Se conoce como aguas residuales a “cualquier tipo de agua cuya calidad se ve afectada negativamente por influencia del hombre. Son eventualmente vertidas a los ríos y lagos que luego llegan al mar, por lo que tienen la capacidad de afectar la calidad del agua de todos los que se alimentan por medio de un río aguas abajo, eso repercute en la salud y de todos los ecosistemas”, explica el director del Centro de investigación en Ciencias Básicas y Aplicadas de la Universidad Antonio Nariño (UAN), Andrés Ignacio Hernández.
No tratar las aguas residuales puede tener nefastos efectos que van desde la propagación de enfermedades hasta volver las aguas completamente no potables.
Pero una buena noticia supura desde la UAN, puesto que desde allí se desarrolló un proceso para tratar este tipo de aguas. “Este método combina corriente eléctrica con reacciones químicas y permite descomponer las moléculas más complejas y resistentes, hasta convertirlas en moléculas muy simples que no generan efectos nocivos, o incluso hasta llega a descomponerlas en sus elementos constitutivos”, explica Hernández.
La patente para este claustro se convierte en un complemento al tratamiento tradicional de las aguas residuales, y es que la gran ventaja del avance radica en su capacidad para eliminar contaminantes que otros métodos no pueden hacer.
“Una vez el agua sea tratada con este nuevo proceso, estará completamente libre de elementos tóxicos y quedará como si nunca hubiese sido afectada por el ser humano y libre de microorganismos que puedan ser dañinos para nosotros o para otros seres vivos”, afirma el director del centro de investigación.
Este avance importante, además, si se considera un análisis de la ONU, que detalla que la mitad de la población mundial podría quedarse sin agua potable para el 2050, por lo cual se siguen haciendo llamados constantes para su adecuada preservación.
Expertos definen la calidad natural del agua como el conjunto de características físicas, químicas y bacteriológicas que presenta en su estado natural en los ríos, lagos, manantiales, subsuelo o en el mar. La calidad del agua no es un término absoluto, sino que depende del uso o actividad a que se destina, por lo tanto, el agua que puede resultar contaminada para un cierto uso puede ser perfectamente aplicable a otro, de ahí a que se fijen criterios de calidad del agua según sus usos: recreo, consumo, doméstico o actividades industriales, agrícolas y ganaderas.