¿Con frecuencia dejas para mañana actividades de las que te ocuparías hoy?, ¿a menudo te propones hacer ciertas tareas, pero terminas haciendo otras?, ¿te enojas contigo mismo y te sientes culpable por retrasarlas frecuentemente? Si tu respuesta a estas tres preguntas es sí, es posible que procrastines.
La procrastinación es la acción o hábito de postergar o retrasar actividades o situaciones importantes que deben atenderse, sustituyéndolas por otras menos tediosas o exigentes, e incluso agradables. Pero, aunque este ‘cambiazo’ te genere calma en principio, el saber que tienes ese pendiente conlleva a sentimientos de malestar, culpa o nerviosismo. Lea: Suelta el “pernicioso” hábito de enviar mensajes fuera del horario laboral
Para Alex González Grau, psiquiatra y psicoterapeuta con más de 20 años de experiencia clínica, ésta es una reacción considerada normal, dentro de los límites de las respuestas humanas, cuando nos encontramos ante una tarea que no nos gusta hacer sin suficiente motivación, o sin tener la perspectiva de obtener una contraprestación satisfactoria.
Y, lo más delicado, es que “también puede darse dentro del contexto de trastornos mentales, como son los cuadros depresivos y de ansiedad, entre otros. Por ejemplo, el individuo deprimido con frecuencia ha aprendido que no merece la pena empezar una tarea, ya que el resultado será negativo o por lo menos insatisfactorio”, explicó el especialista.
Y destacó el caso de los pacientes obsesivos. “El obsesivo es metódico, perfeccionista, escrupuloso al máximo. Es evidente que la procrastinación se presentará fácilmente como respuesta de evitación ante lo agotador y desgastador que será para él, la puesta en marcha de un plan o proyecto”.
¿Cómo se trata?
“Como puede deducirse –aseguró González Grau–, el tratamiento para la procrastinación dependerá del contexto en que se encuentre el síntoma. Si se trata sencillamente de un mal hábito, es muy probable que un adulto dotado de la suficiente fuerza de voluntad pueda modificar este estilo de relación con el medio, mediante el reconocimiento de la situación problemática y la puesta en marcha de un programa dirigido hacia objetivos claros”.
Pero, si la procrastinación surge como componente o como resultado de un trastorno mental, el tratamiento se dirigirá fundamentalmente hacia la enfermedad de base. “Será prácticamente imposible modificar esta pauta de manejo de los estresores medioambientales, si no se corrige el trastorno causal”, expresó el psiquiatra y psicoterapeuta.
Precisó que “por lo general, el tratamiento de los trastornos depresivos y de los trastornos de ansiedad se hace empleando una combinación de farmacoterapia y psicoterapia”.
Tenga en cuenta que el tratamiento psicoterapéutico puede utilizarse incluso en los casos en que la procrastinación consiste en un mal hábito, una conducta desadaptativa reforzada y sostenida de manera crónica, sin que se encuentre presente un trastorno mental.
Estos son algunos consejos que te pueden ayudar a poner fin a la procrastinación:
Planifica tus tareas. Antes de acabar tu jornada laboral, decide cuáles serán las tareas que harás el día siguiente.
Divide las tareas complejas. Si te enfrentas a tareas muy tediosas y que podrían exigir mucho tiempo, divídelas en tareas más cortas.
Usa técnicas de gestión del tiempo. La técnica Pomodoro consiste en trabajar en periodos separados de 25 minutos, en los que tienes que enfocarte por completo, sin interferencias externas, como utilizar el celular, conversar con otras personas o ver televisión.