Eduardo Torres Zorrilla, el empresario mexicano que murió al caer al mar y ser alcanzado por la maquinaria de propulsión de la motonave en que disfrutaba de un paseo por las Islas del Rosario, el sábado en la tarde, pertenecía a una familia de origen español dedicada a la comercialización de huevo en Irapuato, una ciudad del estado de Guanajuato.
Sus amigos aseguran que era un experto en el ramo inmobiliario y junto con su empresa participó en la creación y conceptualización de proyectos extraordinarios.
En su perfil de la red social LinKedIn escribió recientemente: “permanezco en la búsqueda activa de constructores y desarrolladores dispuestos a cambiar el ramo inmobiliario mediante productos realmente diferentes”.
La tragedia y el drama que hoy vive la familia Torres Zorrilla es similar a la que el 30 de noviembre de 2019 sintieron los parientes y amigos de la universitaria barranquillera Valentina González Medina.
La joven, de 21 años, estaba con un flotador acompañada de su novio cuando fue impactada por el yate “Experiensea”, que en esos momentos salía con un grupo de turistas de la ciénaga de Cholón. La hélice le causó heridas en la espalda, abdomen y cuello, provocándole la muerte casi en el acto.
“Ha muerto en un trágico accidente en las Islas del Rosario, en Colombia, Eduardo Torres, de 30 años e hijo de Pili Zorrilla y nieto de Don Vicente Zorrilla. El irapuatense se encontraba vacacionando”, reseña la prensa mexicana.
Documentos, en regla
La emergencia en la que murió el empresario mexicano ocurrió cuando la embarcación “Breeze II”, en la que iba con allegados, regresaba a Cartagena. El hecho sucedió exactamente cerca de Punta Gigante.
“El turista mexicano se lanzó al mar a recoger un elemento que habría caído cuando realizaba tránsito de regreso a Cartagena y al iniciar nuevamente su recorrido fue alcanzado por la maquinaria de propulsión de la motonave”, señala la Armada Nacional.
Ese organismo dice que atendió la emergencia a través de la Estación de Guardacostas y la Capitanía de Puerto de Cartagena, de la Dirección General Marítima, tras recibir el llamado del capitán de la motonave “Breeze II” a la Estación de Control de Tráfico Marítimo y Fluvial San José.
El extranjero sufrió múltiples heridas y fue trasladado de urgencia a bordo de la Unidad de Reacción Rápida de Guardacostas hasta el Muelle de La Bodeguita.
“Llegó sin signos vitales al ser atendido por parte de los funcionarios del Centro Regulador de Urgencias y Emergencias -Crue-”, señala la Armada, que aseguró que la motonave había zarpado en la mañana del sábado y contaba con todos los permisos vigentes, al igual que su tripulación.
Hace 22 meses
Esa mañana, sábado 30 de noviembre de 2019, Valentina González partió de su natal Barranquilla con rumbo a Cartagena para pasar el día en Cholón. A eso de las 3 de la tarde, cuando faltaba poco para regresar a Cartagena, ocurrió la tragedia.
Un año después, Rafael Pacheco Vega, abogado del joven que acompañaba a la universitaria en aquel momento, le dijo a El Universal que la pandemia por el COVID-19, que en Colombia comenzó a sentirse a mediados de marzo de 2020, no permitió que el proceso tuviese adelantos.
Lea aquí: Tragedia en Cholón: un año después de la muerte de Valentina González
El penalista inspeccionó el área donde sucedió el hecho con expertos, pero hasta ahora el caso sigue un curso lento. Según Pacheco Vega, hay un proceso de tipo administrativo contra la Dirección General Marítima -Dimar- por la falta de cuidado en esa zona insular de Cartagena.
El piloto del yate (Experiensea) que arrolló a Valentina, José Gertrudis Valencia Quintana, residente en la isla de Caño de Loro, fue retenido ese mismo sábado en la tarde. Dos días después quedó en libertad al considerarse que se trataba de un delito de homicidio culposo sin agravantes, lo que lo que lo hace excarcelable.
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