Cada 2 de abril se conmemora el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, una fecha que promueve la inclusión y el entendimiento hacia las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Esta jornada busca destacar que el autismo no es una enfermedad, sino una forma diferente de percibir y experimentar el mundo.
Detectar el autismo antes de los tres años es clave para el desarrollo de habilidades en comunicación y socialización. Sin embargo, muchas familias enfrentan retrasos en el diagnóstico debido a la falta de información o dificultades en el acceso a servicios especializados.
El cerebro infantil es altamente maleable en los primeros años, por lo que intervenciones tempranas pueden marcar una gran diferencia. No se trata de “curar” el autismo, sino de brindar herramientas para su desarrollo según sus capacidades.
Características del Trastorno del Espectro Autista
El autismo impacta en la comunicación social, flexibilidad en pensamiento y procesamiento sensorial. Algunas personas tienen habilidades lingüísticas avanzadas pero dificultades en la comprensión de dobles sentidos, mientras que otras utilizan métodos alternativos para comunicarse.
Las personas en el espectro pueden experimentar hipersensibilidad o hiposensibilidad a luces, sonidos y texturas. Las rutinas les brindan estabilidad, y los intereses profundos pueden ser una fuente de satisfacción y éxito. Lea: Autismo: ante qué señales se debe sospechar y qué hacer
Inclusión y sociedad: ¿Cómo construimos comunidad para personas autistas?
Para una sociedad inclusiva, es necesario el esfuerzo de la comunidad, instituciones educativas y el sector laboral. La educación inclusiva debe adaptarse a las necesidades individuales, garantizando igualdad de oportunidades. Las empresas también deben reconocer las fortalezas de las personas neurodiversas y generar espacios accesibles.
En ciudades como Cartagena, aunque hay avances, aún existen desafíos en el apoyo constante a lo largo de la vida de las personas con TEA. La falta de diagnóstico temprano y el desconocimiento dificultan la inclusión plena.
Recibir un diagnóstico de autismo puede ser desafiante para las familias. Al principio, muchas experimentan negación y temor debido a mitos y desinformación. Sin embargo, con apoyo adecuado, pueden pasar de la incertidumbre a la aceptación, valorando las diferencias y enfocándose en el bienestar.
Durante esta etapa de negación, la culpa y los reproches mutuos a menudo salen a la luz. En terapia de pareja, es común oír discusiones sobre “genes familiares” o críticas sobre las formas de criar a los hijos.

La transición hacia la aceptación ocurre cuando las familias logran desvincular el diagnóstico de la idea de tragedia. Carlos, padre de una niña con TEA no verbal, lo explicó de una manera muy especial: “El día que dejé de preguntarme ‘por qué a nosotros’ y empecé a preguntar ‘cómo podemos ayudarla’, todo cambió“. Esta reorganización familiar es un proceso activo que implica reconstruir expectativas. Los padres comienzan a celebrar logros que antes daban por sentado: el primer contacto visual sostenido, la primera vez que su hijo les toma la mano para guiarlos, la primera palabra espontánea a los seis años.
Sin embargo, la aceptación no es un destino final. Es un proceso continuo. Cada nueva etapa de desarrollo trae consigo desafíos que ponen a prueba esta aceptación: desde la entrada al colegio, pasando por la pubertad, hasta la vida adulta. Mariana, madre de un joven con TEA de 22 años, me compartió recientemente: “Creí que lo había aceptado cuando tenía 5 años, pero ahora que quiere independizarse, debo aprender a aceptar de nuevo”. Este ciclo de duelo recurrente es natural; el autismo es un compañero de por vida, y cada nueva transición requiere ajustes.
En mi práctica clínica, he identificado tres pilares que facilitan este camino hacia la aceptación: información científica accesible, redes de apoyo emocional y espacios para el autocuidado de las familias. Cuando las familias comprenden las bases neurológicas del TEA, dejan de verlo como un castigo. Al compartir experiencias con otras familias en situaciones similares, dejan de sentirse solas. Y al reservar tiempo para cuidar su propia salud mental, pueden apoyar mejor a su hijo.
El autismo no debe “corregirse”, sino comprenderse y respetarse. La verdadera inclusión significa generar espacios donde cada persona pueda desarrollarse según sus capacidades. En este Día Mundial de Conciencia sobre el Autismo, el llamado es a seguir construyendo un mundo donde todas las personas sean valoradas y aceptadas.