Salvajismo y violencia pura, eso es lo que se ve en el sector Ricaurte de Olaya Herrera, en medio de las lluvias o aguaceros que por estos días caen en Cartagena, a plena luz del día y sin reparo alguno.
Mientras llueve, grupos de jóvenes que no superan los 18 años, se ubican en “manadas”, a los costados de la avenida Pedro Romero, en el tramo que va desde la Casa de Justicia de Chiquinquirá, hasta el Puente Caimán, en la entrada a la Calle Colombia, para atrapar a sus presas. Lea: Aromil Girado, el motociclista muerto al chocar con grúa en la Ruta 90
Parece una escena de Discovery Channel o Animal Planet, donde la manada hambrienta se lanza sobre motociclistas que pasan con cuidado por la vía, ya que se encuentra mojada o inundada, pero terminan siendo golpeados, arrastrados y despojados de sus pertenencias.
Entre todos estos menores, los hacen caer de sus vehículos y en el suelo comienzan a intimidarlos con un cuchillo o, a veces solamente con su presencia porque son más de cinco menores atacando a una persona.
Pero no solamente le roban a motociclistas, también a transeúntes, vendedores ambulantes, taxistas y hasta pasajeros de busetas. Algunos vecinos sacan sus celulares y graban los atracos, pero reconocen que eso no es suficiente y necesitan acciones urgentes.
Hace pocos meses Ricaurte inauguró un frente de seguridad, en conjunto y monitoreo con la Policía Metropolitana de Cartagena. Instalaron alarmas que se activan cuando dichos jóvenes o “manadas” comienzan a ubicarse para atacar; sin embargo, los atracos no han disminuido.
“En un día sin lluvia pueden atracar dos o tres veces, pero cuando llueve podríamos contar hasta seis o siete atracos. Tenemos miedo que un día de estos hagan matar o asesinen a un motociclista. Ya los han golpeado, les han robado motos, y pensamos que con las alarmas los ahuyentaríamos pero no ha funcionado del todo”, dijo un vecino del sector.
Otro añadió que “la Policía y el cuadrante han hecho su trabajo, acuden cuando se les llama, pero estos delincuentes son más rápidos, no tiene escrúpulos, entonces queremos visibilizar la situación a ver qué más alternativas podemos tener”.
Los presuntos delincuentes ya están plenamente identificados tanto por las autoridades como por la comunidad. Suelen hurtar bolsos, celulares y cualquier otro elemento de valor, incluso a estudiantes de colegios que se encuentran en esa zona.
Son menores de edad con familias disfuncionales que, en muchos casos, conocen su actuar delictivo pero manifiestan ya no saber qué hacer para “cambiar sus hábitos”. La comunidad pide ayuda.