En el 2020, unas 22 personas fueron asesinadas en Bogotá de manera extraña, misteriosa y cruel. Los torturaron, a otros le cercenaron partes del cuerpo y todo ocurrió en medio de la Pandemia por el Covid-19.
Entre las víctimas habían 16 hombres y 6 mujeres y los cuerpos fueron investigados con mucha cautela y disposición hasta que, cinco años después se dio a conocer un macabro hallazgo. Lea: El recorrido de Tatiana Hernández antes de desaparecer en Cartagena
Según Q’hubo Bogotá “el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses reveló un estudio realizado en conjunto con especialistas de la Universidad Nacional, en el cual se expone el uso de un peligroso ‘cóctel’ de dos sustancias en los 22 homicidios. En estos casos, las víctimas eran torturadas y, en algunos, abusadas mientras estaban bajo el control de pentobarbital y fenitoína”.

Añade que: “las pruebas toxicológicas realizadas a los cuerpos encontrados en lugares públicos revelaron la presencia de pentobarbital y fenitoína, una combinación letal, similar a lo que alguna vez se llamó ‘suero de la verdad” y confirmó que esto lo señala el estudio publicado en el portal de noticias de la Universidad Nacional.
“En la morgue comenzamos a notar que llegaban muchos cuerpos con patrones de lesión similares, pero además algunos presentaban traumatismos por proyectil de arma de fuego, otros fueron estrangulados, y también encontramos signos de violencia sexual, traumas menores como golpes, raspaduras y ataduras”, explicó la doctora María Luisa Amador Salazar, autora del estudio y especialista en Medicina Forense de la Universidad Nacional de Colombia a Q’Hubo. Lea: Una ambulancia y un carro quedan destruidos tras incendio en Cartagena
Las víctimas también tenían hematomas en los antebrazos y marcas de punción en las venas. Eran personas entre los 18 y 41 años, residentes de Usme, Ciudad Bolívar, Kennedy, Los Mártires y San Cristóbal, en la capital del país.
“En los cuerpos se encontró pentobarbital y fenitoína en la sangre, el humor vítreo (sustancia de la zona posterior del ojo) y la orina. Así mismo, determinamos que los 22 casos no se trataban de intoxicaciones accidentales, sino que, por el contrario, las sustancias fueron inyectadas directamente en las venas”, relata la doctora Amador.
Las víctimas, en su mayoría, fueron halladas abandonadas en terrenos baldíos, carreteras sin vigilancia y bosques apartados. Entre los fallecidos había recicladores, conductores, peluqueros, habitantes de calle y comerciantes informales; además, 11 de los casos tenían antecedentes de consumo de drogas y 6 habían sido detenidos por la Policía por porte de estupefacientes.

“También identificamos que 14 cuerpos (64 %) eran de colombianos, 7 de venezolanos y un hombre, que aún sigue sin identificar, podría ser un extranjero o un ciudadano colombiano no cedulado”, añadió la doctora Amador.
“Otra de las pistas que reveló el estudio fue que a todas las víctimas les quitaban sus documentos para evitar ser identificadas por las autoridades. Además, se determinó que este tipo de sustancias no son comercializadas para uso humano, sino veterinario”, concluyó Q’Hubo.