De acuerdo con el último reporte del Instituto Nacional de Salud, en Colombia alrededor de 700 trabajadores de la salud, se han contagiado con la COVID-19 en el desarrollo de su labor, pero más allá, las repercusiones se van a su salud mental.
Según un reporte de la Universidad de los Andes, los profesionales de salud son los primeros expuestos a sentimientos y emociones negativas como la frustración, la ira, el miedo y la ansiedad, dadas las circunstancias dramáticas que genera una crisis sanitaria.
A falta de un análisis o una evaluación oficial respecto al impacto emocional de esta situación en los sanitarios, se ha adoptado como referencia un estudio realizado en China con más de mil profesionales de la salud que participaron en el manejo de la pandemia en este país.
Los resultados reflejan que más del 50% manifiesta síntomas de depresión; el 45% afirma sufrir ansiedad y un 35% tiene problemas de insomnio como respuesta al estrés ante el riesgo de contagio y el miedo a enfermar, a contagiar a su entorno familiar y a tener que abandonar su labor en caso de caer enfermos.
“Al igual que el resto de la población, los profesionales de la salud han tenido que enfrentarse a la falta de experiencia previa ante esta crisis, que no se parece a otras situaciones que hayamos vivido. Eso genera miedo e incertidumbre, y puede dar lugar a una sensación de pérdida de control”, explica Alba Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Junto a la incertidumbre, Alba Pérez destaca el cansancio y el estrés mantenido como dos factores que pueden afectar a la salud física y psicológica de estos profesionales.
“Llevan muchas semanas activos y algunos de ellos con largos turnos de trabajo. Cuando se afronta una situación estresante, el cuerpo se sobreactiva y se pone en alerta. Esto permite que se responda adecuadamente a las exigencias del entorno, pero consume muchos recursos del organismo. Si esta activación se prolonga en el tiempo —como está ocurriendo tanto en el caso de los trabajadores de la salud como en el de muchos profesionales de otros sectores, como el social, que están en una situación muy similar—, habrá un coste cada vez más elevado de recursos personales y una mayor afectación”, dice Pérez.
Existe la necesidad de que el personal asistencial reciba ayuda psicológica en el momento actual, mientras están haciendo frente a la gestión de la pandemia, ofreciéndoles estrategias adaptadas a esta situación.
Para la experta Alba Pérez, la atención psicológica de los afectados consiste en el apoyo o la intervención que se está dando a estos profesionales.
“Se hace desde un prisma preventivo. De lo que se trata es de aumentar sus factores de protección y hacerlos más resistentes ante el estrés y las dificultades que están afrontando, ofreciéndoles más recursos para combatir la incertidumbre, el agotamiento físico y mental y la sensación de pérdida de control. Para ello, se trabaja con pautas de autocuidado e higiene mental, gestión de la implicación emocional y empatía hacia los casos que deben afrontar”, explica.