El sobrepeso y la obesidad se han acentuado durante el confinamiento y han afectado a los más pequeños, quienes se enfrentan a una vida más sedentaria y de peor alimentación.
La ingesta de productos azucarados, dietas poco recomendables y la escasa actividad física cada vez están más presentes, sobre todo en los más pequeños.
La obesidad infantil es una de las patologías que más preocupan a los profesionales médicos, un problema que no solo deriva de la mala gestión de nuestras costumbres, sino también de la carga hereditaria y la gran influencia que tienen los padres. Según investigaciones publicadas en la ‘Revista Española de Cardiología’, más del 80 % de la población tendrá al menos sobrepeso en 2030, y con ello aumentarán los problemas de salud.
“Ciertas actitudes se interiorizan desde muy pequeños y se acaban trasladando a la edad adulta mediante ese factor de imitación”, explica el nutricionista Antonio Escribano, respecto a la influencia de los padres en los hábitos de los hijos.
Los niños son imitadores de los comportamientos y si ven que sus padres hacen una cosa ellos la hacen igual. Si los padres comen mal, los niños toman esa referencia que creen que está bien. Por eso hay que estar muy atentos a lo que se les enseña.