La fatiga, la confusión y el enojo toman protagonismo en la manera en que el ser humano actúa cuando tiene hambre. Liliya Kazantseva, investigadora científica del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), responde a la pregunta ‘¿por qué el hambre nos pone de mal humor?’, en artículo publicado en The Conversation.

El principal causante es el azúcar, mejor dicho, la glucosa que circula en nuestra sangre. Cuando sus niveles disminuyen, se desencadenan diversas reacciones para regresar a los niveles necesarios, debido a que el azúcar es la principal fuente de energía para las células que componen nuestros órganos. Lea: Guía sobre medicamentos para adelgazar y hábitos saludables
Si el cerebro no recibe la suficiente glucosa para sus más de 100.000 millones de células nerviosas, no realiza su trabajo de manera óptima, además, el cuerpo lo percibe con sensaciones de debilidad, irritabilidad, mareos y dificultad para concentrarnos. En casos extremos, cuando no hay abastecimiento de azúcar por tiempos muy prolongados, el cuerpo humano puede entrar en estado de coma.
La energía es indispensable para el buen funcionamiento de los organismos.
La respuesta del cortisol
Cuando el organismo necesita restablecer los niveles de azúcar en la sangre, emite señales, entre ellas reacciones fisiológicas. Lea: 4 mitos sobre la migraña crónica; expertos hablan de cómo combatirla
A nivel molecular se liberan hormonas, como la grelina, que es producida y liberada a la circulación desde las células del estómago para estimular el apetito, pero este, al no recibir comida, se libera, en paralelo, la producción de la hormona asociada al estrés: el cortisol.
Ante la necesidad de aumentar los niveles de azúcar, el cortisol promueve la gluconeogénesis, un proceso que se basa en la producción de glucosa a partir de la descomposición de ácidos grasos y proteínas que están en el hígado. Un atajo para ganar energía a nuestro cuerpo. Lea: Diabetes gestacional y el mito de ‘comer por dos’ durante el embarazo
Si el cerebro no recibe suficiente glucosa, lo percibimos sintiéndonos débiles, irritables, mareados y con dificultad para concentrarnos.
Sabía usted que la presencia de cortisol en la sangre cuando el hambre es protagonista, afecta el funcionamiento del cerebro, alterando los niveles de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, que están relacionadas con las emociones positivas y la percepción del estrés, está combinación hace que las personas se sientan irritados o enojados.

“En un estudio de comportamiento en peces cebra, los investigadores descubrieron que estos animales también se ponen agresivos cuando les acucian las ganas de comer. Como hemos visto, nuestro estado de ánimo es el resultado de muchas interacciones bioquímicas, y hay una hormona protagonista de esta danza de la que todavía no hemos hablado”, explica en el artículo. Lea: ¿Cuánto tiempo puede sobrevivir una persona sin comer?
Al conocer que el hambre puede manejar nuestras emociones, Kazantseva expone que puede existir una explicación evolutiva: “para poder sobrevivir a la escasez de alimentos y, por ende, competir con los rivales por esos recursos, ser agresivo resultaría ventajoso cuando los humanos eran cazadores-recolectores”.
El mal humor es una respuesta del cuerpo ante los bajos niveles de glucosa.
Pero la manera de explicar las reacciones de los seres humanos, es a través del cortisol, producto de las glándulas suprarrenales y que no solo está asociado al estrés, sino que es una respuesta de lucha o huida del cuerpo. Una reacción ante una amenaza, en este caso el hambre. Lea: Dejar de fumar: este es el impacto que tiene en su corazón
“Si identificas que empiezas a sentirte enojado o irritado, recuerda que pueden ser los efectos de estar en ayunas”, dice y recomienda “llevar consigo alimentos saludables que no solo te mantendrá con energía, sino que también te ayudará a mantener un estado de ánimo más equilibrado”.