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Salud

La salud mental de los cuidadores: entre la entrega y el autocuidado

Karen Guardo, cuidadora de su hijo y la psicologa Melissa Forero Valest revelan los retos y estrategias para cuidar la salud mental de los cuidadores.

La salud mental de los cuidadores: entre la entrega y el autocuidado

Cuidadora. // 123RF

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Cuidar a otro ser humano es un acto de entrega que combina amor, paciencia y resiliencia. Sin embargo, también implica una carga emocional y física que, en muchos casos, pasa desapercibida para la sociedad. Los cuidadores —en su mayoría familiares— enfrentan el reto de sostener la vida de otros mientras intentan preservar la propia.

En Cartagena, testimonios como el de Karen Guardo Bustamante, madre de un joven con autismo y directora de Inclusivo Fundación, y los aportes de la psicóloga Melissa Forero Valest, ponen sobre la mesa la urgencia de hablar sobre la salud mental de quienes cuidan.

Imagen ilustrativa de una cuidadora. // 123RF
Imagen ilustrativa de una cuidadora. // 123RF

El testimonio de Karen Guardo: transformar el dolor en propósito

Para Karen Guardo, el diagnóstico de su hijo con autismo marcó un giro radical en su vida. Recuerda que todo cambió en cuestión de segundos: sus prioridades, sueños y proyectos profesionales. Enfrentó la pérdida de su empleo, de su hogar y, en muchos momentos, la soledad emocional que conlleva ser cuidadora. Aun así, encontró en la adversidad una misión: acompañar a su hijo y, al mismo tiempo, crear espacios para otros cuidadores.

Con apenas 50.000 pesos prestados, Karen fundó Inclusivo Fundación, una organización que busca dignificar el rol del cuidador y promover la inclusión de personas con discapacidad cognitiva. “Ser cuidadora me enseñó que el amor es una fuerza imparable. He tenido que reinventarme muchas veces, superar miedos, aprender terapias, convertirme en tutora de mi hijo y crear una fundación. Todo para demostrar que, cuando hay amor, no existen límites”, relata.

Front view of a child with a disability in a wheelchair being hugged by his loving mother in the park enjoying the day together.
Front view of a child with a disability in a wheelchair being hugged by his loving mother in the park enjoying the day together.

La carga emocional de cuidar

La psicóloga Melissa Forero Valest señala que los cuidadores suelen vivir bajo una presión constante que se traduce en estrés crónico, culpa, frustración y agotamiento. “El rol del cuidador está atravesado por la sensación de responsabilidad permanente. Se sienten culpables si descansan, frustrados si no pueden cumplir con todo, y agotados por la falta de tiempo personal. Estos factores los hacen más vulnerables a la ansiedad y la depresión”, explica Forero. Le puede interesar: Helicobacter pylori: cómo prevenir la bacteria que afecta al estómago

De acuerdo con la experta, la tensión emocional también está relacionada con el duelo: no solo el que acompaña al deterioro o enfermedad de un ser querido, sino también el duelo por la vida que el cuidador dejó atrás. “Muchas veces, cuidar significa renunciar a proyectos profesionales, amistades o actividades personales. Ese abandono, aunque sea por amor, deja huellas profundas en la identidad y la autoestima”, agrega.

Consecuencias de descuidarse a sí mismo

La falta de autocuidado tiene consecuencias serias. Forero advierte que los cuidadores que no cuentan con apoyo ni estrategias saludables pueden experimentar la llamada ‘fatiga por compasión’.

Los efectos no se limitan a la mente. El cuerpo también resiente la carga. “El estrés prolongado debilita el sistema inmunológico, favorece la aparición de enfermedades físicas y genera un agotamiento generalizado. Dormir mal, alimentarse poco o de manera desequilibrada y no ejercitarse son factores frecuentes en la vida de los cuidadores”, asegura Forero.

Estrategias para proteger la salud mental

Frente a este panorama, la psicóloga propone distintas estrategias de afrontamiento. Una de ellas es la reevaluación cognitiva, es decir, aprender a replantear los pensamientos negativos que suelen acompañar la rutina del cuidado. “En lugar de decirse ‘no hago lo suficiente’, el cuidador puede recordarse que está haciendo lo mejor posible en circunstancias difíciles”, indica.

