El pan es uno de los alimentos más antiguos y deseados por muchas personas en el mundo. Tan aclamado que se ha convertido en un esencial en la dieta diaria, pero así como es aclamado, también recibe críticas y es señalado como el causante de problemas de salud como hipertensión y diabetes; no obstante, según estudios, aporta carbohidratos complejos, fibra, vitaminas y minerales esenciales.
Uno de los aportes más importantes es la fibra, clave para un proceso de digestión saludable y ayuda a prevenir enfermedades, mientras que los carbohidratos complejos ayudan a mantener niveles estables de glucosa en la sangre.
Por otro lado, para los expertos en el área de la salud es importante no confundir los carbohidratos simples con los complejos, dado que los simples provocan picos rápidos de azúcar en sangre, mientras que los complejos, que están presentes en el pan integral, liberan energía y previenen enfermedades como la diabetes tipo 2.
Asimismo, el gluten, que entre al debate como un gran mal proveniente del pan y genera controversia entre los consumidores y quienes tildan este alimento de riesgoso. El gluten solo afecta a un pequeño grupo de personas, que no es ni la mitad de la población mundial, que sufre de enfermedad celíaca o sensibilidad al gluten. Por lo tanto, para el resto de las personas, el gluten no representa ningún riesgo, y se habla de que los productos sin gluten son menos nutritivos y apetecibles.

Los aceites vegetales no hidrogenados, como el de oliva y el de canola, usados para la realización de algunos panes, ofrecen beneficios cardiovasculares. En especial, el aceite de oliva se considera un pilar de la dieta mediterránea, que, además, incluye al pan como un componente fundamental.
Expertos, establecen que el pan no se puede considerar un ultraprocesado en sí mismo, y cuando se elabora con granos enteros, se vincula a la reducción de riesgos de enfermedades cardíacas, obesidad y diabetes. Debido a que contiene antioxidantes y antiinflamatorios que ayudan a combatir el daño celular.
Como conclusión del artículo de Fabián Cuenca Mayorga, de la Universidad del País Vasco, y publicado en The Conversation, el pan está lejos de ser un enemigo de la salud, de la humanidad. Revela que el pan puede ser parte de la dieta, equilibrada y saludable, si escogen opciones elaboradas con granos integrales y consuman con moderación.
¿Qué pasa con el gluten?
El gluten, un complejo proteico que se encuentra en el trigo y otros cereales, ha tenido su cuota de demonización en algunos círculos. Sin embargo, las enfermedades relacionadas con el gluten, como la enfermedad celíaca y la sensibilidad al gluten, afectan a una pequeña parte de la población (menos del 1 % para la enfermedad celíaca; entre el 1 y el 6 % para la sensibilidad no celíaca).
Eso implica que para la gran mayoría de personas, más del 90 %, el gluten no supone ningún daño. El daño lo puede generar consumir sin necesidad muchos productos sin gluten que, paradójicamente, están más procesados y contienen menos nutrientes y menos fibra que los elaborados con gluten. También se han criticado los aceites vegetales y la margarina usados en las formulaciones de pan.
Las grasas con ácidos grasos trans, presentes en las margarinas clásicas y los aceites hidrogenados, están asociadas con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca. Sin embargo, las margarinas modernas han reducido su contenido y algunas están formuladas con aceites vegetales ricos en ácidos grasos insaturados.
Los aceites vegetales no hidrogenados (como el aceite de oliva y el de canola) son conocidos por sus beneficios para la salud cardiovascular. El aceite de oliva, en particular, es una piedra angular de la dieta mediterránea, la cual tiene al pan como una de sus guarniciones emblemáticas, siendo esta reconocida mundialmente por su impacto positivo en la longevidad y la salud en general.