El agua forma parte de cada célula del cuerpo, lo que la hace esencial para la salud diaria. Por eso es crucial asegurarse de mantenerse bien hidratado cuando el cuerpo está tratando de combatir un virus.
Cuando el cuerpo se enferma de gripe u otro tipo de virus, hay síntomas comunes que pueden llevar a la deshidratación, incluyendo fiebre, tos, diarrea y vómitos, además de la pérdida de apetito. Y, si no se están tomando suficientes líquidos, el cuerpo puede tener dificultades para regular su temperatura. Incluso pequeñas pérdidas de fluidos pueden contribuir a aumentar la temperatura corporal.
La hidratación adecuada puede ayudar a las células de la piel y la membrana mucosa a actuar como una barrera para evitar que las bacterias entren en el cuerpo. La hidratación adecuada ayuda a disminuir la irritación nasal al toser, estornudar e incluso al respirar.
La deshidratación afecta a todo el cuerpo
Incluso una deshidratación leve puede tener un gran impacto en la forma de sentirse. Las investigaciones demuestran que la pérdida de sólo el 2% del agua del cuerpo puede afectar negativamente al humor, la memoria y la coordinación. Además, en ocasiones, el mecanismo de la sed del cuerpo no siempre es 100% exacto. A menudo, cuando se empieza a sentir sed, es posible que ya se esté deshidratado.
A medida que la deshidratación progresa, la sangre se concentra más, lo que puede afectar a varios órganos internos. Esto significa que los riñones de repente tienen que trabajar más duro para retener el agua, y el corazón tiene el esfuerzo adicional de mantener la presión sanguínea. Los signos de deshidratación incluyen piel seca, sensación de mareo, latidos rápidos, ojos hundidos, orina oscura, calambres musculares y dolor de cabeza.
Mantenerse hidratado ayuda a recuperarse de un virus
“No todos los fluidos son creados iguales cuando se trata de prevenir y aliviar eficazmente los síntomas de la deshidratación de leve a moderada. Hay minerales especiales, también llamados electrolitos, como el sodio, el potasio y el cloruro, que ayudan al cuerpo a mantener el equilibrio de los fluidos y a que las células de nuestro cuerpo funcionen correctamente. Es importante conseguir el equilibrio adecuado de electrolitos, glucosa y sodio para asegurar la mejor rehidratación posible” dice el doctor Óscar Quintero, Director Médico de Abbott.