Imagen ilustrativa de niña con Síndrome de Down. // 123RF
Imagen ilustrativa de niña con Síndrome de Down. // 123RF

Otra herramienta es la práctica de la atención plena. “La meditación y los ejercicios de respiración permiten al cuidador reconectarse consigo mismo, aunque sea por unos minutos al día. Estos pequeños descansos mentales son fundamentales para reducir la tensión y recuperar energía”, aconseja. Le recomendamos leer: Ozempic: ¿solución rápida para bajar de peso o peligro silencioso?

Forero también subraya el valor del afrontamiento social: pedir ayuda a familiares, amigos o servicios comunitarios. “Un error frecuente es pensar que pedir apoyo es señal de debilidad. En realidad, es un acto de sabiduría. Los cuidadores deben entender que no pueden cargar con todo en soledad”, afirma.

Pequeños actos de autocuidado

Tanto Karen como Melissa coinciden en que el autocuidado no significa grandes cambios, sino pequeños actos diarios que nutren el bienestar. Karen, por ejemplo, encuentra refugio en la oración, en bailar salsa, en leer y en compartir con su familia. Para Forero, actividades como caminar, escribir un diario, escuchar música o pintar son recursos poderosos para liberar tensiones y reconectar con la alegría.

No se puede servir de una taza vacía. Cuidarse a sí mismo también es cuidar a un ser querido. Reconocer las propias necesidades no es egoísmo, es un acto de compasión sostenible”,

 Psicóloga Melissa Forero V.

La importancia de comunicar y poner límites

Otra de las recomendaciones centrales es establecer límites claros. Forero explica que el cuidador debe aprender a decir “no” sin culpa. “Los límites no son una barrera contra el ser querido, son una protección para ambos. Si el cuidador está agotado, no puede brindar una atención segura ni de calidad”, enfatiza.

Para lograrlo, aconseja la comunicación asertiva: describir la situación, expresar cómo se siente, especificar qué necesita y señalar las consecuencias. “Por ejemplo: ‘Cuando me encargo solo del cuidado nocturno, me siento agotado. Necesito que compartamos turnos, de lo contrario no podré atender de manera adecuada’. Este tipo de mensajes evita conflictos y promueve el respeto mutuo”, señala.

El poder de las redes de apoyo

Karen resalta que compartir experiencias con otras madres cuidadoras le permitió recuperar fuerzas. “Permitirse sentir, llorar, descansar y sonreír es parte del camino. Recordar que somos humanos y que también necesitamos cuidado nos da la fuerza para seguir”, asegura.

La psicóloga Forero enfatiza que no hay que esperar a estar al límite para acudir a un especialista. “Si el cuidador se siente abrumado la mayor parte del tiempo, si experimenta insomnio, irritabilidad, desesperanza o pérdida de placer, es momento de buscar ayuda. También cuando el cuidado genera conflictos, aislamiento o afecta la vida laboral y familiar”, detalla.

En casos de duelo, traumas o enfermedades de aparición repentina, la intervención psicológica es crucial para acompañar el proceso y prevenir un deterioro mayor. “El corazón que da también necesita descanso, amabilidad y cuidado”, resume Forero.

Un rol que merece reconocimiento social

Tanto el testimonio de Karen como la voz de Melissa coinciden en que los cuidadores son héroes invisibles. Su trabajo, aunque no remunerado en la mayoría de los casos, sostiene familias y comunidades enteras. “La sociedad debe reconocer que el cuidado es un trabajo que requiere tiempo, energía y corazón. No se trata solo de un acto de amor, sino también de una responsabilidad que merece apoyo y recursos”, señala Forero. Le recomendamos leer: Apoyo social y salud mental

Ilustración niño con autismo. // 123RF
Ilustración niño con autismo. // 123RF

La salud mental de los cuidadores es un tema que no puede seguir relegado. Reconocerlo no es solo un acto de justicia, es una inversión en el bienestar colectivo. Porque, al final, cuando los cuidadores están bien, quienes dependen de ellos reciben un cuidado más humano, digno y lleno de amor.

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