó a dar pasos con ayuda de un caminador y aquel brazo que decían que no iba a usar más, es ahora el que más sostiene su cuerpo para impulsarse a la travesía de volver a ser quien era.

“Cada día se tiene más confianza y eso se nota en su actitud, en los pasos que da a diario. Es un ejemplo del amor de Dios, de sus milagros y de la fe porque yo siempre confié en la voluntad y el poder de Dios y ahora se refleja porque, aun con la bala en la columna, mi hija está caminando”, dijo Audrey mientras miraba la expresión de felicidad de la niña que sueña con ser una gran doctora.

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