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Salud

El peso de la perfección: cuando las leyendas ya no pueden ser humanas

La sensibilidad y el éxito pueden llevar a la autodestrucción. ¿Cómo salvar a las llamadas ‘leyendas’ de una sociedad que idealiza y exige perfección?

El peso de la perfección: cuando las leyendas ya no pueden ser humanas

El costo humano de idealizar a las leyendas. Un análisis sobre los efectos físicos y emocionales que vivieron. //Foto: AP y Archivo.

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Aprendemos de quien tenemos al lado. Imitadores y transformadores en búsqueda de un ejemplo a seguir y, en su defecto, uno que no queremos reproducir. Consciente o inconscientemente somos moldeados por otro ser humano, cercano o lejano.

Y están los aprendizajes de quienes personifican el arte y se someten a multitudes para expresarlo. Algunos alcanzan el título de leyendas: seres extravagantes, fantásticos, magnificados, admirados y queridos como propios.

Sus contribuciones son únicas en la historia de la humanidad. Son seres desafiantes ante lo conocido y lo inexistente, con pensamientos y proclamaciones revolucionarias para el statu quo de la época. Alrededor de estas personalidades, de su vida y su obra, nacen creencias arraigadas a la memoria colectiva, como que “las verdaderas leyendas no pueden ser longevas”, como si su existencia estuviera delimitada por tiempo y espacio: ni un día más ni un día menos.

Sus vidas no solo estuvieron marcadas por su quehacer o su arte, sino que algunos de ellos vivieron con conductas autodestructivas debido a la sobreexposición.

Las leyendas y su arte: sacados del molde

Paloma Carvajalino, psicóloga clínica y especialista en trastornos emocionales y dependencia emocional, analiza el fenómeno que desencadena el peso de la perfección en las leyendas. “Tener una alta sensibilidad emocional y creativa implica una percepción mucho más profunda, intensa y amplia del entorno, así como una empatía más desarrollada. Esto puede derivar en una sobrecarga emocional si la persona no cuenta con las herramientas para canalizar adecuadamente sus emociones. Las personas altamente sensibles o creativas suelen tener una vida interior más compleja. Tienden a hacerse preguntas profundas, a reflexionar, cuestionarse y confrontarse a sí mismas con mayor frecuencia. Esto puede llevarlas a sentirse más vulnerables, solas, incomprendidas y con un vacío emocional profundo. Ese vacío las impulsa, muchas veces, a buscar alivio en conductas de riesgo como el consumo de sustancias psicoactivas, el alcoholismo o una vía de escape. También puede manifestarse en la falta de autocuidado, en no priorizar el bienestar propio ni establecer límites saludables. Todo esto, como consecuencia de no saber cómo gestionar esa sensibilidad emocional elevada”, puntualiza.

Marilyn Monroe encarnó la sensualidad. Murió a los 36 años. //Foto: EFE.
Marilyn Monroe encarnó la sensualidad. Murió a los 36 años. //Foto: EFE.

Son ellos, en muchas ocasiones, los encargados de sacudir la normalidad que se ha impuesto, a través de su música, su espacio en el cine, la literatura y los deportes. Conducen a la reflexión, al debate, marcan otros caminos. Su obra también es el resultado de vivencias de muchos alrededor del mundo y, al obtener el título de admirados, también desencadenan riesgos para esas multitudes y para ellos: para el ser humano que es el artista.

La experta advierte que el éxito, en algunos casos, puede ser tan peligroso y dañino como el caos. Cuando llega de forma repentina y abrupta, puede resultar profundamente desorientador, especialmente si se presenta antes de que las personas hayan desarrollado una identidad sólida o una red de apoyo emocional bien estructurada.

“En estos casos, el éxito puede desencadenar trastornos ansiosos o depresivos, generar aislamiento, provocar un temor profundo ante los nuevos desafíos o un perfeccionismo extremo. También puede que la persona desarrolle una imagen inflada de sí misma, lo cual le impida pedir ayuda o percibir la realidad con claridad, y esta distorsión puede hacer que cualquier situación que no esté a la altura del éxito previamente alcanzado se perciba como un fracaso”, explica.

Estas personalidades, dedicadas al arte, juegan con lo que son y lo que esperan de ellas. El público también es generador de conductas autodestructivas o capaz de ser quien jale el gatillo.

Martin Luther King habló con esperanza y murió por justicia a los 39 años. //AP.
Martin Luther King habló con esperanza y murió por justicia a los 39 años. //AP.

Expuestas a expectativas irreales o inalcanzables sobre lo que “deberían ser”. Se idealiza al personaje, al artista, y se le coloca en un pedestal; se espera que cumpla con estándares que se alejan de la esencia del ser humano y se priva su vulnerabilidad.

“Esto genera una disociación entre la identidad real y la proyectada. La autopercepción se fragmenta, se divide, y comienza a construirse una nueva identidad, creada con el propósito de responder a lo impuesto desde afuera”.

Su persona tiene que ser igual de perfecta que su arte. No hay espacio para el error, no hay momento para el descanso, no hay tiempo para parar, y su cotidianidad se empieza a ver afectada. Pierden el sueño, el gozo, la salud, pero nunca la esperanza de la normalidad, de encajar como los otros.

“Las conductas autodestructivas suelen aparecer como mecanismos de defensa para gestionar o lidiar con temas como la ansiedad, el agotamiento o el vacío emocional. Funcionan, en muchos casos, como una forma de recuperar el control sobre uno mismo. También se relaciona con una narrativa cultural profundamente arraigada, que vincula el sufrimiento con la genialidad y el éxito. Hemos aprendido -erróneamente- que solo quien sufre realmente merece el éxito”.

¿Cómo salvamos a las leyendas?

Romper con los paradigmas sociales preestablecidos podría salvar la vida de tantos y permitirnos tener leyendas vivas que disfruten de los frutos de su cosecha.

El cantante de los cantantes murió a los 46. Su voz es considerada el alma del pueblo. //ARCHIVO.
El cantante de los cantantes murió a los 46. Su voz es considerada el alma del pueblo. //ARCHIVO.

Debemos dejar de ser una sociedad que rompe con la vida de seres altamente creativos y sensibles que le brindan a la humanidad no solo su arte, sino alegría, esperanza y sentido de hermandad.

Aunque sea un sueño idílico, podemos ser una sociedad que salve a los seres admirados, a los seres amados. Porque los juicios y señalamientos matan, y se está detrás de quienes han jalado el gatillo, de quienes han terminado con aquellos que presentan ideas diferentes, como Jaime Garzón o Martin Luther King. Seres que, aunque también pertenecían a este grupo, tenían algo diferente que les garantizaba una vida prolongada: “Contaban con herramientas para gestionar, canalizar, procesar y transitar las situaciones desde una perspectiva más amplia. Es decir, poseen la misma sensibilidad y capacidad empática, pero con habilidades como resolver conflictos, comunicación asertiva, manejo adecuado de las emociones, reconocimiento de sus propias capacidades, autoestima, entre otros”.

Hay que dejar de cosechar el miedo, la fobia al error y la hiperdependencia de la validación. Ellos también pueden equivocarse, llorar y experimentar la belleza de la vulnerabilidad.

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