El presbítero fue encontrado muerto en su vivienda en la localidad de Capurganá (Chocó). El acto criminal fue repudiado por los ciudadanos, especialmente por la población cristiana de esta zona del país, al igual que por los jerarcas de la Iglesia, que no entienden por qué se presentó este crimen.
Los jerarcas religiosos indicaron que el padre Oviedo Arrieta trabajó al servicio de los más pobres en la región de Urabá, donde siempre estaba dispuesto a realizar obras sociales.
Agregaron que el padre fue ordenado hace cinco años y que nunca se le presentaron problemas de violencia ni se conoció que hubiera recibido amenazas.
Debido al asesinato del representante de la Iglesia católica, la Sijín se trasladó desde La Apartada con el fin de realizar el levantamiento del cadáver del religioso.
Mientras tanto, agentes de la Policía en Capurganá, donde estaba el sacerdote están al frente de las investigaciones con el fin de establecer los móviles y autores del crimen.
La familia del sacerdote, que vive en La Apartada, aún no entiende esta situcación, pues la labor de Walberto Oviedo era la de predicar la palabra de Dios, ayudar a los más desfavorecidos y unir a la población, por lo que desde que llegó se ganó el cariño y el aprecio de la comunidad.
