En Cartagena, donde el sol no perdona y el viento arrastra historias de esperanza y miedo, hay calles que guardan secretos. Y hay domingos que no se olvidan. En una de esas mañanas donde la ciudad bosteza entre el ruido de los vehículos y el aroma a frituras, la muerte se disfrazó de sombra, quiso cobrar una vida… pero se encontró con Ángela, una valiente patrullera adscrita a la Policía Nacional. Lea: Este es ‘Pajarraco’, el hombre que baleó a patrullera en Alto Bosque
Ese día no llevaba uniforme, pero ¿quién necesita uno cuando se ha nacido para servir? Ángela caminaba hacia su destino como quien va al encuentro de algo invisible, pero inevitable. Desde la noche anterior, su cuerpo le hablaba con ese lenguaje mudo que solo entienden quienes han sentido el peligro en la piel: un escalofrío, una intuición, un susurro que no la dejó dormir.

—“Vi un carro frente a mi casa, luces encendidas… como si alguien me apuntara con el silencio. No vi rostros. Pero vi el miedo mirándome a los ojos”, cuenta la mujer, ahora en un hospital. El ataque a bala ocurrió a las 7:30 de la mañana del pasado domingo 4 de mayo.
A sus 27 años, era la primera vez que enfrentaba cara a cara a la muerte. Un hombre la interceptó, le apuntó y disparó. Dos balas se alojaron en su cuerpo.
Ángela cayó al suelo, pero no su voluntad. Desde el suelo, con la sangre empapando su ropa y el polvo trepando por su piel, hizo lo impensable. Lo que no se entrena. Lo que nace del alma. Se levantó. No como quien intenta ponerse de pie. Se levantó como lo hace el espíritu cuando decide no morir. Se lanzó sobre su atacante, le quitó el arma, lo redujo y lo esposó.

—“Yo sabía que ese hombre quería vaciar el revólver en mí. Pero sentí una fuerza más grande que el dolor. Le gané. Me aferré a la vida… y a mi fe”.
Las heridas en su cuerpo son visibles. Pero las que no se ven… esas son las que más duelen. Y aun así, su voz no tiembla. Sus ojos no se quiebran. Late en ella una llama que no se apaga, aunque haya estado a punto de extinguirse.
Sus compañeros la rodean. Su comandante le estrechó la mano y le dio un abrazo solidario, destacando su valentía. Pero Ángela no pide homenajes. No busca gloria. Solo quiere volver. Ponerse el uniforme. Salir a la calle. Proteger a quienes ni siquiera saben que un ángel sin alas caminó ese día entre ellos.

En su barrio la llaman la mujer que venció a la muerte. Pero ella, desde su lecho, solo repite una frase, casi como un rezo:
—“Me encomendé a Dios. Y Él me protegió”.
Al principio el caso fue tratado como un hurto, pero luego se confirmó que era un ataque contra la uniformada, incluso, el presidente Gustavo Petro consideró que hacía parte del llamado ‘plan pistola’ del Clan del Golfo.

El capturado, identificado con el alias de ‘el Pajarraco’ se encuentra ahora en manos de la Fiscalía. A él le hallaron el arma de fuego y la moto en la que escapaba. La Policía confirmó que tiene 10 anotaciones judiciales en el Sistema Penal Oral Acusatorio (SPOA) como indiciado por los delitos de homicidio (2022), concierto para delinquir (2020), porte ilegal de armas de fuego (2016, 2018, 2024), tráfico de estupefacientes (2021, 2020), amenazas (2018), hurto (2016) y violación de medidas sanitarias (2020).
Por: subintendente Emilio Gutiérrez
Policía de Bolívar