El labio leporino y el paladar hendido son las malformaciones faciales más comunes en los recién nacidos. Aunque esta condición genera afectaciones funcionales y estéticas, no pone en riesgo la vida.
Antecedentes en la familia del bebé, así como la exposición de la madre a sustancias y virus que pueden afectar su embarazo pueden ser algunas de las causas.
Un estudio de la Universidad Javeriana señala que como medidas preventivas para la madre, es importante no fumar, no tomar bebidas alcohólicas, evitar infecciones, ciertos medicamentos y consumir ácido fólico antes del embarazo.
“Estos factores ambientales o sociales actúan en las primeras ocho semanas, y el labio y el paladar se cierran entre la sexta y la octava semana, cuando probablemente la mujer no sabe que está embarazada”, dice el experto Ignacio Zarante.
Se estima que a nivel mundial 1 de cada 700 bebés nacidos vivos la tienen. En los hombres es más frecuente la fisura en el labio con o sin paladar hendido que las mujeres.
“La forma y el tamaño de los defectos o fisuras varían en cada caso. El bebé puede tener solo en el labio superior fisurado, sea en uno de los lados o en ambos, con mayor frecuencia en el izquierdo y rara vez en el centro. Pero su paladar también puede estar fisurado en la parte de adelante, de atrás o en ambas”, explica el doctor Jaime Andrés Jiménez, odontólogo adscrito a Colsanitas.
Durante el embarazo estas malformaciones, especialmente el labio fisurado, se pueden diagnosticar mediante una ecografía sobre la semana 16 de gestación. La hendidura del paladar en muchas ocasiones es más difícil de identificar con estas imágenes, pero después del nacimiento se detecta sin que se requiera una prueba específica para su confirmación.
Para los padres puede resultar angustiante recibir la noticia de que su bebé nacerá con una malformación facial y una actitud recurrente en ellos es atribuirse culpa en la aparición de la malformación o reprocharse porque creen que hicieron algo indebido durante el embarazo, pero no debe haber lugar a sentir culpa, pues no son claras las causas por las que ocurren.
Pese a que no se pueden prevenir, son condiciones que se corrigen a través de un tratamiento en el que se realizan cirugías para reparar la apariencia facial y mejorar las funciones que se ven afectadas, tales como el habla, la respiración y la audición.
“Hoy en día, un niño con labio y paladar hendido puede no tener secuelas estéticas, nutricionales ni del lenguaje Debe quedar perfecto”, añade Zarante.Y para esto, el sistema de salud juega un papel fundamental. Un mejor acceso hace la diferencia en la vida de estos pacientes.