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Salud

Una persona fallecida le donó vida a un joven con insuficiencia renal crónica

La donación de órganos se promueve como un acto de altruismo y generosidad; no obstante, en Colombia aún no existe una cultura favorable.

Una persona fallecida le donó vida a un joven con insuficiencia renal crónica

En 2023, a corte del 30 de septiembre, eran 3.953 personas las que esperaban por un trasplante de órganos en el país, así: riñón 3.636, hígado 164, corazón 29 y pulmón 68. //123RF

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Elkin, te están llamando de Barranquilla, le dijo su madre al entrar a su habitación en el sector Nueva Esperanza, en el municipio de Arjona (Bolívar), e interrumpirle el sueño que comenzaba a conciliar pasadas las 8 de la noche. Él se paró de la cama y se dirigió al teléfono fijo.

Elkin, ya te salió el donante, le dijo una mujer de la Clínica de la Costa. “Alista maletas que ya es un hecho. Están estudiando el riñón, pero ese es tu donante. A la 1 a. m. te ingresan a quirófano”, parafrasea Elkin Solipaz Castro sobre el día en que le avisaron que su cuerpo recibiría un nuevo riñón derecho.

La necesidad de este órgano se le presentó de manera intempestiva cuando comenzó a sentir escalofríos y fiebre, y su presión arterial se elevó tanto que era difícil de controlar y tuvieron que ingresarlo a una Unidad de Cuidados Intensivos. Ningún especialista tenía respuesta certera sobre lo que le ocurría al entonces joven de 18 años -aparentemente sano- hasta que lo vio un nefrólogo y le comunicó lo insospechado: “tienes los riñones dañados”, según recuerda. Lea: ¿Qué es la insuficiencia renal aguda?

En específico, Elkin tenía la enfermedad renal crónica del riñón, también llamada insuficiencia renal crónica, una patología que consiste en la pérdida gradual de la función de los riñones, órganos de vital importancia por ser los encargados de eliminar los desechos de la sangre y extraer el exceso de líquido del cuerpo. Pero si no trabajan bien, tanto los desechos como el exceso de líquido se pueden acumular en la sangre y causar problemas de salud.

En la insuficiencia renal crónica, el deterioro de los riñones puede ser tan lento que usted no presentará síntomas hasta que los riñones casi hayan dejado de trabajar.

La etapa final de esta enfermedad se denomina enfermedad renal terminal (ERT) y en ella “los riñones ya no tienen la capacidad de eliminar suficientes desechos y el exceso de líquido del cuerpo. En ese momento, usted necesitará diálisis o un trasplante de riñón”, advierte la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés).

A Elkin ya le urgía la diálisis cuando se enteró de lo que le pasaba y de inmediato fue remitido a una de tipo peritoneal. Esto significa que un cirujano le colocó un tubo blanco, llamado catéter, en el abdomen, para ingresar a través de él la solución de diálisis (agua con sal y otros aditivos) a su cuerpo. Este líquido se deja en el abdomen por un tiempo determinado para que extraiga los desechos y el exceso de agua en la sangre. Después, la persona debe sacar de su abdomen esa solución de diálisis y reponerla por una nueva y así, sucesivamente.

“Con la diálisis peritoneal, en casa me puse mal, me hinché, me estaba ahogando con la presión altísima y otra vez me ingresaron a cuidados intensivos. Ahí me pusieron el catéter para hemodiálisis y, como mejoré con ese tratamiento (la sangre circula a través de una máquina con un filtro que la depura), me dijeron que necesitaba un trasplante de riñón”, expresa.

Elkin no tomó con fatalismo esas palabras y comenzó a gestionar el trasplante ante su EPS, Mutual Ser, a los 19 años. Fue sencillo. El nefrólogo le entregó al orden y Mutual Ser se la autorizó. Lo complicado fue encontrar el donante.

La espera

Mientras, el joven arjonero no podía ingerir más de un litro y medio de líquido al día y debía comer “bajo en sal” para evitar la retención de líquidos. Acudía a hemodiálisis tres veces por semana, lunes, miércoles y viernes, y en cada sesión le insertaban dos agujas en la vena para extraerle la sangre y pasarla por el dializador.

“Nunca dejé de ir a hemodiálisis. De Mutual me venía a recoger un carro a la puerta de la casa, me llevaba a Cartagena y después me traía a Arjona. De eso no tengo queja, pero cada sesión eran cuatro horas conectado a una máquina. A veces ni la terminaba porque se me bajaba la presión, y si lo hacía siempre terminaba con mareo. Cuando llegaba el lunes y el viernes me sentía aburrido. No quería ir”, confiesa. Lea: Día Mundial de la Donación de Órganos: ¿por qué debería hacerlo?

Y así transcurrieron más de 15 años hasta que el 19 de mayo pasado, cuando Elkin tenía ya 36 años, recibió el vital órgano y logró dejar atrás las hemodiálisis. Su donante fue una persona fallecida.

Cuando me avisaron salí en bola de fuego. De una vez sentí alegría, me puse contento”.

Elkin Solipaz Castro.

Aunque estas líneas puedan sonar o sentirse paradójicas. La realidad es que la donación y trasplante de órganos tiene esa magia de dar vida después de la muerte.

El beneficiario, zapatero de oficio, sintetiza el cambio que ha traído a su vida el trasplante. “Desde que empecé las diálisis, a los 18 años, no orinaba en ningún momento. Era en las diálisis que me sacaban todas esas toxinas y no podía tomar mucho líquido porque me hinchaba, los retenía.

“Tras el trasplante de riñón comencé a orinar. Inicialmente me pidieron tomar seis litros de agua al día, me fueron aumentando y ahora tomo 11 litros para orinar bastante, para que el riñón esté bien. Sigo recomendaciones, como no tomar licor, no cargar cosas pesadas, comer bajo en sal y azúcar, evitar las grasas; he asistido a controles mensuales con el especialista. Pero del resto, mi vida está bien”.

Con historias de vida como la de Elkin -cada vez más- la donación de órganos y tejidos es promovida como un acto de altruismo y generosidad para alguien que necesita mejorar su salud y calidad de vida; no obstante, en Colombia aún no existe una cultura favorable sobre esta acción, debido a la gran cantidad de mitos que confunden a la ciudadanía. Lea: Donación de órganos: la realidad en Colombia y los mitos en ‘Pálpito’

En 2023, a corte del 30 de septiembre, según las cifras arrojadas por RedDataINS©, eran 3.953 personas las que esperaban por un trasplante de órganos en el país, así: riñón 3.636, hígado 164, corazón 29 y pulmón 68. A la par, se registraba un crecimiento significativo -aún insuficiente- en esta materia: 1.066 trasplantes de órganos habían sido realizados en el país, entre órganos trasplantados con donante vivo y fallecido en muerte encefálica. Un 24% más de los trasplantes realizados para el mismo periodo de 2022 a partir de donante fallecido por muerte encefálica, que fue de 882, y un 12% más a partir de donante vivo.

Por la Ley 1805 de 2016, todos los colombianos mayores de edad somos donantes de órganos y tejidos, a menos que hayamos manifestado lo contrario. Si tu voluntad es donar y transformar la vida de miles de pacientes en lista de espera para recibir un trasplante, declara esa intención en la página del Instituto Nacional de Salud y obtén un carné que te acredite como dador de vida, como donante.

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