Los seres humanos nos volvemos dependientes, nos aferramos a la vida con tanta fuerza que dejamos de lado la tranquilidad y la consciencia de que todo tiene un principio y un final. Una razón de ser bajo un aprendizaje.
Kelly Howell es una mujer de planes y orden, de familia y amigos, entregada a sus sueños y proyectos, organizada y con una clara estructura de lo que quiere, de lo que está dispuesta a aceptar y lo que no. Una perspectiva racional que en julio del 2022 dio un vuelco de 360°, cuando, en tierras lejanas, una rodilla clamó de dolor e inflamada alarmó a su dueña quien regresó por ayuda de un profesional. Lea aquí: “El cáncer me enfermó el cuerpo, pero me sanó el alma”
De doctor en doctor y entre variados exámenes médicos, le dijeron que el menisco derecho estaba partido, noticia que para una deportista como Kelly fue un balde de agua fría pero con solución práctica a la que estaba dispuesta a enfrentar; sin embargo, una mancha negra sobre el fémur alarmó al doctor, pues testificaba la presencia de algo que para muchos es innombrable. La primera biopsia de punto no mostró nada, pero la sombra era como una bulla ensordecedora, una manifestada anomalía.
El primer cirujano ortopeda, con una biopsia negativa en mano, le dijo que no la iba a operar porque como tenía bajo porcentaje de masa muscular le iba a quedar muy “flaquita” la pierna, así que la infiltró para silenciar el dolor. En la lucha de volver a ser la mujer activa, a finales del 2022, viajó hasta Bogotá para consultar a un deportólogo pensando que con el resultado negativo, este hombre no tendría razones para negarse a operarla.
“Kelly con estas imágenes, no puedo operarte. Ve con este colega especialista en tumores óseo”. Aquellas palabras marcarían el comienzo de un proceso que más que duelos trajo aprendizajes a su vida. Lea aquí: Cuidadores, la prueba de que el amor existe
La mujer de 30 años se sometió a una biopsia abierta para, por fin, encontrar respuesta a la oscura presencia. La primera reunión con el especialista oncológico, fue devastador porque existía la posibilidad de perder su pierna.
“La primera y única vez que he llorado desde que comencé el proceso. No había un diagnóstico claro y me fui a Google, que es el peor enemigo cuando no tienes nada aterrizado. El doctor vio mis imágenes y me dijo: “Kelly, acabó de salir una muchacha más joven que tú con imágenes muy parecidas y es osteosarcoma”. Yo sentí que se me desmoronó todo”.
‘Linfoma B difuso de célula grande’ un tipo de ‘Linfoma No Hodking’, ese es el diagnóstico. Lea aquí: Donar cabello, otra forma de ayudar a los pacientes con cáncer

Lucha y esperanza $>
Por estar en la categoría de la B su planes se modificaron con esperanza, pues este tipo de linfoma se pueden curar definitivamente con el tratamiento adecuado. Pero sus exámenes no revelaron mayores alteraciones en su cuerpo, por lo que los médicos llegaron a creer que se trataba de un falso positivo. Mas, el PET scan confirmó lo que su familia deseaba que fuera una mentira.
Aún así su diagnóstico no la limita y le enseñó a ver la vida de manera pasajera y práctica; porque ella entendió que las cosas son más pequeñas de lo que se perciben y que la vida no termina porque las personas se sienten capaces de sacar una enfermedad adelante. Lea aquí: Video: cáncer infantil, conozca los signos de alerta
“La mente y la fe son importante en la recuperación. Sí, es complicada. Sí, es difícil. Pero no es imposible. Antes me levantaba a las cuatro de la mañana y ahora mi cuerpo no es capaz, está debilitado y necesita que le dé otra clase de prioridades”.
Consciente de la enfermedad con la que batalla, asegura que lo que sientes que puedes controlar, te da la tranquilidad de enfrentarlo. Ver la enfermedad desde lo racional y no desde lo emocional, permite ver el cáncer y la vida como una batalla con dos opciones, ganar o perder, en la que perder es morir y ganar es luchar. Lea aquí: Fortaleciendo vínculos laborales y personales: claves para el exito
“Personalmente a la muerte no le tengo miedo y confió en un Dios que todos los días le entrego mi vida. Y que si es el día de irme, mientras me vaya con él, no pasa nada. Sí, pensé que podía morir y dije: “Dios, qué rico será conocerte. Lo único que te pido es que no me mandes para abajo”. Pero sí le tengo miedo a una muerte agonizante”.
Kelly enfrenta cada día con la frase “Yo vine a lograrlo, no a intentarlo”, y lo comparte con las diferentes mujeres que, como ella, viven bajo un diagnóstico, que no es fácil ni agradable, pero que está presente en ellas.
La transformación de un Águila$>
Aunque a los lectores les resulte difícil creer, el momento de desprenderse de su cabellera fue sublime en medio de las lágrimas que desprendían de los ojos de su hermana y sobrina. Mientras las dos mujeres sufrían aquella renuncia, Kelly vivió una rebeldía, un acto contrario a lo ‘normal’. Lea aquí: ¿Lo sabías? Las inteligencias artificiales salvan vidas
Su vida hoy la compara con la renovación del Águila, una de las aves de mayor longevidad que llega a vivir 70 años, y que cuando se acerca a los 40 toma la decisión de vivir una dolorosa transformación o morir. Su plumaje envejece, sus garras pierden fuerza y su pico se curva, por lo tanto, si decide lograrlo, vuela hasta lo más alto de una montaña y comienza a golpear su pico para arrancarlo, desprende sus garras y cuando sus nuevos talones nacen los utiliza para desplumarse y renacer.

“Amé mi calva y salía orgullosa, sin importar las inevitables miradas, pues la calvicie es sinónimo de cáncer. No usaba peluca, hasta hace unos días que me empezó a crecer, así que decidí comprarme una porque parezco una pepa de mango”, se ríe y continúa diciendo que el impacto que le generó perder su cabello fue desde el entendimiento de que volverá y aceptando las etapas del proceso.
La quimio disminuyó la mancha, considerablemente, y cuenta que los doctores esperan que la radio le permita quitarse la etiqueta que carga. Lea aquí: Asperger y Autismo, más allá de estereotipos y prejuicios
Sus privilegios le ha permitido tener una recuperación óptima y una atención rápida, que le ha llevado a querer trabajar por las personas que luchan contra la enfermedad y el sistemas de salud. Durante sus largas sesiones de tratamiento, y mientras se preguntaba de qué manera puedo ayudar, creó una marca de pañuelos con la que busca generar aceptación a la pérdida de cabello, como algo momentáneo y que se puede tener una vida amando la calvicie.