Se cumplen 3 años del asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en una playa privada de la Isla de Barú en Cartagena. Fue justo el marte 10 de mayo del 2022, en la mañana, cuando la ciudad se estremeció por este caso.
Una hora después la noticia tenía interés nacional e internacional, principalmente porque se estableció quién era la víctima mortal y luego, cómo ocurrieron los hechos. Fue un sicariato fuera de lo común. Lea: Marcelo Pecci: 9 capturados y esto es lo que se sabe del crimen del fiscal
A Marcelo Daniel Pecci Albertini lo asesinaron a balazos a los 45 años. El importante funcionario público de Paraguay se encontraba hospedado en un hotel de Barú, junto con su esposa Claudia Aguilera, disfrutando de su luna miel, ya que hacía unos días se habían casado.

Marcelo, horas antes de su muerte, supo que su pareja estaba embarazada. Se encontraba feliz conociendo a Cartagena, ya tenían varios días en la ciudad y estaban listos para volver a su país, pero el abogado fue baleado mientras tomaba sol frente al mar. Murió en el sitio.
“El que obra mal, le va mal”: los sicarios que asesinaron a Pecci
Pero esta historia, además de demostrar el poder de las mafias y el odio por lo correcto, transparente y legal, es un claro ejemplo de que hacer el mal no paga. Tarde o temprano hay consecuencias. Lea: Sicario confesó asesinato del fiscal Marcelo Pecci: “Agarré 8 mil dólares”
Tras arduas investigaciones, revisión de cámaras de video, entrevistas con testigos y otras herramientas, nueve personas fueron capturadas por este crimen. Siete ya están condenadas, una es procesada en Venezuela y otra murió a cuchilladas en una cárcel en Bogotá.
Los partícipes confirmaron que les pagaron 2 mil millones pesos por el crimen del fiscal y pasaron por el sistema financiero americano, es decir, por un banco de Estados Unidos.

Los capturados fueron Francisco Luis Correa Galeano, quien fue determinado como ‘el cerebro’ del asesinato ya que se encargó de buscar a los marcadores y a los sicarios. Los reunió en Medellín y luego en Cartagena y les explicó el paso a paso del “trabajo”.
Francisco hizo un acuerdo con la Fiscalía con el fin de entregar información importante del caso y que le bajaran penas o delitos. El exmilitar lo logró, pero el pasado 3 de enero lo hallaron acuchillado y muerto en la cárcel La Picota.

También están los hermanos Andrés y Ramón Pérez Hoyos y Margareth Chacón, la esposa de Ramón. Ellos coordinaron la logística, consiguieron a los pistoleros e invirtieron cerca de $1.500 millones para que se ejecutara el plan. Los hombres están condenados a 25 años de cárcel.
Margareth aseguró que no tiene nada que ver con el crimen, que simplemente pasaba vacaciones con su esposo, pero las autoridades aseguran que ella facilitó medios de transporte y se reunió con los sicarios. La mujer pagará 39 años, dice extrañar a sus hijos con Ramón. Lea: Detalles inéditos del crimen de Marcelo Pecci: 3 balazos con pistola 9 mm
Al fiscal Pecci le dispararon tres veces desde una moto acuática que los sicarios alquilaron en Playa Blanca. Parecía la escena de una película de Hollywood. En la misma moto escaparon y luego subieron a un carro que los alejó de la zona hasta perderles el rastro.

Con las cámaras de seguridad, retratos hablados y demás, los identificaron y capturaron en Medellín. A 23 años y 6 meses de prisión fueron condenados Wendre Still Scott, venezolano y sicario que disparó contra Pecci; mientras que Carlos Luis Salinas Mendoza, también venezolano y quien manejaba la moto, se encuentra en proceso de condena en su país.
Eiverson Adrián Arrieta Zabaleta, el conductor del carro donde escaparon los asesinos de Barú también fue sentenciado a 23 años de prisión, al igual que Marisol Londoño Bedoya y su hijo Cristian Camilo Monsalve Londoño, quienes se encargaron de hacerle el seguimiento al fiscal en Cartagena.
La madre y el hijo se hospedaron en el hotel, siguieron a la pareja de esposos todo el tiempo e informaban a los sicarios los movimientos. Ellos afirman que no sabían qué hacían “nos dijeron que era cobrarle una plata a un señor y ya”.

El caso parece estar resuelto, pero no. Todavía no se conoce el nombre del autor intelectual: el que dio la orden, el dinero y comunicó sus deseos a delincuentes colombianos. En algún lugar del mundo debe estar haciendo todo lo que pueda para seguir siendo un enemigo oculto.