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Perdió sus piernas en un accidente y ahora conduce camiones por el país

Así es la vida Carlos Vargas, un hombre al que la adversidad no lo vence, al contrario, lo llena de fuerzas.

Perdió sus piernas en un accidente y ahora conduce camiones por el país

Carlos Vargas: El camino de un gigante

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El asfalto ardiente de la carretera se extiende ante él como una promesa de nuevos destinos. A lo lejos, el horizonte despejado se funde con un cielo salpicado de nubes algodonadas que parecen vigilar su travesía. En la cabina de su camión, con el sol golpeando el parabrisas y el viento cálido filtrándose por las ventanas, Carlos Vargas sujeta con firmeza el volante. Cada kilómetro recorrido es una afirmación de su invencible voluntad. Cada entrega cumplida es una victoria contra el episodio que, hace quince años, intentó arrebatarle su camino. Lea: Clan Vega Daza: una familia de narcos, una masacre y un delator

A los 17 años, un accidente laboral le quitó las piernas, pero no su espíritu. Lo que para muchos habría sido una sentencia de por vida, para Carlos se convirtió en el punto de partida de una nueva historia. No había espacio para la resignación ni para el lamento. “El límite es el cielo”, solía decir con una sonrisa que desarmaba cualquier compasión ajena. Mientras el mundo le ofrecía excusas y le imponía obstáculos, él se concentraba en encontrar soluciones.

Carlos Vargas: El camino de un gigante
Carlos Vargas: El camino de un gigante

Oriundo de Mosquera, Cundinamarca, Carlos creció entre el bullicio de su familia, el aroma del café recién hecho y la firmeza de quienes ven en el trabajo una forma de honrar la vida. Quizá por eso, tras el accidente, no permitió que su historia se definiera por la pérdida, sino por la reconstrucción. Su determinación lo llevó a moverse con destreza en una realidad nueva y, con el tiempo, a desafiar los límites que otros le imponían.

Hoy, Carlos conduce un camión de carga pesada en el que cubre la ruta entre Bogotá y la Costa Caribe. Transporta las mercancías de grandes empresas. A través del parabrisas, contempla los bosques que bordean el camino, testigos silenciosos de sus incontables travesías. La cabina de su vehículo ha sido modificada para adaptarse a sus necesidades, pero más allá de los ajustes técnicos, es su fortaleza mental la que lo mantiene en movimiento. Su único enemigo en el camino es el calor, ese compañero de viaje ineludible en las largas jornadas bajo el sol abrasador.

Carlos Vargas: El camino de un gigante
Carlos Vargas: El camino de un gigante

Pero Carlos no se queja. Al contrario, agradece. Su vida es una plegaria de gratitud a Dios, una celebración diaria por la oportunidad de seguir adelante. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13), suele decir mientras se prepara para otro día de trabajo. En cada parada, en cada conversación con otros conductores, en cada reencuentro con su familia, deja una huella imborrable. No necesita discursos motivacionales ni frases ensayadas; su sola presencia es testimonio suficiente de que los límites son tan reales como uno decida aceptarlos.

Su historia es la de un hombre que superó la adversidad, la de un guerrero que se negó a ser definido por ella. Se puede aplicar a él una de las más conocidas frases de Winston Churchil: “El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.

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