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Enfermedades

¿Qué es la enfermedad de la bofetada? Conoce sus síntomas y cómo prevenirla

En la mayoría de los niños es leve y necesita poco tratamiento. Pero, en algunos adultos, la infección puede ser grave.

¿Qué es la enfermedad de la bofetada? Conoce sus síntomas y cómo prevenirla

La enfermedad es contagiosa durante la semana previa a que aparezca el sarpullido cutáneo. //Foto: 123RF

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Hay una patología causada por un virus que se manifiesta con un sarpullido rojo en las mejillas, por lo que se conoce como la enfermedad de la bofetada. Afecta sobre todo a los niños y niñas de entre 5 y 14 años, y en la mayoría de esos casos es leve y necesita poco tratamiento. Pero, en algunos adultos, la infección puede ser grave.

El nombre médico de la enfermedad de la bofetada es megaloeritema o eritema infeccioso y el culpable es el parvovirus B19, un virus muy contagioso y exclusivamente humano, por lo que no es posible que te contagies la infección de una mascota o viceversa. Lea: Ojo con la enfermedad de manos, pies y boca

La erupción en la cara, que debuta con el enrojecimiento de los dos pómulos, se asemeja a cómo quedan las mejillas tras una bofetada, de ahí el nombre de la enfermedad. Posteriormente se extiende al tronco, los brazos y la piernas con una duración de entre tres y cinco días.

¿Cómo se contagia la enfermedad de la bofetada?

La infección por parvovirus “se propaga de persona a persona, como un resfriado, a menudo a través de la respiración, la tos y la saliva, por lo que puede propagarse mediante el contacto cercano entre personas y el contacto directo”, explica Mayo Clinic.

La enfermedad es contagiosa durante la semana previa a que aparezca el sarpullido cutáneo. Una vez que aparece el sarpullido, ya no se considera que tú o tu hijo contagian y no necesitan aislarse.

“Puede darse el caso de que entre los cuatro o diez días previos aparezca fiebre o febrícula, dolor de cabeza, picor o dolor de garganta, dolores musculares, nauseas o diarrea. También que los granitos, que no suelen aparecer en las palmas y las plantas, puedan picar”, precisa la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. Lea: ¡A cuidarse! Los brotes por calor no sólo afectan a los niños

Es en los días previos a la erupción, cuando se puede contagiar, pero una vez que ésta ha brotado ya no, por lo que los niños pueden hacer vida normal e ir a clase.

Síntomas de la enfermedad de la bofetada en adultos

Mayo Clinic asegura que no es común que los adultos manifiesten el sarpullido de la “enfermedad de la bofetada”. “En cambio, el síntoma más notorio de la infección por parvovirus en adultos es el dolor en las articulaciones, que dura de días a semanas. Las articulaciones que se ven afectadas de forma más frecuente son las manos, las muñecas, las rodillas y los tobillos”.

Cuándo consultar al médico

Si tu hijo tiene una afección preexistente que puede aumentar el riesgo de que se presenten complicaciones, como anemia de células falciformes o sistema inmunitario deteriorado; o si te contagias estando en embarazo, pide una cita con el médico.

La enfermedad de la bofetada suele desaparecer de forma espontánea en una o dos semanas. En ocasiones puede dejar una pigmentación más oscura residual o el exantema permanecer de forma intermitente varias semanas o incluso meses, a causa del calor, el sol, el ejercicio físico o la tensión emocional.

El peligro para las embarazadas

La infección por parvovirus también puede propagarse a través de la sangre.

Pedro Gorrotxategi, presidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, explica que también hay posibilidad de transmisión materno-fetal, en el caso de que las embarazadas se contagien y no lo hayan pasado durante su infancia.

En ese caso, se debe hacer un seguimiento a la gestante porque puede producir anemia al feto. Y si se encuentra en el primer trimestre de gestación, se contagia y no lo ha pasado previamente, puede provocar el aborto.

No obstante, casi todos los adultos han padecido en algún momento de la infancia la enfermedad de la bofetada, por lo que tienen defensas, de ahí que la mayor parte de las embarazadas no corra ningún riesgo.

Debido a que no hay vacuna contra el parvovirus B19, las medidas de prevención son las generales: lavado de manos y tener unas buenas prácticas al toser o estornudar, hábitos que ayudan a evitar la propagación.

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