Los días de angustia para Lizbeth Govanna Mójica se acabaron, tras vivir casi 48 horas de incertidumbre por no saber del paradero de su hijo Sebastián Marrero. El joven, de 21 años y oriundo de Estados Unidos, vivió una odisea durante su corta estadía en Cartagena.
Cuenta su mamá que Sebastián logró sobrevivir gracias al apoyo de familiares y trabajadores de donde se encontraba. Este suceso pone de manifiesto la necesidad urgente de mejorar la seguridad y los servicios para turistas en la ciudad.
Sebastián Marrero llegó a Colombia el 15 de enero de 2025. Dos días después, el 17, alrededor de las 7 p. m., fue la última vez que estuvo en contacto con su madre, cuando le informó que se encontraba comiendo en un restaurante. A las 10:55 p. m. de ese viernes, Sebastián envió un mensaje a su madre, ella le respondió de inmediato pero luego no obtuvo respuesta de él. Al día siguiente, a las 10 a. m., aún el joven no había contestado, algo inusual en él, pues siempre respondía rápidamente.
La última ubicación conocida de Sebastián fue en el Centro Histórico de Cartagena, y su celular seguía apagado. Ante la falta de información, Lizbeth comenzó a preocuparse. Pensó que quizá aún se encontraba en las Islas del Rosario, ya que Sebastián había planeado visitar el lugar ese día. Sin embargo, al llegar la noche, y sin recibir respuesta alguna, decidió contactar a la embajada de Estados Unidos, que la remitió con las autoridades colombianas, donde pudo enviar la documentación pertinente de su hijo.
Una tía de Sebastián logró comunicarse con el hostal en el que se hospedaba, en Getsemaní. A través de su autorización, una empleada del lugar pudo ingresar y confirmar que Sebastián había estado allí durante dos días. Se encontraba drogado, traumatizado y llorando. Según el testimonio del joven, aparentemente le habrían suministrado escopolamina, aunque Sebastián no recordaba cómo había ocurrido, lo cual hizo que se le llevaran todas sus pertenencias como su cartera, un bolso, e incluso sus zapatos.
Lizbeth expresó su dolor al compartir que, aunque en Colombia la gente no tiene culpa de lo sucedido, la experiencia fue devastadora. “Es tan horrible, que es como si te apretaran el vientre y te lo partieran en dos”, relató a El Universal.
A pesar de lo ocurrido, Sebastián insistió en seguir disfrutando de su viaje y visitó las Islas del Rosario, como había planeado, ya que no quería irse sin tener por lo menos una bonita experiencia. Finalmente, un pariente acudió a su ayuda, llevándolo a una estación de Policía cercana para realizar el reporte correspondiente. Luego, se cambió de hotel. Aunque su salud seguía un poco mal.
Lizbeth dejó un mensaje claro para las autoridades: “Estén más pendientes de los turistas. Me gustaría que implementaran más programas de información sobre cada turista que los visite, para poder comunicarse rápidamente con sus familiares si algo les sucede. Además, se deben tomar más medidas para evitar que estos casos ocurran