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Sucesos

¿Qué pasó con ‘el Monstruo de la soga’? Asesino serial de mototaxistas

Luis Ramírez Maestre habría torturado y asesinado a por lo menos 60 jóvenes que manejaban motos.

¿Qué pasó con ‘el Monstruo de la soga’? Asesino serial de mototaxistas

Luis Gregorio Ramírez, el monstruo de la soga en Colombia.

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Colombia recuerda con dolor a Luis Gregorio Ramírez Maestre, conocido como ‘el Dexter’, ‘el Asesino de la soga’ o ‘el Monstruo de Tenerife’. El hombre, que actualmente tiene 42 años, permanece en la cárcel La Tramacúa de Valledupar.

Fue capturado en 2012 y condenado a 57 años de cárcel por los delitos de homicidio agravado en concurso heterogéneo y sucesivo con tortura y hurto; sin embargo, recibió una rebajada a 34 años por aceptación de cargos.

El hombre habría torturado y asesinado a por lo menos 60 mototaxistas, pero las autoridades pudieron confirmar su participación en 30 asesinatos. El asesino serial actuó en Tenerife (Magdalena), Sabanalarga (Atlántico), Aguachica (Cesar), Santa Marta (Magdalena), Valledupar (Cesar) y Puerto Wilches (Santander).

Ramírez Maestre saldrá en condición de casa por cárcel o libertad condicional en 2032 cuando cumpla 20 años de cárcel debido a las rebajas de pena que hay en el sistema judicial colombiano de las tres quintas partes de la condena y tendrá cincuenta y dos años. Lea: Golpeó violentamente a su papá y a su mamá porque no le dieron 10 mil pesos

Esta decisión causa miedo entre los familiares de las víctimas y la ciudadanía en general, teniendo en cuenta el diagnóstico de expertos en las ciencias de la conducta humana que aseguran que los asesinos en serie nunca dejan de asesinar ya que su condición mental es permanente y es lo único que les llena de placer, es decir, cuando salga podría volver a actuar de esa cruel manera.

Su vida

Luis Gregorio es oriundo de Valledupar, al momento de ser capturado se le comprobó que estaba casado y tenía tres hijos. En una entrevista a un medio nacional el condenado aseguró que de niño recibió maltrato por parte de sus familiares.

Nunca mostró remordimiento, pena, dolor o vergüenza por lo que hizo, al contrario, cuando hablaba de lo ocurrido mostraba una pequeña risa, típico de la conducta de los asesinos: sin empatía.

Para las autoridades fue difícil dar con el hombre, ya que se esmeraba por no dejar rastros. Cabe destacar que años antes fue capturado por robar motos. La forma de capturar al sujeto fue la menos común.

El hombre se quedó con el celular de una de las víctimas y así rastrearon el teléfono hasta hallarlo en Medellín. Realizaron un operativo y lo capturaron.

Modus operandi

Las víctimas siempre fueron hombres, con menos de 1,70 metros de estatura, delgados y entre los 19 y 30 años. Luis Gregorio se ganaba su confianza, los estudiaba muy bien y luego le pedía sus servicios como mototaxistas. Los llevaba a una zona enmontada y allí los asesinaba.

Primero los asfixiaba sobre la moto, luego los ataba de manos y pie de tal manera que si jalaba sus manos o pies un nudo que la víctima tenía en el cuello se apretaba lo que ocasionaba la asfixia mecánica.

Luis Gregorio se quedaba en el sitio hasta que la víctima muriera, recostado a un árbol y asfixiada. Mientras eso ocurría el consumía una bebida o comía algo. Los uniformados siempre hallaban comida en los sitios. Los cuerpos no eran enterrados.

También guardaba varios objetos personales de las víctimas como billeteras, cédulas, móviles, cascos, entre otros. Ramírez solo aceptó haber asesinado a una persona conocida como John Jairo Amador de la Rosa, después de que las autoridades encontraran el cuerpo con sogas en cuello, pies y manos.

​En palabras del perfilador criminal Mexicano, Brian Escobar afirmó que «Cuándo vi por primera vez las fotografías, me di cuenta que había una fuerte rabia para el tipo de víctimas que considera. El modo en el que asesina me indica que desea que sean sus víctimas, quienes al rendirse por agotamiento, decidan cuando terminará su vida. Le integra un poder el hecho de la desesperación de una persona al saber que morirá, luche lo que luche”.

Luis aprendió a realizar un complicado nudo, típico de los trabajadores del campo, y con ese ató a sus víctimas.

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