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Salud

¿Cómo conecto con mi hijo adolescente? Claves de la serie Adolescencia

La serie Adolescencia invita a reflexionar sobre la crianza, la conexión emocional y el rol de los padres en tiempos digitales y de desconexión social. Hablamos con una experta.

¿Cómo conecto con mi hijo adolescente? Claves de la serie Adolescencia

La serie “Adolescencia” de Netflix se ha convertido en un fenómeno global. Se realizaron múltiples ensayos previos a los ensayos técnicos completos y se coreografiaron los movimientos de los actores y el equipo de trabajo. //Foto: Cortesía - Netflix.

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La serie Adolescencia de Netflix sigue generando debate y espacios de reflexión sobre la realidad y la desconexión que se vive en diversos hogares del mundo y en las escuelas. Y es que parece que ya nadie habla el mismo idioma, que no hay comprensión de la comunicación no verbal y que se dejó de percibir el mundo como un espacio en el que cohabita la diversidad humana. No se aplica la empatía, la tolerancia y el respeto; y las necesidades del prójimo se dejan a un lado.

Esta historia ha despertado en los padres un hambre insaciable de protección hacia sus hijos, pero para proteger hay que conectar, y para conectar hay que conocer y amar. El ciberespacio está invadido de preguntas sobre cuál es el manual de crianza que hay que seguir. Para ahondar en el tema y resolver algunas preguntas, Carmen Escallón Góngora, médica especialista en puericultura y terapeuta de familia, analiza lo que ocurre en la popular serie y hace hincapié en la necesidad de velar principalmente por el fortalecimiento de las relaciones padres e hijos, el reconocimiento de la vulnerabilidad como una fortaleza y la importancia de criar en comunidad.

Nunca es tarde para conectar con sus hijos adolescentes

-¿Pueden ser los padres amigos de sus hijos?

Los padres no son amigos de sus hijos. El rol de ser padre o madre es completamente distinto: implica construir vínculos sanos y sólidos que les den a los niños la seguridad de saber a quién acudir cuando enfrentan dificultades. La amistad, en cambio, se construye desde otra perspectiva. A menudo, los amigos son cómplices; no imponen normas ni establecen límites.

Lo más difícil de ser padre es amar a un hijo, permitirle crecer y, al mismo tiempo, ponerle límites. Los hijos no necesitan amigos: necesitan padres reales, presentes y efectivos, que se comuniquen con ellos de manera clara y afectuosa.

En la serie Adolescencia se observa que los padres son buenos, pero están desconectados de su hijo. Muchas veces creen que están seguros porque sus hijos están en casa, en su habitación; sin embargo, están expuestos al computador, a internet, es decir, al planeta entero a través de una pantalla.

Son nuestros hijos quienes nos enseñan los nuevos símbolos, el lenguaje que están integrando en su cotidianidad.

La serie “Adolescencia” de Netflix se ha convertido en un fenómeno global. Se realizaron múltiples ensayos previos a los ensayos técnicos completos y se coreografiaron los movimientos de los actores y el equipo de trabajo. //Foto: Cortesía.
La serie “Adolescencia” de Netflix se ha convertido en un fenómeno global. Se realizaron múltiples ensayos previos a los ensayos técnicos completos y se coreografiaron los movimientos de los actores y el equipo de trabajo. //Foto: Cortesía.

-¿Qué pasa en la etapa de la adolescencia?

La principal tarea del adolescente es construir su identidad, el “yo soy”. En este proceso, los padres deben ser generosos y empáticos, acompañando con respeto el descubrimiento de quiénes son sus hijos. Cuando un adolescente busca identidad, también está buscando pertenecer. Y si no se siente parte de algo, corre el riesgo de perderse a sí mismo.

El adolescente no se rompe por ser adolescente. Se viene quebrando desde antes, desde la infancia, porque a esta etapa se llega recorriendo un camino llamado niñez. Por eso, desde que nuestros hijos son pequeños, es fundamental establecer una comunicación asertiva, que les permita expresarse y donde nosotros nos convirtamos en interlocutores válidos. Lea: Video: Signos de alarma de un niño abusado sexualmente

Escuchar con los ojos es igual de importante que escuchar con los oídos: nuestros hijos nos piden ser observados. Es ahí donde comienza a formarse el vínculo, ese lazo elástico que nos une y que, aunque se estire hasta el otro lado del mundo, no se rompe. Un vínculo sano ofrece la seguridad de que, incluso si se equivocan, siempre estaremos ahí. Poner límites no significa ser autoritarios. Se trata de mirar a nuestros hijos a los ojos, de leer sus rostros, de conectar con ellos desde la presencia.

-¿Cómo me comunico con el adolescente?

Tengo que validar sus emociones, permitirles que las exprese. Preguntarle cómo se siente, no cómo está. Cuando yo me comunico con mi hijo, debo cambiar mi patrón. Reconocer que no es solo lo que me dice verbalmente, sino las señales que me da con su cuerpo, con su mirada, con su silencio. Yo no tengo que prohibir, sino enseñar a través del modelo, de mi actuar. Si no respeto a mis pares, ellos tampoco lo harán en el colegio o en cualquier otro espacio.

-¿Los docentes son actores activos en la educación de los menores?

El colegio tiene una participación muy grande en la proteción de los niños y adolescentes. Ningún colegio debería aceptar la idea de “yo educo a mi hijo” como un acto individual. Educar requiere de una comunidad. Al matricular a un hijo, los padres firman un programa y unas normas de convivencia que deben ser respetadas y compartidas por todos.

En los colegios debería existir una política de tolerancia cero frente al bullying. Permitirlo es ceder poder a menores que aún están en proceso de formación y desarrollo, cuando lo que necesitan es guía, contención y límites claros. Lea: Criar en tiempos modernos: lo que nos enseña Adolescencia de Netflix

-¿Y cómo se recupera ese vínculo?

El ser humano posee una extraordinaria capacidad de plasticidad: podemos generar nuevas neuronas y construir nuevas conexiones. Cuando me acerco a mi hijo desde la humanidad, reconociendo que me he equivocado, se abre una forma distinta y más auténtica de relacionarnos.

El reconocimiento del error es el primer paso hacia la reconciliación. Los niños son nobles, los adolescentes también lo son. Por eso, debemos criar con respeto, y el respeto no tiene nada que ver con la imposición o la fuerza.

La compasión puede ser nuestra salvación. Vivimos cegados ante lo desconocido, como cuando dejamos llorar a un niño en su cuna. En esos momentos, estamos completamente desfasados de una crianza respetuosa desde la primera infancia. Sí, el niño dejará de llorar, pero por dos razones dolorosas: porque se agota de tanto llorar, y su cerebro libera cortisol; y porque, finalmente, pierde la esperanza de ser rescatado.

Debemos convertirnos en figuras de confianza. Y la confianza no implica tener todas las respuestas, sino que nuestros hijos sepan que estaremos allí para contenerlos cuando lo necesiten. Hay que aprender a abrazarlos siempre: cuando son niños, cuando son adolescentes y también cuando son adultos.

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