La cuarentena y el confinamiento hacen que las personas estén expuestas a sus pantallas durante largas jornadas. Reuniones de trabajo a través del computador o el celular, videollamadas con los seres queridos, televisores prendidos todo el día y lámparas encendidas son ejemplos de la cotidianidad actual. Este panorama incrementa la probabilidad de que nuestra piel sufra por los efectos de las luces artificiales de estos dispositivos.
Existen varios tipos de luces artificiales, como la luz infrarroja, la luz invisible y la luz azul, que afectan el bienestar de las personas. Sin embargo, la luz azul es de las que más despierta interés hoy en día porque es a la que más se encuentran expuestos los adultos durante el día debido al uso frecuente de pantallas de computador, celular y luces artificiales. La manera como la luz azul afecta la piel es muy similar a como lo hacen los rayos UV: penetran profundamente lo que causa efectos en la dermis e, incluso, en el ADN, debido a la formación de radicales libres.
Según estudios de investigaciones demartológicas, la luz azul podría causar hiperpigmentación en pieles oscuras, lo que afecta su color y aspecto. Además, incrementa la posibilidad de aparición temprana de signos de envejecimiento, promueve la aparición de arrugas, y la pérdida de firmeza de la piel.