Tener una buena salud gastrointestinal y un sistema inmune fortalecido, no es que evite el contagio o sea la cura para el virus, pero puede ayudar a que el cuerpo contrarreste los síntomas del COVID-19 y que no se llegue a cuadros severos de la enfermedad. Expertos señalan que restablecer el equilibrio entre la microbiota y el ser humano debe de ser prioritario para mantener la salud del individuo.
“La microbiota es un conjunto de microorganismos (benéficos y perjudiciales), que habitan en un espacio determinado del cuerpo de los que dependen la condición de salud en general. Es así como se tiene la microbiota gastrointestinal, la microbiota bucal, la microbiota genitourinaria y la microbiota respiratoria, entre otras. Dichos microorganismos ayudan a generar un equilibrio interno por la producción de sustancias como vitaminas, enzimas y sustancias antimicrobianas que combaten microorganismos causantes de enfermedades”, explica la doctora Sandra Santos, de Bionutrec.
¿Qué pasa con la microbiota intestinal?
La doctora Santos dice que si se ve afectada negativamente, se puede presentar:
- Inflamación intestinal.
- Diarrea.
- En casos más graves, se desencadenan enfermedades crónicas, como Colitis ulcerativa o la enfermedad de Crohn.
La alteración puede generarse por mala nutrición, consumo de alcohol, condiciones de obesidad, falta de ejercicio, estrés y el consumo de algunos medicamentos que disminuyen la cantidad de microorganismos benéficos y desequilibran la microbiota.
En cuanto a la salud de esta microbiota, entran a jugar varios términos que debe conocer:
- Los probióticos, que son aquellos microorganismos que se pueden ingerir y que tienen como fin algún efecto benéfico en el hospedero. Presentes en alimentos como el yogur, aceitunas y encurtidos, o queso crudo.
- Los prebióticos, que se refiere a los nutrientes que favorecen el crecimiento de microbiota beneficiosa y que generalmente comprenden carbohidratos que no digiere el humano (fibra). Están en alcachofas, banana, legumbres, papas, ajo, cebolla y puerro, trigo, avena y cebada.
- Y los simbiontes, que son la combinación de prebióticos y probióticos.
“La microbiota de una persona con obesidad es diferente a la microbiota de una persona en buen estado físico, donde abundan más microorganismos oportunistas y patógenos que microorganismos benéficos. Una persona es susceptible a contagiarse y presentar síntomas severos si su sistema inmune está debilitado producto de su microbiota desequilibrada, entre otros factores. Durante todo el tiempo, se recomienda consumir frecuentemente probióticos”, asegura finalmente la experta.