Las razones para aprender un nuevo idioma suelen estar ligadas al amor, al trabajo o a la curiosidad por conocer otras culturas. Sin embargo, más allá de los beneficios sociales o profesionales, el aprendizaje de lenguas extranjeras tiene un impacto profundo en el cerebro humano: lo ejercita, reorganiza y estimula de manera notable.
Hablar y comprender un idioma no es una tarea simple para el cerebro. Requiere de compleja coordinación entre distintas áreas cerebrales: desde las redes sensoriales, que procesan los sonidos, hasta las áreas motoras encargadas de controlar la lengua, los labios y las cuerdas vocales. Cuando una persona comienza a estudiar un nuevo idioma, este proceso se intensifica, ya que el cerebro necesita adaptarse a un sistema lingüístico diferente, y en ese esfuerzo, cambia.
Un estudio realizado en Alemania en 2024 analizó los cerebros de refugiados sirios que aprendían alemán. Los resultados mostraron un fenómeno conocido como neuroplasticidad: la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales. A medida que los participantes progresaban en su aprendizaje, su cerebro experimentaba un “recableado interno” que transformaba su estructura, aumentando la materia gris en zonas asociadas al lenguaje y a la toma de decisiones.
Aprender idiomas contribuye al desarrollo cerebral, fomenta la agilidad mental y podría incluso retrasar el deterioro cognitivo asociado a la edad.
Estos cambios estructurales no solo afectan la anatomía cerebral, también su funcionamiento. Según la neurocientífica Jennifer Wittmeyer, del Elizabethtown College en Pensilvania, el aprendizaje de un idioma mejora la memoria verbal, la capacidad para reconocer sonidos nuevos y el control de los músculos que intervienen en la pronunciación.
Beneficios de aprender varios idiomas en la niñez
La edad también influye. Los niños pequeños, cuyos cerebros están aún en formación, tienen una ventaja natural para aprender idiomas. Su plasticidad neuronal les permite absorber vocabulario, sonidos y reglas gramaticales con una facilidad que los adultos pierden con el tiempo. “El cerebro infantil no está tan estructurado en torno a una lengua dominante, por eso una segunda lengua se desarrolla con mayor autonomía”, explica Arturo Hernández, neurocientífico de la Universidad de California en San Diego.
En cuanto a si hablar varios idiomas nos hace más inteligentes, los expertos son cautelosos. Aunque existen estudios que vinculan el multilingüismo con mejores habilidades cognitivas, aún no hay evidencia concluyente. “No sabemos si las personas políglotas son más inteligentes o simplemente manejan más palabras”, concluye Hernández.