Vive tan fascinada por la majestuosa complejidad del cerebro humano que aún recuerda la primera vez que tuvo uno en sus manos. Con esa misma pasión lucha contra tumores y enfermedades. Es una labor que desarrolla a través de una especialidad poco común: la neuropatología.
Natalia Vélez Char es cartagenera. Sus ojos resplandecen cuando habla sobre su profesión. Es un amor que la acompaña siempre. “Tenía una muy buena amiga en el colegio, que quería ser científica. Ella me empezó a meter la idea, por ahí fue por donde comencé a conocer sobre la medicina. En principio quería estudiar neurociencias, pero en ese entonces no era tan conocida. Entonces, estudié medicina”, narra. “Recuerdo los experimentos en el colegio, donde te daban cerebros de cerdos y tocaba examinarlos. Yo era feliz con eso”, complementa.
Al terminar medicina en la Universidad del Norte, de Barranquilla, decidió probar suerte en Alemania, con un Máster en Neurociencias en la Universidad de Regensburg. Y, entonces, comenzó a investigar sobre tumores cerebrales con un grupo de neurooncología. “Volví a lo que quería inicialmente: neurociencias. Mi tesis era una investigación sobre el glioblastoma, el más agresivo de los tumores cerebrales. No tiene cura, quitarlo es un problema por la manera en que crece. Entonces uno da al paciente el mejor tratamiento posible, pero se sabe que en 16 meses, a más tardar, la persona va a morir. Nosotros estábamos tratando de buscar métodos para frenar el crecimiento del tumor, a través de proteínas o mutaciones. Todavía trabajamos en eso”, asegura.
“Ahí fue cuando comenzó el amor por la neuropatología”, afirma, así que decidió especializarse. “En Alemania -explica-, donde nació la neuropatología, sigue siendo una especialidad única, a diferencia de otros países donde primero debes formarte como patólogo general”. Estudió esa especialidad, en ese país, entre 2011 y 2017, en el Instituto de Neuropatología de la Clínica Universitaria de Bonn y, mientras hacía su residencia, fue docente e investigadora.
Fascinación por el cerebro
La neuropatología estudia las enfermedades del cerebro, la médula espinal y los nervios a través del análisis de tejidos extraídos durante autopsias o biopsias. Aunque no existe como posgrado en Colombia, es de gran interés en el mundo para entender mejor los trastornos neurológicos y los tumores. Según explica Natalia, en cuanto a los tumores -su otra obsesión-, algunos, como los de colon, pulmón o mama, pueden hacer metástasis en el cerebro, pero también hay casos en los que el cáncer avanzado afecta la función cerebral sin necesidad de metástasis, ocasionando síntomas como demencia, producto de las toxinas del tumor. “El cerebro es clave para el funcionamiento del cuerpo, cuando comienza a fallar, el cuerpo también”, refiere.
¿Qué es lo más fascinante del cerebro?
- Cuando lo tienes enfrente y ves cómo está estructurado. Tú dices: ‘O sea, tiene que existir algún tipo de Dios porque es demasiado perfecto’. Tiene una resiliencia impresionante, que no tienen otros órganos. ¡En verdad que el cuerpo, en general, es impresionante!
¿Qué sentiste la primera que vez que viste un cerebro humano?
- Alegría (risas). Esa siempre ha sido mi pasión. Los cerebros son bonitos. (Más risas).
¿Cuál es la mayor satisfacción de tu carrera?
- A pesar de no interactuar directamente con los pacientes, es darles buenas noticias. No soy un médico de urgencias que brinda soluciones inmediatas, mi trabajo requiere más tiempo. Me esfuerzo al máximo para ofrecer resultados lo antes posible, ya sea para darles tranquilidad o el mejor tratamiento posible, más cuando se trata de niños. Trato a cada paciente como si fuera de mi familia. Mi satisfacción está en saber que hice todo lo posible, ofreciendo mi 100%. El 70% de los tumores que veo son benignos, un 30% son malignos, y uno les hace seguimiento a los pacientes.
¿Qué consideras complejo de tu profesión?
- Tratar de dejar a un lado los sentimientos, especialmente cuando los pacientes son niños. Uno tiene que ser mucho más rápido cuando son niños, tenemos un trato especial con ellos porque entran en estudios multinacionales. Cuando veo el tumor en el microscopio, ya sé cuál puede ser el futuro de ese niño. Eso es lo feo, es difícil, porque me pongo a pensar en los papás. Soy la primera persona en saber qué es lo que tiene ese paciente (....) Hay cosas que uno no entiende, como ¿por qué tienen salir esos tumores tan feos en los niños?
Formar una red con Cartagena
Natalia se especializó también en Patología General por cinco años (entre 2017 y 2022), en el Instituto de Patología de la Universidad de Regensburg, en Alemania, y el Instituto de Patología del Hospital Cantonal de St. Gallen, en Suiza. Actualmente trabaja en este último como patóloga general y neuropatóloga. Colabora estrechamente con neurocirujanos y equipos científicos. Su labor incluye la recolección de tejidos viables para estudios, diagnósticos y experimentos adicionales, para obtener resultados que impacten investigaciones continuas. Ahora busca especializarse en patología molecular, clave en los tratamientos oncológicos.
Ella lleva a Cartagena en el corazón. Cada año visita a su familia en la Heroica y sueña con crear, junto a instituciones locales, una red que facilite estudios a distancia para niños y pacientes de la ciudad.
Es de las pocas colombianas neuropatólogas que hay. Desarrollar su carrera es una misión que el destino puso en su camino, que ama y que ella cumple a cabalidad.