Es un desgraciado el que mató a mi hija”. Marisol Centeno parece estar serena, pero la realidad en su interior es otra. La tranquilidad que muestra con la expresión de su rostro es solo una coraza para sobrellevar su dolor y darle a su hija Rancelis Aguilera un último adiós como se lo merece. No tiene la cédula de la joven y por eso el procedimiento de entrega del cadáver en Medicina Legal se tarda más de lo normal.
A Rancelis la hallan muerta el domingo en la mañana en un solar del barrio Villa Zuldany. Estaba desnuda y tenía más de 20 cuchilladas en la espalda y abdomen más de 20 cuchilladas.
La mirada de Marisol es intensa y sus palabras contundentes. Está molesta por lo que están diciendo de su hija y por esa razón decide dar declaraciones a los medios.
Contesta cada pregunta con una buena actitud y con respeto, y al mismo tiempo con tranquilidad, pero unos segundos después, el llanto le gana la batalla y su expresión es de ira y frustración.
Sea quien sea el responsable del atroz homicidio, para Marisol no es alguien digno de la clemencia de Dios. Ella lo maldice y también le pide al Señor que haya justicia.
“Por qué dicen eso. Por qué dicen que era prostituta, si es mentira. Ella no tenía trabajo y por eso no me podía mandar dinero a Venezuela para ayudarme y para ayudar a su niña, de 5 años. Cuando llegó a Cartagena, hace un año, empezó a trabajar en un restaurante, pero después se quedó sin empleo. Ella estaba viviendo en El Pozón con su marido”, dice Marisol.
Rancelis llega a La Heroica por la misma razón por la que cientos de venezolanos emigran del país vecino. La crisis la obliga a salir de su nación para ayudar a su familia, pero en el camino su suerte, planes y deseos cambian.
Marisol no conoce a la pareja sentimental de Rancelis, pero dice tener razones suficientes para no quererlo para su hija.
“Yo me la quería llevar otra vez a Venezuela. Ese hombre no me gustaba. Me dijeron que alcanzó a maltratarla. Mi otra hija estaba acá y le dijo que se fueran para Caracas el jueves de la semana pasada, pero ella no quiso. Le dijo que se iba a mitad de año”, recuerda la mujer.

El coronel Boris Albor, subcomandante Policía Metropolitana de Cartagena, asegura que pruebas testimoniales le han permitido encaminar las investigaciones hacia lo que podría ser un caso de feminicidio, toda vez que el dueño de la pensión donde la mujer estaba alojada con su marido asegura que este la había amenazado de muerte. Lo que no confirman las autoridades es si hay alguna captura por este hecho de sangre que ha causado conmoción en la ciudad.
Rancelis Aguilar era la tercera de cinco hermanos y antes de llagar a Cartagena vivía en Caracas, en donde laboraba en un almacén de ropa.