“Se me nubló la mente y cuando reaccioné ya estaba lleno de sangre”. Eso fue lo primero que el feminicida de Madelin León Restrepo dijo a los uniformados que lo detuvieron tras apuñalarla en 49 oportunidades, y en presencia de la hija de ambos, de apenas un año. Cuanto repudio, indignación, dolor, confusión, perturbación, ¡horror! Nadie se explica cómo un hombre puede asesinar con tanta sevicia a la mujer con quien compartió besos, caricias, sueños, ilusiones y el milagro de dar vida en una relación de cinco años; cómo un hombre puede acuchillar una y otra vez, y decenas de veces más, a la mujer con quien vivió hasta hace un mes, cuando por común acuerdo tomaron caminos separados; cómo un padre puede cometer tal barbarie frente a los ojos de su pequeña. Lea: (Video) A Madelin León la mató su pareja de 49 puñaladas delante de su hija

En un intento de entender los procesos mentales y la conducta de un feminicida, con el fin de prevenirnos y protegernos, consulté con el Colegio Colombiano de Psicólogos (Colpsic) sobre el perfil de estos sujetos y los factores que podrían estar vinculados con esa violencia brutal.
Sandra Guerrero Torres, representante del Campo de Psicología Jurídica en el Capítulo Valle y Suroccidente del Colpsic, explica que el perfil de un potencial agresor o feminicida requiere ser analizado a la luz de variables individuales, contextuales y situacionales.
“Al estudiar los casos que han sido documentados, podemos identificar patrones de comportamiento y características comunes, sin embargo, es crucial tener en cuenta que estas características no son universales y que cada caso es único”, dice Guerrero.
Entre esos rasgos que comparten los feminicidas están la baja tolerancia a la frustración, dificultad para controlar sus impulsos, conductas de posesión, control y dominación hacia la pareja; celos excesivos, dificultad en el manejo de sus emociones, especialmente la ira; y rasgos narcisistas o antisociales en su personalidad. Lea: Hay psicópatas entre nosotros: ¿podrías reconocer a uno si lo tienes al lado?
Ligia Parales Bojacá, representante del Campo Neurociencia y Psicobiología en el Capítulo Meta y Orinoquía del Colpsic, señala además que actitudes y comportamientos como cambios repentinos del estado de ánimo, intentos de aislar a su pareja de su familia, amigos y redes de apoyo; amenazas con hacerse daño a sí mismo o a otros si la relación termina o si no se cumplen sus deseos, nos pueden servir como indicadores de riesgo o, como se dice hoy en las redes sociales, red flags (banderas rojas).
Sospeche también de ese hombre que siempre culpa a la mujer por los problemas de la relación y se victimiza para generar lástima y manipular, no muestra interés en los sentimientos o necesidades de su pareja, y la trata con desprecio o falta de respeto; o expresa opiniones denigrantes o discriminatorias hacia las mujeres.
“Bajo esta perspectiva, encontramos que los agresores o feminicidas poseen una visión distorsionada de las relaciones de pareja que los lleva a cosificar a su compañera y a justificar la violencia como medio de control”, advierte Guerrero, destacando “que no todos los feminicidas tienen antecedentes de violencia o traumas en la infancia, es por esto que comprender el perfil psicológico de un agresor o feminicida es crucial para prevenir la violencia mortal”. Lea también: A Laura Ojeda la ahorcó su pareja: detalles del cruel feminicidio

El origen
La representante del Campo Neurociencia y Psicobiología detalla que “existen diversos factores psicológicos, sociales, biológicos y genéticos que podrían estar vinculados con la conducta del feminicida. A nivel biológico se ve la pertinencia de relacionar esta conducta desde el perfil del delincuente, en donde algunos autores realizan una clasificación psico-antropológica del criminal nato. En una revisión sistemática también se plantea la presencia del gen MAO-A, el cual se relaciona con una mayor susceptibilidad en el desarrollo de rasgos antisociales, asociados a su vez con violencia.
“A nivel psicológico, se podría explicar desde la teoría de la agresión, en donde la personalidad, el ambiente y la conducta generan que la persona sea influenciada o influya en los demás, desde una perspectiva vicaria. Además, se manifiestan esquemas cognitivos y conductuales asociados a una percepción negativa hacia la mujer, la cual podría establecerse como modelos de aprendizaje que surgen de entornos familiares, emergentes desde la infancia, donde existen elementos normalizados con respecto a la violencia, el machismo y la misoginia”.

Parales agrega que “con respecto a la psicopatología del feminicida, aun los datos son inconclusos, no obstante, se han encontrado rasgos de personalidad asociados a inestabilidad emocional, irascibilidad e impulsividad, narcisismo y otros individuos también con conductas adictivas. Además, las rupturas sentimentales generan en algunos de estos hombres estados de ansiedad, ideación y conducta suicida”. Lea: Atroz feminicidio de Madelin León: la mataron frente a su hija, de año y medio
Vete a la primera
Mujeres, son cuatro los signos que deben poner a sonar fuerte y sin cesar nuestras alarmas: destrucción de objetos personales como forma de control o intimidación, amenazas directas a ti o a tus seres queridos, acoso y seguimiento, y violencia sexual (intenta obligarte a tener relaciones sexuales o realiza actos sexuales no consentidos).
“Siempre, a la primera señal de alarma, se debe tomar distancia total de la persona, recordar que la violencia es progresiva y sistemática; y acudir a las líneas de atención de violencia contra la mujer, Comisarías de Familia, líneas de emergencias y Fiscalía General de la Nación”, recalca Parales, experta en neurociencia y psicobiología. Lea: Distrito rechaza feminicidio en el barrio Camino del Medio
De cómo actúes ante estas señales dependerán tu presente y futuro y el de tus seres queridos. Y es que el impacto del feminicidio va más allá del evento victimizante primario. Sus escuelas impactan especialmente a los hijos y familiares cercanos de la mujer asesinada, quienes abruptamente se ven obligados a experimentar una serie de afectaciones psicológicas, como abandono, desprotección, miedo y confusión, y con ellas un complejo proceso de duelo que pudo ser prevenible.
