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“A veces me arrepiento de haber sido actriz”: Vicky

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“Cuando se es joven no se sabe y cuando se sabe ya no se es joven”, dice Vicky Hernández medio siglo después de que escogiera ser actriz, algo arrepentida, algo resignada y algo convencida de esta decisión que la ha llevado a ser reconocida hoy como una de las mejores y de las que más le ha aportado al oficio, a la profesión.
Fue en la academia infantil de José Agustín Pulido Tellez, que tenía su espacio en radio y televisión, donde esta caleña empezó a involucrarse con ese mundo de las máscaras, de los personajes, en ese juego de ser otro. “Eso fue hace muchísimos años cuando la televisión era en blanco y negro y en directo”, comenta. Allí fue actriz por primera vez, casi por accidente, pues el gusto era de su hermana y Vicky la acompañaba a la academia, “como para no molestar tanto en la casa”.
Entonces, tenía siete años y hacía sus primeras apariciones sobre las tablas y en programas de radio y televisión, lo que era casi un juego para ella. Fue a sus 16 años cuando empezó a tomar el oficio en serio y en medio de las dudas decidió ser actriz. Y el juego se acabó, recuerda que las cosas no fueron fáciles, corrían los primeros días del teatro en Colombia y el actor no era bien visto socialmente. “No se usaba eso de ser actor. Era hasta vergonzoso”, evoca.
Por entonces, junto a grandes como Carlos José Reyes, Fernando Granda, Celmira Yepes, Santiago García, “hubo algunos intentos por hacer teatro” y de allí nació el Teatro de Arte Popular, TAP. Luego vino la célebre Casa de la Cultura, hoy Teatro La Candelaria, también en Bogotá. En este entonces, recuerda, inició con una obra en la que ella era la única mujer dentro de un reparto de 17 actores. “Yo era una pelada que iba todavía al colegio y llegaba a ensayar con el uniforme puesto”.
Era una época de entrega al teatro, “los que estábamos ahí dábamos todo: permanecíamos ahí, hacíamos y poníamos la escenografía, barríamos el teatro, vendíamos las boletas, ensayábamos la obra y llevábamos al público casi que arrastrado”, así recuerda esos inicios tanto para ella como para el teatro en Colombia.
Antes, a sus 14 años ya había intentado hacer cine, con un grupo de amigos con el que se reunía para ver y comentar películas y para hacer las propias en formato súper 8. Pero fue sólo casi 15 años después, en 1982 cuando incursionó como actriz en el cine, con la película francesa ‘Paradiso del Trópico’ de Christian Bricault. Pero antes, por supuesto, se probó como profesional en la televisión, a la que volvió cuando ésta “era a color, se pregrababa y las  cámaras, las luces y las condiciones eran diferentes”.

Se perdió la mística
Vicky comenta lo insignificante de esos cambios en comparación con la televisión de hoy, la cual critica fuertemente, sobretodo en lo actoral. Según esta pionera de las artes escénicas en Colombia, actualmente los actores son más imagen que trabajo, dedicación o talento. Llegan a la actuación por simple cuestión de físico y son madurados ‘a punta de prensa’.
“Hoy en día existen los actores aguacate: madurados a punta de periódico, de manager, de notas, pero no de trabajo y eso se nota. Hoy en día uno llega al reinado y de ahí pasa a ser actriz o va al gimnasio, saca la chocolatina y se vuelve actor”, dice referiéndose tanto a la televisión como al cine y al mismo teatro.
“Hoy es bonito hacer esto, pero se perdió la mística, la entrega”, agrega haciendo alusión a que a pesar de los avances técnicos “la calidad de los actores no se ve”.
“En la actualidad hay más adelantos técnicos, mejores cámaras, filtros, luces; preproducción, pregrabados, todo es menos rudimentario y eso debería posibilitar hacer cosas muchísimo mejores, pero a veces uno ve que falta el espíritu, las ganas, el criterio. A mayor desarrollo técnico y de producción parecería haber un desgreño en el tratamiento, en la actuación, en las ganas”, puntualiza.
Pero no todo es pesimismo, pues Vicky manifiesta su aprecio y admiración por esos avances en cuanto a la calidad técnica y la proyección internacional con la que hoy cuenta la televisión colombiana. Asimismo, destaca las nuevas tecnologías como herramienta para que cada quien “haga su propia televisión”.
“Ahora hay una gran influencia de todo el rollo del internet, de lo virtual, de la imagen y del sonido, que ha permitido avances enormes y que hasta los niños de siete años puedan crear sus propias cosas, sus propios cuentos”.
Es así como considera que esos avances pueden ser la condena de la televisión. “Yo creo que la televisión va casi que a desaparecer porque el hecho de que la gente tenga desde muy niña acceso a Internet y pueda jugar con los Ipods y todas estas cosas para crear sus universos, hace que, además de compartirse menos, ya ni se prenda el televisor porque se tiene toda la tecnología y la gente vive conectada a otros mundos y pronto cada quien va a hacer sus propias historias”.

