Todo apunta a indicar que se trata de Alejandro Pedroza Narváez, quien fuera encontrado colgado de un árbol, poco antes de la 1:00 de la tarde, en el manglar contiguo al peaje del barrio Manga; y de Brayan Cervantes Vélez, a quien las autoridades hallaron en el barrio Policarpa, dentro de un caño que conduce hacia el barrio Arroz Barato.
Familiares de Alejandro Pedroza Narváez, quienes se acercaron ayer a las instalaciones de la morgue del Instituto de Medicina Legal, informaron que tenía 22 años de edad, se desempeñaba como albañil y vivía en el barrio San Fernando, Calle Libertad. Además, era padre de una niña de dos años.
Su madre, Candelaria Valenzuela Batista, contó que Pedroza Narváez salió de su residencia la noche del pasado sábado 28 de abril a comprar unos cigarrillos, pero nunca más volvió.
Horas después los familiares emprendieron la búsqueda, hasta que ayer, mediante la prensa, se enteraron del hallazgo de un cadáver colgando en los manglares del peaje de Manga.
Ayer en la mañana, sus hermanos y su madre se acercaron a Medicina Legal en donde confirmaron que la gorra y la pulsera que portaba el cuerpo eran de propiedad de Pedroza Narváez: la primera la usaba con mucha regularidad; y nunca se despojaba de la segunda.
De otra parte, sus hermanos recordaron que el día que salió de su vivienda lo hizo en chancletas, tal como lo describía la noticia en la prensa.
Candelaria Valenzuela contó que hace 15 días se comunicó por última vez con su hijo, pues ella vive y labora en un inmueble familiar del barrio Manga.
El joven le informó que estaba trabajando con su padre en cercanías de la Bomba El Amparo y que se sentía muy bien y sin problemas. “Él no se metía con nadie, ni tenía problemas por la calle”, aseguró la progenitora.
El NN de Policarpa
En cuanto a Brayan Cervantes Vélez, el joven hallado en Policarpa, se supo que tenía 19 años de edad y vestía pantalón de tela índigo de color oscuro, elemento por el cual lo reconocieron sus allegados.
Hasta el momento se desconoce qué le sucedió a Cervantes Vélez, debido a que el cuerpo se hallaba en avanzado estado de descomposición.
También se cree que pudo haber sido abandonado en otro lugar y que las corrientes del aguacero que cayó el viernes sobre la ciudad lo arrastraron hasta el sitio del hallazgo.
Hasta el cierre de esta edición, se desconocía en dónde vivía Cervantes y a qué se dedicaba.