Gran carga a cuestas
En cuanto al contenido, Vicky considera que el problema no es que la televisión entretenga, sino que “no lo hace de una manera inteligente y que aporte algo a la sociedad. No tiene nada de malo entretener pero se trata de hacerlo con buen gusto”.
Y señala que a este medio “se le ha echado a los hombros una carga muy grande” como lo es llenar el vacío que queda en cuanto a las posibilidades y actividades que tiene la gente para su desarrollo.
“Mucha gente ve tele porque no tiene otra cosa que hacer y ésta empieza a dictar, en muchos lugares de Colombia, qué hay que hacer y cómo hay que hacerlo. En ese sentido, la tele tiene una carga infinita sobre los hombros, que a lo mejor en otros países no tiene porque la gente cuenta con otras opciones, otra educación y posibilidades de hacer y tomar su vida. En Colombia a la tele le toca asumir esas responsabilidades porque hay muchos espacios sin llenar para el desarrollo y  la vida de la gente”.

Cuando se sabe ya no se es joven
Tal vez todas esas cosas, la llevan a querer darse un respiro, por lo menos en la televisión, pues por un lado quiere volver al teatro como directora y por el otro compartir su conocimiento con otros como docente.
“Tengo ganas de ver si comparto experiencias con otras personas, porque hace muchísimos años estuve en la docencia y no he vuelto a tomar ese camino y creo que seria interesante compartir experiencias con algunas personas”. Sin embargo, agrega, “cada día tiene su afán y vamos a ver que viene. Ya no me preocupa mucho hacer planes a largo plazo”
Mientras eso sucede seguirá manteniéndose lo más aislada posible de sus personajes para, como bien lo asegura, “no caer muy rápidamente en la esquizofrenia” o no aburrirse, como dice sentirse en ocasiones cuando reflexiona sobre su decisión de ser actriz.
“Ahora no puedo decir si esa fue una decisión bien tomada o no. Yo lo decidí porque estaba familiarizada con el arte, sobretodo, escénico, el cual me parecía emocionante. Es un privilegio haber descubierto eso tan joven, haber insistido en ese trabajo toda la vida, pero a veces cuando me siento desilusionada, aburrida y jarta me digo: ¡ay, que bruta!, he debido decidir hacer otra cosa, y eso era ser médica o  arquitecta”.
Y agrega: “Muchas veces si me arrepiento porque dejé de vivir bastantes cosas interesantes, pero es que eso es muy complejo porque si yo tuviera la experiencia que tengo hoy y me remontara a mis 16 años seguro que no tomaría esta decisión, pero como eso es casi imposible”.
Así, sin mayores pretensiones y en un tono muy calmado, pareciera que resignado, esta leyenda colombiana de la actuación sentencia: “cuando se es joven no se sabe y cuando se sabe ya no se es joven”.

Vicky Hernández hace parte del elenco de la serie "La Bruja". FOTOS CORTESÍA DEL CANAL CARACOL
Vicky Hernández hace parte del elenco de la serie "La Bruja". FOTOS CORTESÍA DEL CANAL CARACOL
Vicky manifiesta su aprecio y admiración por los avances tecnológicos en cuanto a la calidad técnica y la proyección internacional con la que hoy cuenta la televisión colombiana y de las nuevas tecnologías como herramientas.
Vicky manifiesta su aprecio y admiración por los avances tecnológicos en cuanto a la calidad técnica y la proyección internacional con la que hoy cuenta la televisión colombiana y de las nuevas tecnologías como herramientas.
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